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LOS QUIJOTES DECADENTES

I

Emiliano González

 

 

En la literatura sobre las mujeres quijotescas, más que alucinaciones hay en las mentes femeninas adaptaciones de realidades prosaicas a tramas heroicas y góticas de libros leídos apasionadamente. Las realidades, al ser monótonas, provocan desesperación en las mujeres, que las confunden con las fantasías, con las metáforas. Arabella de La mujer Quijote de Lennox…

Catherine de La abadía de Northanger de Austen…

Indiana de Indiana de George Sand…

incluso Tulia de Isis de Villiers de l’Isle-Adam, se ven metidas en situaciones riesgosas, al identificarse con los personajes de los libros leídos. Tulia, vestida con una armadura, sale de noche a los barrios peligrosos, después de leer libros de magia y de matemáticas, buscando una fusión de religión y ciencia, pero encontrando el delirio.

Al no hallarse en ambientes finos y literarios, con la buena prosa de los libros leídos, sino en realidades aisladas, prosaicas y frustrantes, las lecturas de las mujeres se vuelven locuras. Las mujeres no toman los libros como control de las emociones (para evitar excesos y defectos de piedad y terror) sino como estímulos para las emociones… y los riesgos. Las autoras de los Quijotes femeninos resuelven los problemas mentales de sus protagonistas por medio de matrimonios, y Villiers de l’Isle-Adam por medio del amor, al considerar ––como Baudelaire–– al matrimonio como un mero contrato social.

El opiómano Usher confunde los ruidos del libro caballeresco con los ruidos provocados por su hermana, que ha sido enterrada viva: la metáfora es confundida con la realidad. En la novela Al revés de Huysmans, publicada en 1884, Des Esseintes confunde lo artificial (organización baudeleriana del caos de la naturaleza) con lo perverso, en este caso con el sacrificio de un animal, para lograr un fin supuestamente artístico: una tortuga ––que forma parte del cosmos, no del caos–– es torturada con las joyas que le ha incrustado, hasta que muere. Son similares a Des Esseintes los pintores que matan a sus modelos para lograr fines supuestamente artísticos. Estos pintores villanos hacen como si la herida de Urano fuera necesaria para dar origen a Afrodita, como si la Medusa fuera necesaria para dar origen al Pegaso, como si el mal fuera necesario para dar origen a la flor, cuando Afrodita, Pegaso y flor son protestas contra el mal e invitaciones a prevenirlo. Las Afroditas se reproducen, los Pegasos se multiplican y las flores dan a luz nuevas flores, sin necesidad de pasar otra vez por el derramamiento de sangre. En Al revés, los libros leídos por Des Esseintes no provocan locura sino lucidez: él los lee para evitar excesos y defectos de masculinidad, así como toma medicinas para evitar demasiada linfa en la sangre. El decadentismo se opone al inmoralismo. Des Esseintes busca un remedio para la melancolía en la invención moderna y concreta, en el artefacto de su época, en la locomotora, pero desgraciadamente la encuentra superior a la mujer.

La sociedad que rodea a Des Esseintes, por medio de mala educación, lugares comunes y aburrimiento, se las arregla para aislarlo y encerrarlo en su casa. La experiencia real, al ser violenta, frustrante o dolorosa, lo obliga a encontrar un refugio en la experiencia irreal, y una ilusión en la soledad, poblada de libros y cuadros.

