#MINIRP
60
#minirp es un ejercicio literario (utilizando la plataforma Twitter) que incentiva la imaginación, partiendo de una imagen dada para crear historias.
Las historias que sobresalieron en nuestro ejercicio 60:
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La abuela me dijo que tenía que fingir dormir. Los primos de Sun Wukong cumplían deseos si les veías los ojos, hasta volar.
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Curiosos, acudieron desde las provincias más lejanas de la isla para contemplar a la extraña de occidente y su muñeca de carne.
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En la tienda oriental reinaba la magia, personajes que salían de sus grabados y personas que pasaban a formar parte de sus sueños.
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Acariciaban sus cabellos embelesados con la tez de su cara. Querían que el muñeco tibetano tuviera progenie con la muñeca checa.
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Las muñecas japonesas lo habían decidido, ya no querían ser muñecas, querían respirar. Una de ellas tomaría el lugar de la pequeña.
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Los siete enanitos japoneses jamás imaginaron que tendrían dos blancanieves que cuidar.
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«Lo que no me gusta de ser juguete es que siempre soy presa de las pesadillas infantiles», dijo la muñeca antes de perder la cabeza.
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En el sueño, hombrecitos le hablaban del primer tiempo. Ella sostenía una muñeca mientras se hundía en cantos de aves desconocidas…
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Y así, hasta la eternidad, los sueños de la princesa en cautiverio son velados por la cohorte del pequeño emperador de aquel país.
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Ruedan por el suelo las ilustraciones prohibidas que habían encontrado, ahora ellas sueñan y las figuras pasean.
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Ninguna transmigración de alma había tardado más de dos minutos. Estaban por presenciar algo majestuoso.
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Alicia en el cuento de Blancanieves, postergando su regreso al país de las maravillas.
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Cuando la niña se dormía, su muñeca jugaba con los gnomos que residían en los intestinos de las paredes.
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Tenían una relación a distancia de cuento de hadas que acabó en cuento de terror cuando decidieron conocerse en persona.
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Los muñecos veían maravillados la tersa piel de la niña. «Lucirá hermosa en nuestro aparador», pensaron.
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Invocados por una fabulosa imaginación de impureza, los demonios saben cuando son queridos, si no puedes mirarlos, cierra los ojos.
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Sordas ensoñaciones peregrinas en palabras de fetiche se asoman a los oídos necios y locos de la infante que dormita la muerte.
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Alicia bebió zake de una copita marcada con el rótulo «bébeme». Las marionetas bunraku la esperaban para cuando despertara.
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HAIJINA. Al despertar, ya sabe qué será de grande. Diecisiete muñequitas japonesas la han visitado en sueños.
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LOS SUEÑOS DE LA BELLA DURMIENTE
Ésta era una niña que se sentó a esperar a la muerte pero, como nunca llegó, se echó a andar. Entonces se encontró con la vida.
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Ésta era una niña cuya especialidad era existir. Jamás supo ser.
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Ésta era una niña a quien le regalaban rosas. Siempre se marchitaban, igual que su corazón.
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Ésta era una niña que poco a poco murió de una indigestión de trabajo rancio y sueños podridos.
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China era tal y como la había imaginado. A su escasa edad, la niña era capaz de someter al espacio-tiempo a sus caprichos.
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Los soldados de juguete hicieron una función de kabuki para alegrar a la muñeca rota.
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Aunque el cuarto de los juguetes es pequeño, mi hija prefiere dormir ahí. Ahora le ha dado por llevar flores de cerezo en el cabello.
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Harta del viaje por El País de Las Maravillas, Alicia retornó a su comodísima alcoba, el hogar de los viejos muñecos ojirrasgados.
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Sueño sin número- Otra vez Las Gemelas de Tela Onírica aparecen en la sala de tonos ocres, alguien las custodia… algo las observa.
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Cosida a los recuerdos oníricos está Ella, la ingenua damisela de algodón y cáñamo, la de origen incierto, reina de días ya idos.
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Todos los lunes publicaremos una nueva imagen.
¡Muchas gracias por jugar con nosotros!
