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EL CINE Y LOS

VIAJES EN EL TIEMPO

Lorena Loeza

 

Si existe una actividad humana que ejemplifica la complejidad de la variable del tiempo en la vida de las personas, es sin duda el cine. El cine cuenta historia suspendidas en un momento específico de la vida de los protagonistas, donde la existencia entera puede transcurrir en apenas 120 minutos, como promedio. Pero eso no es todo: las historias se vuelven eternas, mostrándonos a sus protagonistas eternamente jóvenes, como si el tiempo no alterara una historia que siempre será la misma.

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Esta es la primera lección para quienes hemos querido saber más de cine e interpretarlo como un arte múltiple y complejo. Las imágenes que vemos -en un aparente estado voyeurista, donde podemos ver pero no interactuar- son finalmente expresiones de un espacio-tiempo que se mueve al ritmo de la narración y a elección de quien ha elegido contarnos la historia. En algunos minutos de pantalla pueden pasar horas o años, mientras que en otros, la acción es lenta para imprimir dramatismo o permitir que captemos todos los detalles de un determinado momento, lo cual resulta crucial para entender la trama.

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Esta paradoja temporal cinematográfica ha puesto en verdaderos aprietos a los propios creadores, especialmente en aquellas cintas en las que distintos planes temporales son parte de la trama. Si ya resulta sumamente complejo narrar historias en la pantalla que den cuenta de distintas formas de percepción temporal, intentar narrar viajes en el tiempo resulta todavía más difícil para la narración cinematográfica, al tratar de hacerla, si no creíble, coherente dentro de la lógica de la propia historia.

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El tema de los viajes en el tiempo en el cine y el reto de narrarlos de una manera creíble y certera, incluso desde una perspectiva científica, no ha sido sencillo ni totalmente exitoso en muchas ocasiones, principalmente porque es un tema complejo de entender para la mayoría de los espectadores y porque, además, nadie hasta ahora ha viajado en el tiempo, por lo que se carece de asideros de la realidad para plasmarlo de manera creíble.

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De principio, el tema de los viajeros en el tiempo pareciera un tópico propio de la ciencia ficción, aunque en la práctica es difícil de clasificar.  Por ejemplo, el que comedias como Volver al futuro (Back to the Future, R. Zemeckis, 1985) fuera tan exitosa que ameritara secuelas, o que comedias románticas como Pide al tiempo que vuelva (Somewhere in time, J. Szwarc, 1980) y Hechizo de tiempo (Groundhog Day, H. Ramis, 1993) fueran aceptadas por el público se debió a que partieron de la premisa que el amor verdadero es eterno. El problema fue que estas cintas rompieron lo que al parecer es la primera regla de todo viajero en el tiempo: no se puede intervenir, alterarando el futuro, para nuestro beneficio personal. Por lo menos eso nos enseñó Star Trek en varios años de series y películas. Y lo de saber si el amor es eterno o no… bueno, digamos que no es por ahora el tema que nos ocupa.

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Por estas razones, argumentos más interesantes que viajar en el tiempo con fines personales o románticos son los que empiezan desarrollarse a la par que los efectos especiales, ya que de otro modo sería muy difícil recrear las peripecias de los viajes en el tiempo. Aquí encontramos cintas con relatos de acción, ciencia ficción, aventuras, thrillers y de cómics y superhéroes.

Es claro en este análisis que finalmente lo que define el tono de la película es el propósito que puedan tener los protagonistas para realizar un viaje en el tiempo. Ello también depende de que el viaje en cuestión sea el asunto central de la trama o termine por ser un recurso incidental. En este último caso está, por ejemplo, la famosa y recordada escena en donde Superman da vueltas a la Tierra en sentido inverso a las manecillas del reloj, para traer de la muerte a Luisa Lane (Superman The Movie, R. Donner, 1978). La escena, largamente comentada y recordada como impactante para varias generaciones, en realidad es poco plausible y termina por ser un elemento en donde el tema central es otro, un recurso que sólo tiene como propósito mostrar los enormes e inauditos poderes de Superman.

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Otro elemento que permite su clasificación dentro de la ciencia ficción es que exista un relato distópico, en donde el viaje en el tiempo sea para advertir y/o destruir amenazas futuras para la humanidad. En este rubro se encuentran auténticos clásicos que marcaron los clichés para otras cintas del género. La primera y sumamente relevante entre éstas fue El planeta de los simios (Planet of the Apes, F.J. Shaffner, 1968), donde se fija una parábola tiempo-espacio sumamente compleja que se resuelve de golpe en la escena final. El shock es tan brutal que el publico demandó varias secuelas, una serie de televisión, un remake y una precuela para poder entender la fábula.

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En este mismo rubro está Terminator (J. Cameron, 1984), una alucinante cinta de acción considerada de culto para la generación ochentera, donde se plantearon preguntas clave: ¿Qué implicaciones tiene cambiar el pasado para preservar el futuro? ¿Qué pasaría si esas dos realidades se vivieran superpuestas en la vida en de una persona? El asunto era como para no dejar dormir en varias semanas: ¿Cómo manipular los acontecimientos para poder nacer y liderar la resistencia? Una trepidante respuesta se construyó también a través de dos secuelas y un “reinicio”.

