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SANGUINARIUS

y otras narraciones vampirescas

 

El Conde de Betancourt

 

 

Supongo que la gran mayoría estará de acuerdo conmigo de que los vampiros en la literatura han sufrido un declive de proporciones atemorizantes por uno u otro motivo; quizás, el más representativo, y del que soy un ferviente defensor, sea el mal enfoque que se le ha dado en los últimos tiempos, ya que los escritores contemporáneos —sobre todo aquellos que piensan más en el dinero que en aportar algo de calidad a este basto mundo— abogan más por vertientes rápidas y carentes de todo contexto histórico y folclórico al emplear argumentos deficientes en lugar de hacer uso de la temática real que tanto envuelve a los hijos de la noche. Seamos honestos: aquella legión de personas, que en otro tiempo hubiesen ostentado el título de “hacedor de sueños”, se han convertido en una horda de perezosos respecto al ámbito de la investigación tanto histórica —no me cansaré de repetirlo—, así como también en la literaria; aspectos, según creo yo —y también el Marqués de Sade, por supuesto—, son necesarios para crear una obra de buena calidad, ya que el escritor, según las sabías palabras de este mismo autor, debería ser el porta voz de su época. Por esta y muchas otras razones más es por la que, hoy por hoy, la literatura fantástica no cuenta con el prestigio que se merece, puesto que lo que han hecho con la mayoría de las criaturas que protagonizaban sus narraciones han sido ultrajadas: vampiros, no muertos, hombres lobo, hechiceros, en fin… todos han perecido.

En lo personal, el caso del vampiro es el más deprimente de todos, pues al ser una figura atemorizante en el pasado, al ser incluso el personaje gótico que logró opacar a otras figuras emblemáticas del género tales como Fausto, el Judío Errante, Zanoni e inclusive el mismo Melmoth, hoy no es más que una broma debido a todos los cambios tan drásticos que ha sufrido. Ya no inspira temor, ya no es una representación del anticristianismo o de nuestra propia bestialidad, ya no es un ser demoníaco que necesita vivir de orgías sangrientas; ahora es todo amor y todo candor.

El final del vampiro resultó ser meramente gótico tal y como las historias que alguna vez protagonizó: contradictorias y trágicas. Si me lo preguntan, cuando suelo analizar circunstancias como esta, a veces me asalta la idea de que la evolución de un concepto no siempre es tan buena como se nos ha dicho; sin embargo, de cuando en cuando, tengo la fortuna de toparme con una antología como Sanginarius: 13 historias de vampiros, en la que se recopilan una serie de cuentos de la vieja escuela donde el ser humano no es otra cosa sino un amasijo de alimento fresco y listo para ser asesinado.

Valdemar posee dos ediciones de esta entrega: aquella destinada a la colección Gótica y la del Club de Diógenes, que como hemos aprendido a lo largo de estas reseñas, no hay diferencias relevantes salvo en su maquetación, proporciones y diseño de cubierta. Así pues, el ejemplar del día de hoy es precisamente el de Gótica, el cual es el número 60 de la serie, siendo el tomo sucesor de Drácula. La imagen de cubierta lleva por título “La extraña caza del doctor Darwin” y fue elaborada por Óscar Sacristán.

Sanguinarius, al igual que el compilado de Vampiras: antología sobre mujeres vampiro, trata de reunir de manera cronológica algunas de las historias más icónicas sobre estos bebedores de sangre, pasando por una de las muchas versiones del legendario relato escrito por Polidori (y robado más tarde por Lord Byron y tantos otros), así como también por algunos creados durante la época victoriana, los aparecidos en la Weird Tales, la pluma de Richard Matheson (autor de Soy leyenda), personajes hartamente extravagantes como Gustav Meyrink y culminando así con el cuento que da título al libro, el cual fue publicado en la famosísima revista para caballeros Playboy, porque… oh sí… Playboy albergó entre sus páginas a más de un autor de terror, tal y como fue el caso de Stephen King.

Otra característica importante a destacar es una especie de prólogo que acompaña a cada relato durante su comienzo, lo que nos abre un panorama mucho más extenso sobre el transfondo del texto en cuestión. Como ya lo dije, debido a su acervo cultural, la leyenda del vampiro se encuentra en casi todos los rincones del mundo de un modo u otro y, hasta cierto punto, existen unos cuantos cuentos de aquí que intentan retratar eso.

Con una calidad ligeramente superior al tomo de Vampiras, es bien sabido que cuando se reúnen a diferentes autores dentro de un mismo libro algunos relatos suelen ser superiores a otros por muy diversos motivos; aun así, recordemos que este aspecto es meramente objetivo, porque los cuentos o los escritores que me gusten a mí no necesariamente tienen que ser los mismos que los de ustedes.

Empecemos por el más importante de todos: “La novia de las islas” de Charles Nodier, aquel relato del que hablé al inicio, y que durante su prólogo se nos dice que su base no es otra sino aquel cuento creado por Polidori y del que giran un sinnúmero de infortunios —comenzando porque Lord Byron quería apropiárselo—. Esto provocó que, sin duda, el texto original pasase a convertirse en una ramera barata, ya que aprovechándose en los huecos de su legalidad, una suma considerable de autores lo rescribió a su propia manera siendo esta, para mí, la mejor de todas las versiones, e inclusive, tal vez, superior que la del mismo Polidori; y no me mal interpreten, pues nunca dije que aquel cuento sea malo, más bien, supongamos por un momento, que adolece del mismo síndrome que Los misterios de Udolfo —el cual explicaré a profundidad en un futuro artículo—. Pero regresando a lo que nos compete, “La novia de las islas” nos relata, en esencia, el mismo argumento que el original: tenemos a un vampiro de condición villanesca acosando a un débil mortal, salvo que aquí nos toparemos con muchos más elementos fantasiosos hasta el punto de hacernos creer que se trata de una mezcla entre el cuento original de Polidori y El castillo de Otranto. Uno de mis favoritos.