Es una sociedad falsamente democrática la del imperio y la burguesía, en que no hay lugar ni tiempo para el aristócrata iniciado en el ritual dionisiaco, religioso y poético, el aristócrata que en la antigüedad era precursor del demócrata. Malagradecida y grosera, tal sociedad lo enloquece. Como la sociedad acepta su parte religiosa pero rechaza su poética, Des Esseintes se ve llevado a dudar entre el suicidio y el cristianismo. Este último no debe tener poesía ni arte de ningún tipo, a menos que sea al servicio de la religión, ya que el estímulo de lo emotivo, con el fanatismo correspondiente, es lo que interesa a tal sociedad, no el control, que permite que la emoción ayude al humano. Por ende esa sociedad estimula todo lo imitativo, todo lo que aproxima al hombre a la actitud animal o vegetal, puramente reproductiva, y no la invención ni la crítica. Por eso Des Esseintes odia lo animal y lo vegetal. En el artificio busca lo humano, la organización del caos. Pero enloquece en esa búsqueda, llegando al exceso artificial. En vez de acompañar a la vivencia real con la irreal, pasa de una experiencia irreal a otra. Los placeres de la imaginación se vuelven dolores al no haber placeres del cuerpo en movimiento (ejercicios y sexualidad amorosa). Al impedir el erotismo, la sociedad le impide salir de los males (excesos y defectos de masculinidad) que lo aquejan. El deber sexual, en vez del placer, en el contrato social del matrimonio, no logra curar a los homosexuales, como lo demuestran Wilde, Lord Alfred Douglas, Verlaine y Gide. El narcisismo en que se ven metidos Wilde y Lord Alfred, con sus mujeres Constance y Custance, implica dobles, réplicas, duplicados, reflejos en espejos de fatalidad. Es imitada la vivencia infernal de Verlaine y Rimbaud. El deber sexual del matrimonio estimula el homosexualismo, al rechazar el placer. Des Esseintes no puede vivir el erotismo, en que el amor humaniza lo sexual. Por medio de la erística, la sociedad del orden establecido vuelve narcisismo su amor propio, solipsismo su dialéctica, individualista su actitud personal, inmoralismo su decadentismo. Robert de Montesquiou, modelo del duque Des Esseintes (personaje con elementos del propio Huysmans) es también modelo del barón de Charlus de Proust, que no intenta controlar su homosexualismo. En esto Proust es infiel a la verdad, pues Montesquiou es autor de una nueva versión de Descripción de la isla de los hermafroditas, la sátira menipea de Artús. En el libro Sodoma y Gomorra, Proust es una especie de Maeterlinck homosexual y pseudo-científico, al aludir a los amores de las abejas y las flores.

La evocación del pasado, usando el sensorialismo, es parte de los placeres de la imaginación, pero (como lo demuestra Des Esseintes) no debe ser usada para sustituir los placeres del futuro sino para estimularlos. Des Esseintes comete el error de usar la evocación como finalidad. Invitando al lector a concebir un objeto refiriéndose a sus características, irradiaciones y atributos, el autor simbolista provoca la participación del lector en el acto creativo, de tal modo que el lector se ve obligado a imaginar el objeto. El placer de la participación del lector se ve deformado por Des Esseintes, que cree que el objeto es despreciable y prefiere su ausencia en vez de su presencia, su planeación en vez de su realización, su ideal en vez de su realidad.

Después de describir la “vergonzosa amistad” de Des Esseintes con un jovencito, Huysmans se refiere a la mezcla de brujería y santidad: Des Esseintes se abandona a “visiones físicas y ardores espirituales”, a “obsesiones libertinas y místicas”, a “originales éxtasis, crisis celestes o malditas” que Huysmans llama “aplastantes por las pérdidas de fósforo que ocasionan”. Recordemos “El pueblo blanco” de Machen y los éxtasis de brujas y de santos a los que se refiere el velado homosexual Ambrose ante los jóvenes.

Dorian Gray alude al mismo tema cuando observa sobre un libro amarillo imaginario (basado en Al revés): “Uno no sabía si estaba leyendo los éxtasis espirituales de algún santo medieval o las confesiones mórbidas de un pecador moderno. Era un libro venenoso.” A Gray no le gusta el libro, pero le fascina, como confiesa a Lord Henry. Se ve atraído por el tema inmoralista, mas no por la actitud decadente del autor. Machen, en “El pueblo blanco”, no apoya a Ambrose por ser homosexual sino por la Golden Dawn, sociedad secreta parecida a la sociedad victoriana en general, al favorecer la existencia de personajes como Ambrose, que va del moralismo al inmoralismo, del exceso al defecto de ética. Enemigo de la libertad de sus miembros, la Golden Dawn apoya por un lado al cristianismo y por otro al súper-hombre, propiciando errores de Yeats y de Bernard Shaw. Semita y anti-semita a la vez, la Golden Dawn fecunda la aparición de los Jefes Secretos, como sociedad secreta llega a ser un mero disfraz del irracionalista McGregor Mathers. En “El pueblo blanco” (escrito en 1899) hay escándalo ante “El libro verde” con su brujería y su hashish, y en Jeroglíficos (libro escrito en el mismo año) hay elogio del hashish. Yo diría que brujería y santidad son extáticas en la literatura, pero no en la vida real, en que se ven sustituidas por crueldad, cursilería y vivencias inexpresables. La Golden Dawn se origina bastante en Georg Firedrich Daumer, autor romántico e irracionalista, que según Albert Béguin “había concebido (cosa curiosa: con motivo de la lectura de las Rêveries de Nodier) una teoría del Superhombre futuro, de la cual se sirvió para combatir al cristianismo… hasta el día en que, después de convertirse, se hizo un ferviente apologista católico y reconoció en Jesucristo al superhombre de sus viejas elucubraciones filosóficas.” La aurora dorada ––the golden dawn–– es una imagen del poema “Epipsychidion” de Shelley; la aurora y el oro están al comienzo del poema “La esfinge” de Wilde y la aurora y la plata están al final de “La casa de la cortesana” del mismo autor. Esto último es significativo, pues la Golden Dawn acaba siendo una “aurora” nietzscheana con libertinaje. La aurora y el oro, la esfinge y la cruz de “La esfinge” de Wilde reaparecen en las ilustraciones para la novela Elois y Morlocks (1909) de Blondel-Clendábims, una novela en contra de H. G. Wells, con curiosos detalles pre-nazis.* El Cristo sobrehumano de Santa Juana de Bernard Shaw ––basado en el de la Golden Dawn–– es refutado por Jesucristo Superestrella, ejemplo de teatro subterráneo.