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Y no podría dejar de mencionar 12 monos (12 Monkeys, T. Gilliam, 1995), una cinta compleja que se encuentra en la frontera entre esta perspectiva del escenario distópico y el de la locura y las alucinaciones, que describiremos a continuación.

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En otra categoría están los thrillers que proponen paradojas alucinantes del tiempo que terminan por provocar locura y un desequilibrio grave para diferenciar la realidad con las perturbadoras visiones. No se me ocurre mejor ejemplo de esto que Por el lado oscuro del camino (Lost Highway, D. Lynch, 1997), donde los protagonistas parecen estar atrapados en una ranura del tiempo y del espacio, sin comprender la complejidad de sus acciones. Aspectos como la ubicuidad, las vidas paralelas, la diferencia en el antes y el después en la toma de decisiones adquieren dimensiones aterradoras y opresivas. Muy interesante la derivación que se hace de la incapacidad de comprender nuestras vidas más allá de las tres dimensiones en las que vivimos atrapados.

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Otro buen ejemplo de esta clasificación es la cinta Alucinaciones del pasado (Jacob´s Ladder, A Lyne, 1990), donde los últimos momentos de vida son un terrorífico viaje al futuro, perseguido por miedos, temores y perturbadoras alucinaciones del pasado.

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Y para el final quise dejar lo que parece el criterio que agrupa a la mayoría de las películas que tienen como propósito contar un viaje en el tiempo. Definitivamente un tema de ciencia ficción, pero fuera de nuestro barrio conocido. Me refiero a las películas con temas espaciales que se enfrentan a la vastedad del universo con una limitada visión humana y tridimensional. La lista puede ser larga, pero mencionaré las que considero marcan la pauta para este subgénero dentro de la ciencia ficción.

En primer lugar está, por supuesto, la madre de todas las películas espaciales contemporáneas: 2001: odisea del espacio (2001: A Space Odissey, S.Kubrick, 1968). Un viaje a los desconocido, en la búsqueda del gran misterio ancestral: ¿Cómo comenzó la vida en el planeta? Temas como la vida extraterreste, evolución y el tiempo y el espacio son algunas de las interrogantes que la película no explica, pero deja plantadas en la memoria del espectador. Un clásico de todos los tiempos, que funde en su escena final la coexistencia del pasado, el presente y el futuro en una misma estructura temporal.

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Solaris, que ha tenido dos versiones, la primera en 1972 (A. Tarkovaki) y la segunda en 2002 (S. Soderbergh). Una persecución a través de extraños sucesos en una nave ubicada en un planeta lejano (Solaris es su nombre) hace confundir al protagonista con extrañas visiones del pasado y de su esposa fallecida.

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Mención a parte merecen dos cintas que además buscan abordar el asunto desde una perspectiva científica, sólo posible gracias a complejos efectos especiales acordes a las épocas en que fueron filmadas. La primera es Contacto (Contact, R. Zemeckis, 1997), versión adaptada de la única novela de ficción que escribiera el científico Carl Sagan. Si bien la cinta pretende fijar un punto de vista escéptico sobre la existencia de vida extraerrrestre, plantea una posibilidad humana de viajar en el espacio y de usar las curvaturas del tiempo de los agujeros negros para poder atravesar largas distancias.

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La segunda: Interestelar (Interstellar, C. Nollan, 2014), que busca mostrar la paradoja del tiempo y el espacio desde una perspectiva científica. Neil de Grasse Tyson ha dicho que es la mejor representación de un viaje a través de un agujero negro de acuerdo a las investigaciones disponibles, y eso no es cualquier cumplido: previene de un hombre que sabe perfectamente de qué está hablando, preocupado porque todas las personas se acerquen más a estos temas.

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Finalmente, valga esta apretada reseña de las películas que abordan el tema de los viajes en el tiempo para confirmar lo complicado de analizar el asunto. En la frontera entre varios géneros, el criterio central siempre será el propósito de los protagonistas para hacer el viaje, su planeación y cómo se imaginan los creadores que será una realidad alterna con estas características. Nunca se trata de un reto sencillo, pero tampoco nada que el cine, la fantasía, la ciencia o la imaginación no puedan resolver. Al fin y al cabo estas cintas también tienen un hilo conductor constante: no hay posibilidad de incidir más que en el momento presente, y todos somos viajeros en el tiempo de nuestra propia vida. El futuro, pues, en algún lugar nos espera.

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lorenaNorma Lorena Loeza Cortés

Es Profesora de educación preescolar por la Escuela Nacional de Maestras de Jardines de Niños, Licenciada en sociología y Maestra en Estudios Latinoamericanos por la Facultad de Ciencias Políticas en la UNAM. En el año 2000 recibió la medalla Alfonso Caso al Mérito Universitario, por parte de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM.

Ha sido profesora e investigadora en universidades públicas y privadas, en organizaciones de la sociedad civil y el sector público.

Ha presentado ponencias en foros nacionales e internacionales en temas sobre análisis de presupuestos públicos, educación, salud, jóvenes, incidencia política y análisis cinematográfico.

En 2011 participó en la publicación colectiva Femmes Fatales, 13 escritoras hablan de cine de terror, coeditado por Editorial Samsara y Festival Macabro. Actualmente, también es colaboradora en Corre cámara, Artes 9 y Cineforever, sitios electrónicos especializados en Análisis Cinematográfico y de arte multimedia.