Seleccionar página

Bitácora de Navegación del Nautilus 38

LA MIRADA TEMPORAL

 

Marina Ortiz

 

«No vayas a mirar detrás», me dijiste. «No importa lo que cruja detrás del columpio».

¿Recuerdan que en la infancia debíamos llenar los misterios del mundo con la imaginación? Las flores eran vestidos y maquillaje para hadas. Los animales, más que amigos, eran heraldos de una vida que no concedían acceder. Salir de la ciudad era una aventura donde las playas, los bosques, los campos y las montañas guardaban la promesa de lo inesperado y lo grandioso. Al crecer, el lenguaje nos ayudó a comprender el mundo y nos responsabilizamos de nuestra libertad e identidad. Hay más certezas ahora que nublan la fascinación.

La colección de cuentos Tornasol (Ocelote, 2024) de Alicia Mares es una brisa fresca de nostalgia. Son relatos sobre vacaciones familiares, anhelos infantiles, herencias emocionales, heridas, furias y magias domésticas. Diría que son cuentos de hadas contemporáneos porque sus conflictos terminan remitiendo a una dimensión de la realidad que trasciende —sutil, fuerte y compleja como telaraña— las minucias humanas. Aún cuando los hechos son realistas (por ejemplo, una chica encuentra a una camada de gatitos en su paseo matutino), existen en un entramado más amplio, misterioso, poético y deslumbrante. El cielo que los cubre es el cielo de lo mítico. El mundo sin lenguaje ni ciencia. Infinito y sin tiempo. Semejante a la consciencia infantil, cuando la memoria y el entendimiento aún no se han desplegado en la totalidad de su consciencia y, por lo tanto, los días son interminables. Los descubrimientos se secuencian a cada instante. Lo más mínimo es maravilloso y único. Como Bajtín dice, es un mundo sin Historia, con un tiempo propio, independiente y difuso; sólo así puede suceder una aventura que destile cosmovisiones y éticas con tanta determinación.

*

*

“Entonces ocurrió el sueño, la profecía extraña, el milagro imprevisto. Una de las medusas alzó uno de sus tentáculos, lo sacudió un par de veces de lado a lado. Lo extendió hacia mi izquierda, donde las luces eran menos intensas. Parecía hablarme a mí, sólo a mí. /Su aguijón traslúcido apuntaba hacia la salida.”

Tal vez sea por eso sea común que el cuento de hadas se asocie con las lecturas “iniciales”, casi exclusivas a la infancia. Tolkien dice, y coincido, que esto es un error. Y lo mismo pensamos con atributos de “ingenuidad”, “pedagogía”, “moraleja” y “simpleza” (en un mal sentido de la palabra). Como si la mente infantil fuera incapaz de aprehender el mundo y se le tiene que dar una interpretación reduccionista, intencionada. Nuestras experiencias primarias suelen teorizarse desde la ausencia y los límites, lo incompleto y lo errado. La visión adultocentrista concibe a la infancia como una etapa transitoria, restringida, casi indeseada en tanto que tiene que superarse para llegar a la cúspide del control, el entendimiento y la voluntad de la madurez. “¡Cuando seas grande lo entenderás, podrás, sabrás, verás…!”

“Cuando era niña y me quemé con la hornilla de la estufa a propósito, soñaba con la posibilidad de ejercer mi voluntad y dirigir mi vida hacia cualquier otro lado que no fuera el culto a la creación y la búsqueda de inmortalidad. No conocía, en ese entonces, las posibilidades de destrucción.”

La psicóloga y teórica de la enseñanza de la escritura Emilia Ferreiro nos advierte de desestimar la mente infantil, que ya es capaz de realizar complejos procesos de teorización, experimentación, análisis y construcción de sentido. La niñez es activa en su propio proceso de aprendizaje, de percepción, interacción y comprensión del mundo. El lenguaje, la narración, la ficción y la infancia forman una relación inquebrantable que dura toda la vida. Como dice la poeta Louise Glück: “Miramos el mundo una sola vez, en la infancia. /El resto es memoria.”

Es imposible regresar a la infancia. Pero si en ella existía el encantamiento, aun en el reconocimiento de lo peligroso, en la adultez podemos forjar un reencatamiento. Tolkien y su ensayo “On Faery Stories”, ya explorado en columnas pasadas (Hay un sol en mi corazón), explica que el Encantamiento dista de la Magia en tanto que ésta no es un arte sino una técnica, una herramienta para alterar el mundo, cuyo anhelo estriba en el poder sobre el mundo, el dominio sobre las cosas y la voluntad de otros. En cambio, el Encantamiento es la creación de Otro Mundo al cual podemos acceder con el objetivo de satisfacer un anhelo artístico. Busca el enriquecimiento mutuo, compañeros en el hacer y el disfrute. La Fantasía se fundamenta en el reconocimiento del valor de las cosas por sí mismas: libres de la posesividad. Es una renovación de la mirada, para ver las cosas como deberíamos. Es un impulso de apreciación y de esperanza. De sintonía con algo más grande, eterno, simple y hermoso de lo que creemos conocer. La Fantasía nace de un anhelo por armonizar, más que por entender. Es sentir, compartir, descansar y deleitar. En Tornasol, los personajes observan un mundo inconmensurable y aprenden a cuidar mejor de sí mismos y los demás. Abrazan las sombras. Su sentir se profundiza y se vuelve brújula.

*

*

“Te veo sonreír como quien no tiene necesidad de agregar detalles a su historia, como quien se levantará de este columpio con la paz somnolienta del hombre condenado a vivir. El obsequio está completo y, desde arriba, pestañean las constelaciones de vuelta.”

Estos cuentos reconocen que lo mítico, más perceptible en la infancia, deja una huella en nuestro espíritu. De ser conscientes de ella es que podremos entender, acceder y distribuir sus virtudes. Los cuentos de hadas, como los entendemos Tolkien y yo, versan sobre la esperanza que no reside en el poder de la mano humana o la Razón. Está en el corazón, en la rebeldía, el afecto, el riesgo, la incertidumbre, el perdón y la compasión. La propuesta de Mares afirma la vigencia de lo mítico, pues es en los misterios del silencio, la naturaleza, la humildad y lo pequeño donde encontramos lo más grande, eterno y certero de nuestra existencia.

*

Alicia Mares

**

AQUÍ puedes conseguir Tornasol.

****

Ana Marina Ortiz Baker

Soy Licenciada en Letras y Maestra en Literatura Hispanoamericana.

Los temas que me apasionan son la fantasía, la ciencia ficción, el cyberpunk, el cuerpo, la mujer, los espacios, los mitos y la naturaleza.

Me encanta indagar en los significados que sostienen un mundo ficticio y últimamente me siento muy cautivada por la sabiduría que lo mítico nos devela.

Me gusta mucho tejer, visitar ríos y arroyos, leer, el color beige, El señor de los anillosStar Trek, los pulpos, los tornados y el melodrama.

Organizo el proyecto independiente de La (cíclica) Sociedad del Fruto y el Mito (Ig X).

¡COMPÁRTELO!

Sólo no lucres con él y no olvides citar a la autora y a la revista.