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ESPECTRALIDADES DISIDENTES

QUEER GHOST HUNTERS Y LA BÚSQUEDA DE FANTASMAS LGBTQ+

 

Jessica Aguilar

 

Para Sthef y para Angie, porque en otros tiempos tal vez hubiéramos escogido el convento para ponernos místicas.

 

Vienen por las noches, aunque no todas. Tampoco son siempre los mismos, puedo distinguirlos por el sonido de sus pasos, incluso el de sus voces cuando se animan a hablar. Usualmente hacen preguntas, suelen comenzar con “¿Hay alguien aquí con nosotros?”. Intento responder, aunque la diferencia de medios dificulta la comunicación. Tal vez por eso traen con ellos tantas cosas que desconocía al inicio, pero ya me familiaricé con ellas. Cuando notan mi presencia continúan preguntando por mi nombre, por qué estoy aquí, quién era mi familia, si tenía esposo e hijos, incluso preguntan cómo morí. Soy un fantasma que no sufrió una muerte particularmente traumática, sólo quiero compañía, que alguien oiga lo que nunca pude decir. No, nunca tuve esposo, tampoco hijos. Algunas preguntas me parecen un tanto incoherentes, ¿quién busca espectros de mujeres casadas es un convento? Por algo vivimos enclaustradas. Eso sí, muchas conocimos el amor a nuestra manera entre las paredes sacras de nuestra morada. Sólo hace falta que pregunten por nosotras, las monjas lesbianas.

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Buscar fantasmas implica indagar en el pasado, hacer coexistir dos temporalidades aparentemente distintas en un solo punto de contacto. A través del tiempo, dicha concurrencia se ha experimentado de distintas maneras acorde con el discurso de la época. La Ilustración trajo consigo un énfasis por buscar esclarecimiento mediante la razón, por lo que se privilegió el conocimiento obtenido a través del método científico. Por lo tanto, la exploración del más allá para el espiritismo decimonónico implicó recabar evidencia objetiva de su existencia, lo cual conllevó el uso de las tecnologías disponibles en dicho contexto, tales como la cámara fotográfica. Durante el siglo XIX abundaron las imágenes de apariciones espectrales, algo igualmente común para el siglo XXI, sólo que ahora la fotografía ha cambiado, nos hemos habituado a su movimiento y a su accesibilidad. Las características mencionadas facilitan el quehacer de los populares cazafantasmas contemporáneos, cuyas investigaciones han cautivado a las grandes masas que consumen su contenido disponible en ciertos canales de televisión o en plataformas digitales.

Personalmente, quedé cautivada con este tipo de programas desde una temprana edad, una fascinación intensificada durante la pubertad, cuando (re)descubrí Ghost Adventures, también conocido en español como Historias de fantasmas. En éste, un grupo de tres investigadores paranormales —Zak Bagans, Nick Groff y Aaron Goodwin— recababan evidencia documental sobre lugares supuestamente embrujados para después pasar toda la noche encerrados en las locaciones y recolectar todo tipo de pruebas para encontrar espectros. El uso de aparatos como cámaras con visión nocturna, grabadoras de audio, cajas de espíritus, medidores de campos electromagnéticos, entre otras cosas, combinado con su química grupal, su humor y los sustos dieron como resultado un memorable show de televisión cuya fórmula ha proliferado.

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Entre tanto material guiado sobre la misma línea recta, recientemente encontré un programa que retoma ciertos principios para buscar fantasmas, pero decide desviarse hacia lo no convencional. Queer Ghost Hunters se contacta con entidades disidentes siempre presentes, pero raramente mencionadas.