Seguidamente habrá que destacar a “El extraño misterioso”, un cuento en cuya introducción se nos dice que fue escrito por una persona anónima, aunque la dudosa Wikipedia nos comenta que fue concebido por la mente de Karl von Wachsmann, y a su vez, Tercera Fundación se lo atribuye a Le Fanu. En fin, basándonos en lo que nos dice el libro, se nos comenta que el cuento es una narración de la tradición oral alemana publicada por la revista Odd and End en 1860. Aquí se nos contará la historia de un conde, que durante un viaje que realizaba en compañía de su hija y su sobrino, es atacado por una jauría de lobos, para más tarde ser salvado por un personaje de lo más sombrío. Este mismo personaje jugará un papel importante para la trama, pues será el sospechoso principal acerca del inusual comportamiento que la hija del conde padece y de otras peripecias más. Sin duda, es todo un deleite. Según se dice, fue uno de los muchos puntos de partida para que Stoker escribiese Drácula.

Grabado perteneciente a Los desastres de la guerra (180-1815) de Francisco de Goya.

“La tumba de Ethelind Fionguala” de Julian Hawthorne se considera como el relato vampírico ortodoxo por excelencia, donde se nos cuenta la historia de un curioso artista estadounidense que decide investigar una vieja leyenda irlandesa para corroborar por sí mismo qué tan verídica es; mientras que en “Grettir en la granja de Thorhall” de Frank Norris se nos relatará la historia de un Draugr (o draut). Si han jugado Skyrim, al igual que yo, sabrán que es uno de los enemigos más comunes de ahí. Gracias a este relato aprendí que los Draugr (los de la vida real) son los vampiros dentro de la cultura nórdica, por lo que en este relato nos situaremos en una de las muchas tormentas implacables del Ártico (tema muy recurrente dentro de las letras de ciertas melodías del Black Metal), en la que una de estas criaturas amenazará a los habitantes de una cabaña durante la noche. Un relato con un excelente combate que me hace recordar el estilo de Howard.

“El país del tiempo de las sanguijuelas” de Gustav Meyrink es por mucho el texto más peculiar del libro. Bien sabemos que Meyrink no es un autor para todos; los malos comentarios que me he leído sobre El monje Laskaris lo confirman. En este relato, un hombre ya anciano empieza a interesarse en los asuntos de su difunto abuelo, motivo que lo arrastra hasta su tumba en la que descubre una inusual runa grabada sobre ella. Este suceso lo llevará a conocer a un amigo íntimo de su antepasado, mismo que puede verse vistiendo ropas anticuadas de hace muchos siglos; y es justo durante una de sus muchas entrevistas en la que este curioso personaje le revela el secreto de su inmortalidad: desprenderse de su humanidad para que unos seres invisibles conocidos por él como “vampiros o sanguijuelas” no se alimenten de su vitalidad y lo aten al tiempo, y por ende, a la muerte. Este relato es el claro ejemplo de que la literatura es el pasatiempo en el que realmente uno necesita poseer cierta preparación intelectual, pues si no se han leído otros libros, quizá no comprendan lo que tienen delante de sí. Esto lo digo porque en textos que tratan temas más allá de la física convencional se habla sobre parásitos no terrenales e invisibles que devoran nuestra energía haciéndonos sentir más cansados.

“Primer aniversario” es un texto raro en todos los sentidos. Escrito por Richard Matheson, aquí se nos relatará la historia de una pareja cuya tragedia recae sobre la esposa, donde su extraña metamorfosis, combinada con tintes de trágico romance, nos hará sentir una turbación sin precedentes. A decir verdad, el texto se aleja un poco de lo que se esperaría de un vampiro convencional.

Y por último hablaré de “Sanguinarius”, el cuento que le da título a la antología. Expuesto y elaborado por Ray Rusell como una interpretación de los acontecimientos que giran en torno a la leyenda de Elizabeth Bathory, «La Condesa Sangrienta». Su autor hace una aceptable mezcla entre lo erótico y el horror (más que el terror) a lo largo de casi 40 páginas. Ciertamente su extensión no es el problema, su problema es que muy fácilmente puede caer en el tedio. Siendo honesto, me sorprende muchísimo el estilo de la prosa de este texto, ya que no es muy común para la época en la que fue concebido (1962). Aún con todos los elogios que le he dado, “Sanguinarius” es un texto que el lector habitual de ciertos cuentos banalmente “gore” tomará como una genialidad.

En definitiva, Sanguinarius: 13 historias de vampiros es un libro que intenta abarcar el concepto del vampirismo dentro de la narrativa desde un enfoque más clásico, al mismo tiempo que presenta una larga serie de autores de todos los gustos. Lo que más me deleita de todo el asunto es que no se nos ofrezcan los escritores de rigor, factor que quizá no les agrade a los lectores menos inmersos en la materia.

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El Conde de Betancourt

En 2015 ganó un concurso de poesía religiosa que organizó una parroquia cercana a su hogar. En 2017 su cuento «En compañía de la muerte» apareció en el número 7 de la revista Vuelo de Cuervos y «Nocturna demacración» hizo lo propio el blog de la revista Fantastique para su especial de vampiros. «Rhythmus Mortis» aparecerá en la antología splatterpunk Gritos Suciosde Ediciones Vernacci. Sus reseñas las sube a YouTube.

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