ASÍ SUENA EL BODY HORROR
5 canciones para encoger el cuerpo
Miguel Sandoval
En una primera entrega del body horror sonoro, me acompañaste en el breve repaso por el disco homónimo de Fobia y su contenido spooky. Para esta edición, te pido que te quedes a escuchar cinco canciones que no tienen desperdicio y que pueden ir directamente a tu playlist más brutal. Ball Park Music, Anna von Hausswolff, Manic Street Preachers, Nine Inch Nails y black midi llegaron para comerse tus oídos desde lo real, lo fantástico y lo bélico.
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“Hands Off My Body”
Esta canción de los australianos Ball Park Music —traducida como “Manos fuera (o lejos) de mi cuerpo”— es un tema de rock que repite constantemente la amputación de partes corporales. ¿El motivo? Un no estar cómodo, no gustar de dichos miembros. La voz es casi monótona, enlista ojos, nariz, dedos, órganos sexuales y así sucesivamente hasta culminar con la lengua, cuando el canto se hace imposible y arroja el grito.
Sin duda, los elementos musicales que más destacan son la batería, que da contraste a la cadencia general de la voz, así como teclados breves y tétricos que pueden tomar la forma de un cuchillo que cercena. “Hands Off My Body” nos remite al Trastorno de Identidad de la Integridad Corporal, caracterizado por el deseo de amputar las propias extremidades por una sensación intrusiva de éstas o por el anhelo de alterar la funcionalidad del cuerpo.
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“The Mysterious Vanishing of Electra”
Con una propuesta que se acerca a Swans, Nina Hagen y Kate Bush, Anna von Hausswolff entrega un build up místico y ritualesco a esta pieza sobre la desaparición inexplicable de una mujer. Fácilmente podemos situarnos en una comunidad rural dentro del bosque, cerca del mar (como propone su letra), para buscar con sus protagonistas a Electra. ¿Pero quién es? ¿Una bruja, una niña, la víctima de un crimen? ¿Por qué el pueblo entero la añora?
Guitarras y un órgano conforman la base de la canción, mientras que la voz de Von Hausswolff sube como una expresión de aquelarre, se rasga para enfatizar lo malévolo, crea un vibrato que delira y que también remonta a Stevie Nicks de Fleetwood Mac. La portada del disco a que pertenece este tema es igualmente inquietante, como una visión del infierno que es, en algún lugar, sagrada.
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“Yes”
Antes de desaparecer del radar de su banda y del ojo público, Richey James Edwards nos dejó canciones como “Yes”, una dolorosa ventana al mundo de la prostitución. En ella, James Dean Bradfield (líder de los Manic) canta sobre la capacidad del dinero para incluso hacer que Dios aparezca; evidente metáfora de la vulnerabilidad frente al poder adquisitivo. De igual modo, expone la maleabilidad del cuerpo para convertir violentamente a un chico en una chica en el acto sexual.
Al otro lado, Bradfield también toma la posición de quien se prostituye, de quien intenta llevar una vida normal pese a temblar, vomitar y no encontrar salida para los pensamientos autodestructivos más que en la autoflagelación. El rock de Manic Street Preachers es como una máquina refinada, aniquiladora y sintomática que con secciones rítmicas trituradoras, insistentes, revela los infortunios del mundo en que habitamos.
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“Closer”
Funk despiadado de Trent Reznor y compañía en el que un cuerpo está en manos de un abusador mezquino, a la vez que patético, y que depende de su víctima para una suerte de elevación espiritual morbosa. En esta canción de Nine Inch Nails podemos percibir la influencia del David Bowie del plastic soul, lo que no es de extrañar, pues son conocidas sus colaboraciones en vivo.
Por otro lado, el track incluye un sampleo de “Nightclubbing” (Iggy Pop), además de guitarras que corrompen aún más este imaginario como de serial killer, cuyo escondite sería una sala de calderas herrumbrosa, repleta de bichos y en tonos sepia. “Closer” podría formar parte de un díptico junto con “Killing for Company” de Swans, tema acerca de un asesino que mantiene con él a sus víctimas aún después de asesinarlas (basado en un hecho real).
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“Welcome to Hell”
Previo a su separación, black midi (ya imposibles), herederos de la llama de King Crimson, lanzaron esta canción sobre el horror de la guerra. Instrumentos de viento, complejas guitarras, una sección furiosa y la sensación de escuchar una tragedia enfundada en comedia (no por nada el matiz circense) desfilan ácidamente para nuestros oídos. El vocalista, Geordie Greep, toma el lugar de un sargento que exige al cabo Tristan Bongo cumplir con sus deberes, comportarse lo más inhumanamente asequible.
Así, “Welcome to Hell” describe extremidades que vuelan como pájaros, el cuerpo del mejor amigo reducido a un charco parecido a la sopa, deslindarse de toda responsabilidad al matar o, por el contrario, aceptar la vergüenza de retirarse. Uno puede imaginar fácilmente esta canción montada en Full Metal Jacket de Stanley Kubrick: la completa obediencia, la prostitución vietnamita, la crueldad entre ruinas y palmeras.
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¿Quieres saber más del body horror?
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Miguel Sandoval
Estudiante de Ciencias de la Comunicación en la UNAM.
28 años, lector y gran fanático del terror.
Escribo sobre cine, microrrelatos y de mis experiencias cotidianas.
¡Larga vida a la Nueva Carne!
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