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Liderados por Lori Gum —identificada como una mujer cisgénero lesbiana— y Shane McClelland —identificado como un hombre cisgénero gay—, el equipo de investigadores paranormales LGBTQ+ acude a lugares embrujados posiblemente habitados en el pasado por otros miembros pertenecientes a la misma comunidad. La primera temporada se desarrolla en el Collingwood Arts Center de Toledo, Ohio, un edificio readaptado que anteriormente fue el convento de las Ursulinas del Sagrado Corazón. El espacio del claustro posee connotaciones sumamente homoeróticas debido a sus habitantes, mujeres ajenas al rol de esposa procreadora y posicionadas fuera del espacio doméstico, aunque insertas en la esfera igualmente privada de la vida monástica. La cotidianidad cenobítica femenina conllevaba la continua interacción entre sus monjas, quienes construían distintos tipos vínculos afectivos. Dicha convivencia convierte al lugar en “a perfect breeding ground for lesbianism” (1), una suposición posible ante la variedad de relaciones establecidas. Para fundamentar este planteamiento, Katy Detrow, investigadora documental del equipo, busca información sobre la historia general del safismo en la religiosidad, remontado hasta el año 450 d.C. según su búsqueda. Asimismo, los Queer Ghost Hunters no se limitan a estas fuentes: acuden directamente a quienes vivieron en el convento ursulino para buscar testimonios de primera mano, aunque ello implique hablar con fantasmas.

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Antes del contacto directo en la locación, parte del grupo se dirige al cementerio donde yacen los cadáveres de varias monjas ursulinas. Ahí, Lori Gum visita las tumbas, habla con posibles espectros presentes e invita a cualquier monja homosexual interesada en visitar su antigua residencia a subir a la camioneta. Usualmente estas incitaciones no se recomiendan al contactar espíritus del más allá, pero esta serie no es convencional, por lo que sus métodos tampoco lo son. Una vez en el centro artístico, los queer de carne y hueso emplean varillas de radiestesia para comunicarse con las entidades. Éstas mueven dichas herramientas para contestar preguntas con “sí” o “no”. La monja que decidió ingresar al vehículo y acompañarles establece contacto con Lori, quien le atrae y a quien sigue hasta la casa de sus padres. Hay química entre ellas, pues posteriormente se revela que el dream ghost o fantasma ideal de la líder sería una monja lesbiana cuya orientación no hubiera revelado en su tiempo. Aunque diversas ficciones (y no ficciones) espectrofílicas podrían permitir una unión así, ambas deciden mantenerse como amigas, lo cual no implica que se amen menos.

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Queer Ghost Hunters posee episodios cortos, perfectamente producidos, llenos de cariño, amor y entrañables dinámicas de grupo. A todo lo anterior se suma su valor como memoria histórica para sectores disidentes difícilmente representados en historias oficiales marcadas por su heteronormatividad e incluso patologizados por discursos médicos de la misma índole. Además, el contacto con entidades siempre se hace desde el respeto y el genuino ánimo por convivir, una aproximación distinta a la de otros programas que ocasionalmente provocan agresivamente a los espíritus. Lo queer implica buscar alternativas a la convención, redescubrir, explorar y reconfigurar constantemente diversos constructos. Asimismo, hablar con fantasmas implica sus propios retos: ¿Cómo explicarle a alguien del pasado que la palabra queer se ha resignificado, que ya no tiene la misma carga peyorativa?, ¿cómo acercarse al vivir queer del pasado, el cual era distinto?, ¿cómo se construyen puentes entre pasado, presente y futuro? La tarea no es sencilla, pero los Queer Ghost Hunters lo intentan desde la curiosidad y una especial atención en los afectos.

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(1) QUEER Ghost Hunters-Hunting QUEER Ghosts PART 1: Lesbian Nun Ghosts! Directed by Queer Ghost Hunters, 2016. YouTube:

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Jessica Morales Aguilar

Estudiante de Lengua y literaturas hispánicas en la UNAM.

Le interesan tanto la literatura como el cine de terror.

El gótico representa una de sus grandes aficiones, de sus grandes amores.

Si encontrara un fantasma, probablemente éste huiría de ella.

@carmilla_of_otranto

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