Los nazis, que arrojan los libros de Wells a la hoguera, también destruyen, en 1945, en la Universidad de Viena, el panel “Jurisprudencia” de Klimt, con un pulpo entre mujeres desnudas, pulpo que el esteta Philippe Jullian ha considerado un símbolo del mal y que ya tenía implicaciones irracionalistas al ser destruido como “escandaloso ejemplo de decadencia”.

La comparación hecha por Thomas Love Peacock de los pulpos con los dioses hindúes, el pulpo gigante de Verne y los pulpos alados de Lautréamont, enemigos de la humanidad, inspiran a Wells, que imagina marcianos tentaculares, monstruos superiores al hombre (gigantes que son vencidos por pequeñas bacterias, como Goliath vencido por David metamorfoseado). También inspiran sus dioses tentaculares a Lovecraft, superiores al hombre y ubicados “más allá del bien y del mal”. El regreso de Cthulhu, propiciado por las estrellas, implica una humanidad que hace a un lado a la moral y a las leyes para gritar, matar y gozar. Wells en su novela alude a teorías fantásticas, publicadas entre 1880 y 1920, “relacionadas con la existencia de superhombres y de sociedades más evolucionadas que la nuestra”. Es anterior a Cthulhu la mujer pulpo del poema “Implacable” de Nervo, diciendo que ha matado a Dios junto con Nietzsche y que no ve la Vía Láctea sino “el cadáver de Dios en las esferas”. La mujer-pulpo nietzscheana está emparentada con el demonio de la lujuria, que tiene cien tentáculos en “El hombre de la muñeca extraña” de Antonio de Hoyos, y con el monstruo tentacular de la portada de El pasado del mismo autor, monstruos que nos remiten a los dibujos de Ruelas para el poemario Crótalos de Elizondo, que muestran monstruos tentaculares con manos humanas.

En La máquina del tiempo de Wells está el siguiente fragmento: “…me vino la idea de que podían existir cementerios u hornos crematorios más allá de mi campo de exploración”. La edición que contiene este fragmento es pequeña y curiosa, y aunque le falta la página del título, podemos deducir que Nervo es el traductor, ya que es de la Tipografía de la revista “El Mundo” (revista en que colaboraba Nervo), y está encuadernada junto con la primera edición de El donador de almas de Nervo y otros libros de 1899, de la misma Tipografía. El título de la versión es La máquina para explorar el tiempo y, aunque es condensada, incluye las flores amorosas de Weena.

El diálogo con la mujer amorosa salva al protagonista de “Noviembre”, fragmento de Flaubert escrito en 1842, en que el solipsismo egoísta es la principal locura. Las flores y los cadáveres de la selva mental del protagonista provienen de Orlando furioso. Samuel Crámer, de La Fanfarlo (1847) de Baudelaire, no logra salvarse y termina en una trampa de falso socialismo. Es precursor de Des Esseintes al ser lector de místicos y sensuales y al amar el maquillaje, y el narrador dice que “de buena gana volvería a pintar los árboles y el cielo, y si Dios le hubiera confiado el plan de la naturaleza, quizá lo hubiera corrompido.” Crámer es autor de cuatro libros, y el último, de cuyo título no quiere acordarse el narrador, está lleno “de inspiración, energía y curiosidades”. Las partes masculina y femenina de la mente de Crámer no están bien colocadas. Gracias a la mística y al sensualismo, quiere alejarse de “armaduras, vajillas, muebles, albergues góticos y castillos de melodrama, donde se pasean algunos maniquíes con resorte…” Sin embargo, la relación de Crámer con la mujer espiritual es absurda y la relación con la mujer sensual es demasiado fugaz, aunque le sirve para relacionar al erotismo con el deseo y no con la necesidad.

