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HALLOWEEN

Michael Myers y el legado de la máscara

Lorena Loeza

“Dime, Michael, ¿qué recuerdas de esa noche de Halloween?”

Sam Loomis, Halloween (2007)

Quizás uno de los disfraces más vendidos en época de Halloween en todo el mundo sea la máscara de Michael Myers, personaje que abrió la época dorada de las cintas acerca de una serie de sicópatas a sangre fría, que acabarían por redefinir el cine de terror para las nuevas generaciones.

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Antes de Myers, Tobe Hooper ya había realizado su legado al cine de sicópatas con Texas Chainsaw Massacre (1974). La cinta fijó la mayoría de los clichés de género, hoy fácilmente identificables gracias a su continua repetición: el uso de máscaras, elemento básico que deshumaniza al monstruo; el uso de sierras eléctricas, que produce el sonido “gore” de salvajismo e indefensión; las víctimas adolescentes, lo que confronta a la inocencia con  el instintito básico de supervivencia con la maldad y el acecho.

John Carpenter reelaboró el concepto para donar al mundo uno de los personajes de cine de terror más populares en todo el mundo. La cinta Halloween (1978), escrita y dirigida por Carpenter,  afianzó los clichés ya mencionados y agregó unos nuevos: el uso de un cuchillo filoso que brilla en la oscuridad y el tema musical -también creado por Carpenter-  de notas agudas de piano que se volvería un clásico, un detonador inconfundible para inspirar miedo y sensación de peligro inminente.

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Pero Carpenter fue un poco más allá que Hooper, al  tratar de contarnos la historia del asesino. Myers no es maldad pura salida de la nada. Es un sicópata nato -asesina a su hermana en una noche de Halloween-,  y debido a ello pasa la mayor parte de su vida en un hospital de enfermedades mentales. Por otra parte, Myers no es un campesino aislado e ignorante de la modernidad del mundo, es un chico de los suburbios que introduce en la mente del espectador la aterradora idea de que la despersonalización de la vida moderna puede crear monstruos en nuestro vecindario sin que estemos enterados.

La cinta tiene interesantes toques “gore” que además la hacen salvaje y sangrienta, y por lo tanto aterradora. La fórmula fue tan exitosa y efectiva que la tentación de seguir ganando dinero con ella terminó por agotar al personaje y a la historia misma. En total suman 7 secuelas (ninguna de ellas dirigida por Carpenter), 2 remakes dirigidos por Rob Zombie y una versión 3D que se proyecta para el 2014.

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Los remakes de Rob Zombie en 2007 y 2009 -titulados Halloween y Halloween II- acaso sean una de las mejores reelaboraciones que hemos visto en esta nueva moda del refrito en Hollywood.  El reto de contar una historia como ésta es la de superar las expectativas y sorprender incluso a los fans de la  versión original, que han tenido tiempo  a lo largo de todos estos años de aprendérsela de memoria.

Zombie tomó una serie de decisiones que le permitieron obtener un buen filme y  hablaron a favor de su propuesta. La primera fue la selección del elenco. El papel de Myers no era tan importante que recayera en un actor conocido o taquillero, porque finalmente traería máscara y hablaría poco. Aquí se decidió por Tyler Mane, a quien vimos como Dientes de sable en X Men. Pero al elenco de apoyo había que escogerlo con cuidado, y aquí incluyó a dos actores experimentados y bien identificados: el enorme Malcolm Macdowell y Udo Kier. Las actuaciones de ambos son impecables en la primera cinta, la experiencia acaba por imponerse y ambos logran figurar en medio de una situación tan caótica.

En términos de argumento, la propuesta se ocupó un poco más del lado sicótico y oscuro del personaje que la propuesta original. En la visión de Carpenter, el personaje de Myers se antojaba como una especie de engendro del mal explicado solamente por una condición de nacimiento. En las cintas de Zombie se explora un poco el lado humano -enfermo, pero humano- del personaje.

Ello no quita lo difícil  que es competir con un clásico, y la verdad es que a Carpenter le funcionaba mejor no dar tantas explicaciones. La suya no era otra cosa que su visión del mal encarnada en el mal mismo, así, sin mediación ni explicaciones. Zombie da más datos, pero no consigue que la explicación nos sorprenda demasiado. El mal  en ocasiones asusta más en su versión más cruda, más animal,  no necesariamente en su versión intelectual.

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El diseño de la máscara y los efectos fueron mejores: el ambiente fue un poco más sangriento -más gore, por supuesto- y más creíble. Más real, y quizás a algunos le parezca más aterrador.

Al final,  si bien es cierto que el cine de terror ha cambiado significativamente de Carpenter a Zombie, en realidad nunca pierde su esencia básica: la espantosa posibilidad de que hay monstruos entre nosotros. El caso es que hoy, 31 de octubre, las televisoras programan nuevamente todas las secuelas, en lo que se antoja ya por tradición,  el gran festival de Michael Myers y Halloween. La máscara de disfraz más vendida (sólo compitiendo con la de Jason Vorhees) y el tono de celular más usado esperan  así otro más de sus aniversarios. Que empiece la fiesta, pues…

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lorenaNorma Lorena Loeza Cortés

Es Profesora de educación preescolar por la Escuela Nacional de Maestras de Jardines de Niños, Licenciada en sociología y Maestra en Estudios Latinoamericanos por la Facultad de Ciencias Políticas en la UNAM. En el año 2000 recibió la medalla Alfonso Caso al Mérito Universitario, por parte de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM.

Ha sido profesora e investigadora en universidades públicas y privadas, en organizaciones de la sociedad civil y el sector público.

Ha presentado ponencias en foros nacionales e internacionales en temas sobre análisis de presupuestos públicos, educación, salud, jóvenes, incidencia política y análisis cinematográfico.

En 2011, participó en la publicación colectiva “Femmes Fatales, 13 escritoras hablan de cine de terror” coeditado por Editorial Samsara y Festival Macabro. Actualmente, también  es colaboradora en Corre cámaraArtes 9 y Cineforever, sitios electrónicos especializados en Análisis Cinematográfico y  de arte multimedia