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PENUMBRIA Y LA REALIDAD COMO UN CUADRO

¿Vivimos en un holograma?

Nelly Geraldine García-Rosas

 

 

En Penumbria acaban de dar, para siempre, las cinco de la tarde. La entrada anterior de El laboratorio de Rudisbroeck esboza un par de ideas sobre la posibilidad de detener el tiempo (o, por lo menos, aparentarlo) como en la ciudad del otoño perpetuo. Pero las maravillas del sitio imaginado por Emiliano González son tantas como para pintar un cuadro gigantesco: la realidad.

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Nuestra realidad podría también estar “pintada” en la orilla del universo. Al menos eso implica el principio holográfico, una propiedad especulada para la gravedad cuántica y otras teorías que, debo aclarar, no son muy aceptadas por la comunidad científica.

El principio holográfico tiene su origen en la paradoja de la información en los agujeros negros. Sabemos que nada puede escapar de uno, ni siquiera la luz, por lo que la información de cualquier cosa que tenga la mala fortuna de caer en él debería correr la misma suerte, ¿no? *prepárense para la paradoja* Uno de los postulados fundamentales de la mecánica cuántica dice que no puede perderse la información de un sistema aun cuando colapse su estado cuántico. De modo que si la información de todo lo que está dentro del agujero negro no se pierde debe estar en algún sitio: posiblemente codificada en su horizonte de sucesos (el punto sin regreso).

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Lo anterior inspiró al físico holandés Gerard ‘t Hoof para pensar que cierto volumen del espacio puede estar codificado como una estructura bidimensional en sus propios bordes. Esto sugiere que el universo entero podría ser como un holograma: la representación tridimensional de una imagen que existe originalmente en dos dimensiones.

Dado que las ideas teóricas responden a la forma en que funcionan los verdaderos hologramas es posible ponerlas a prueba. Los hologramas suelen verse borrosos dependiendo de la calidad de los pixeles de la imagen original (como cuando se aumenta el tamaño de una fotografía). Si este fuera el caso de nuestro universo, se podría detectar el “ruido” causado por los “pixeles” del espacio (los cuales se miden en la escala más pequeña imaginable: la longitud Planck o 1.6 x 10 -35 metros). Para ello en el Fermilab se está construyendo un Holometro que, de encontrar o no “ruido holográfico”, ayudará a comprender mejor las propiedades y naturaleza de la realidad.

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La idea de un universo holográfico puede sonar aterradora porque parece negar la existencia de las tres dimensiones que experimentamos todos los días. Sin embargo, sólo sugiere que la tridimensionalidad no es una propiedad fundamental del espacio (sino una emergente) que ocurre únicamente en escalas macroscópicas, pero que no cambia el significado de nuestra existencia ni la manera en que vivimos este enorme cuadro del cual formamos parte.

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*La imagen de R2-D2 proyectando al universo me la robé de este artículo en Wired.

**El logotipo del Holometer es gracias al Fermilab.

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nelly4Nelly Geraldine García-Rosas tiene la ligera sospecha de que algo cambió cuando mandó su imagen holográfica a Obi-Wan Kenobi, pues él es su única esperanza. Para saber más (o, quizá, menos) visita nellygeraldine.com