El amante de las torturas, personaje de Julián del Casal, confunde decadentismo e irracionalismo, y continuando a Des Esseintes, lee a Laforgue y a Retté, que es como leer a Baudelaire y a Sade. Retté y Sade comparten la noción de la naturaleza maligna y torturadora. Casal influye sobre Arthur Machen, que imagina a Lucian, admirador de De Quincey que confunde infierno con paraíso, dolor con placer, y se entrega al opio, volviéndose “el torturador de sí mismo”, el “eautontimoroumenos” de Baudelaire y Terencio. Finalmente muere, en la novela La colina de los sueños. El brillo en el cielo del comienzo de la novela se vuelve al final el brillo en los ojos de Lucian, “como si las grandes puertas de un horno estuvieran abiertas”, metáfora basada en un fragmento de Baudelaire sobre el artista Boudin, en que se refiere a “nubes con formas fantásticas y luminosas” y a “esos enormes hornos abiertos… horizontes de luto o que chorrean metal fundido”, y añade que se le han subido al cerebro “como una bebida embriagante o como la elocuencia del opio”.

Dorian Gray fuma opio y, entre líneas, considera a Fausto un mártir, no un imprudente y, de manera muy obvia, confunde héroes con villanos, amigos con enemigos. El libro amarillo y decadente ––símbolo de Al revés–– no le gusta pero le fascina, pues el autor ––diría yo–– critica al inmoralismo pero lo describe minuciosamente. La actriz Sybille Schmitz, del filme Vampyr o la extraña aventura de David Gray, se suicida, harta de papeles secundarios e identificada con la actriz suicida Sybil de la novela de Wilde, actriz que es víctima del inmoralista Lord Henry.

La mala costumbre de Wilde, confundir al inocente con el culpable, proviene de “Pluma, lápiz y veneno (un estudio en verde)”, que es entre líneas un retrato del creativo autor Pater, vuelto pintor asesino. Después, en Salomé, Wilde deforma el arquetipo de la princesa inocente bajo la luna y la nube. El libro amarillo de Dorian Gray le inspira a Chambers El rey de amarillo, obra de teatro imaginaria que al ser considerada loca provoca más locura, y que unida al reino imaginario Micomicón de Cervantes le inspira a Lovecraft el Necronomicón del árabe loco Alhazred, obra de poesía pseudo-científica en que el autor se refiere a Horlas visibles y espantosos. El “estudio en verde” de Wilde le inspira a Jean Lorrain la novela Monsieur de Phocas acerca de los ojos verdes, novela influida por los españoles Bécquer, José de Selgas (“Mal de ojo”) y Cervantes, por el americano Poe y por el alemán Hoffmann. El poema de Poe, “A Helen” (inspirado por un poema de Moore) le da a Lorrain la idea de la obsesión por los ojos. El “estudio en verde” de Wilde le inspira a Lorrain las ideas del pintor que mata a sus modelos y de las ganas de matar que le dan al duque de Freneuse cuando contempla los cuadros decadentes de Moreau. El duque (un Des Esseintes edípico) finalmente huye de la corrupción europea viajando al Oriente, acaso creyendo real la selva imaginaria de “Noviembre” de Flaubert.

 

Continuará…

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* El ocultista reaccionario Brâhmâcharia Bodhabikshu, en su libro La filosofía esotérica de la India (publicado en español en 1914), dice que los semitas han construido casas, templos, canales, jardines, máquinas y esfinges, y que los arios han creado la mitología, la religión, el arte, la literatura, la filosofía, el derecho y la ciencia europea. El autor añade que los semitas se estancan mientras los arios avanzan.

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Emiliano González

Autor de Miedo en castellano (1973), Los sueños de la bella durmiente (1978, ganador del premio Xavier Villaurrutia), La inocencia hereditaria (1986), Almas visionarias (1987), La habitación secreta (1988), Casa de horror y de magia (1989), El libro de lo insólito (1989), Orquidáceas (1991), Neon City Blues (2000), Historia mágica de la literatura I (2007) y Ensayos (2009).