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LAS CHICAS DEL MES

Miguel Lupián

 

A principios de enero publiqué en mis redes sociales que saldría con cuatro chicas…

 

¡Y lo hice!

(Con un ligero cambio de último minuto.)

Aquí la crónica:

Vampiros y limones de Karen Russell

La primera vez que escuché el nombre de esta joven autora norteamericana fue hace un par de años, cuando me topé en una librería a Rafael Villegas, quien buscaba su novela Tierra de caimanes. El nombre se quedó encajonado en mi cerebro, latente. Así que no dudé en tomar de la mesa de novedades, durante las compras decembrinas, un ejemplar de Vampiros y limones.

De primera instancia, el título no me atrapó (me gusta que sean más ingeniosos) y la portada es mala (característico de Tusquets). Mas todo se olvidó al leer las primeras líneas. Ocho cuentos largos y, sobre todo, fantásticos (aunque la editorial en ningún momento lo mencione). Vampiros, gusanos/mujeres de seda, gaviotas robarecuerdos, ventanas a otras dimensiones, presidentes reencarnados en caballos, eventos deportivos en la Antártida, tatuajes cambiantes y espantapájaros vivos.

Su narración es fresca y sencilla, sin algún tipo de adornos o florituras artificiales, pero con mucho oficio y una fuerte carga emocional. Algunos cuentos corren sobre la autopista de lo sobrenatural y otros caminan de puntitas en la frontera de la “realidad”, en lo fantástico como tal.

Aunque la premisa de “Vampiros y limones” me hizo recordar a Marceline de Hora de aventura, la historia respeta la tradición vampírica literaria, emparentándola con Déjame entrar, magnífica novela de John Ajvide Lindqvist. “Devanando para el imperio” es terrible y visualmente poderosa, muy a la Barker. “La legión de gaviotas desciende sobre Long Beach, 1979” me puso la piel de gallina, pues compartimos la idea de que algunas aves (para Karen las gaviotas, para mí los caranchos) pueden robar tus recuerdos. “La ventana de Hox River” es una extrañísima historia ubicada en el viejo oeste. “El establo al final de nuestro mandato” y “Reglas para hinchas en la Antártida, según Daugbert Shackleton” poseen un humor negro fantástico, donde ex-presidentes norteamericanos reencarnan en caballos y donde se disputa un Súper Tazón (mortal) entre krill y ballena, respectivamente. En “Los nuevos veteranos” me fue inevitable pensar en “El hombre ilustrado” de Bradbury. Y para cerrar con broche de oro, mi cuento favorito: “El monigote insepulto de Eric Mutis”, donde aborda el bullying desde el lado del victimario, sin justificarlo, con una conmovedora extrañeza (además, creo que éste hubiera sido un mejor título para el libro).

Gratísima sorpresa. Buscaré Tierra de caimanes y esperaré con ansias su próximo libro.

Escorpiones en las tripas de Diana Beláustegui

Diana es asidua participante de las convocatorias de Penumbria y una de mis autómatas consentidas. Por lo que me emocionó saber que le habían publicado un libro, y todavía más cuando me lo mandó en pdf, pues sólo se distribuye en Argentina, su tierra natal.

Esperaba encontrar la mayoría de los cuentos publicados en las antologías de Penumbria. Para mi sorpresa, sólo incluyó “El loro”, que forma parte de Penumbria, año I.

Quince cuentos insanos y breves, ilustrados por Rob Monst, donde predominan los personajes femeninos fuertes. Mujeres que, cansadas del machismo y la discriminación, a manera de metáfora siniestra, liberan a su Mrs. Hyde para tomar venganza por su propia mano. Mediante la precisión del gore y la poesía, estas mujeres “reales” alzan la voz. Voz poderosa que retumba en tu cuerpo, debilitando los conceptos patriarcales que tanto nos aquejan. Mujeres que al enamorarse no sienten mariposas en el estómago, sino escorpiones en las tripas.

Este tipo de proyectos me hacen sonreír, pues confirman que el terror en español hecho por mujeres no es una ilusión sino una realidad. Esperemos que la editorial ponga a disposición la versión electrónica.

La cámara sangrienta de Angela Carter

A pesar de que es una figura importantísima en la literatura fantástica, no fue hasta que leí este ensayo de Jazmina Barrera que decidí buscar sus libros (tarea un poco complicada, porque sus traducciones ya sólo se consiguen en librerías de viejo). De último minuto cambié The magic toyshop por La cámara sangrienta para mantener la dinámica del cuento.

La hermosa edición que leí corrió a cargo de Sexto Piso, ilustrada por Alejandra Acosta, cuyas imágenes estilo grabado donde sólo resalta el rojo volvieron más siniestra la lectura.

Esta colección de cuentos son reinterpretaciones de los clásicos cuentos de hadas: “Barba azul”, “La bella y la bestia”, “El gato con botas”, “Blanca Nieves”, “Caperucita roja”… Por lo que este libro contó como dos: después de leer cada cuento, releía la historia original, enriqueciendo el resultado.

Lo maravilloso de las versiones de Carter es que, a pesar de que las premisas se mantienen prácticamente intactas y la época en que se desarrollan no varía demasiado, desarrolla mejor a los personajes, liberándolos de su escala monocromática original; respeta la brutalidad de las historias, pero le añade un toque erótico, decadente; le da voz a los personajes femeninos y evita la moraleja fácil.

“La cámara sangrienta”, versión carteriana de “Barba azul” (a quien la escritora Solange Rodríguez le dedicó una serie de magníficas minificciones), fue mi cuento favorito: está lleno de referencias literarias y musicales; la que más me sorprendió, porque sólo la había leído en la obra de Emiliano González, fue la referencia a las aguafuertes de Félicien Rops. Las versiones de “La bella y la bestia” (“El cortejo del señor león” y “La novia del tigre”) son brutales y conmovedoras a la vez. “El gato con botas” es divertidísimo y las variaciones de “Caperucita roja” (“El hombre lobo”, “La compañía de los lobos” y “Lobalicia” (donde además se da el lujo de mezclarlo con la Alicia de Carroll)) son extraordinarias.

Este es un libro de colección.

Tusitala de óbitos de Lola Ancira

Aunque se publicó en 2013, fue hasta noviembre del año pasado cuando coincidí con Lola en una presentación e intercambiamos libros.

Tusitala de óbitos es una colección de quince cuentos fantásticos repletos de referencias a autores que me encantan, como Gorey, Borges, Huidobro, Elizondo, Leroux, Goethe, Pavese y Dávila, entre otros, y de libros inexistentes, como De Incendis Corporis Humani Spontaneis y The philosophy of time travel de Roberta Sparrow (Donnie Darko).

Desolación, muerte y dolor (mis temas recurrentes) son los hilos que tejen la manta misteriosa que se cierne sobre el lector, reconfortándolo a través de la maravilla, de la cálida poesía que gotea de cada una de sus páginas.

Lola creó quince diminutos huevos de palabras y los colocó bajo tu cama, para que a través de ellos, mientras te ocultas bajo las sábanas de la desesperanza, recibas la inmortalidad.

Otra grata (y cósmica) sorpresa. Este libro merece una mejor distribución.

 

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Miguel Antonio Lupián Soto

Ex alumno de la Universidad de Miskatonic, feligrés de la iglesia Cthulhiana y devoto de San Lemmy.

mortinatos.blogspot.mx

@mortinatos