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SECONDS

sobre segundas porciones y segundas oportunidades

(Bryan Lee O’Malley, Ballantine Books, 2014)

 

Pok Manero

 

En 2004, Bryan Lee O’Malley publicó la primera novela gráfica de la serie que definiría su vida durante los siguientes seis años: Scott Pilgrim’s Precious Little Life (Oni Press). La historia de este «nini» (contracción de «ni estudia ni trabaja») de veintitrés años que debía enfrentar a los siete exes malignos de Ramona Flowers para poder salir con ella alcanzó alturas insospechadas, llegando incluso a tener su versión fílmica (Scott Pilgrim vs. the World, Edgar Wright, 2010) en la que Michael Cera interpretó al entrañable Scott. Otra de las consecuencias de su éxito fue la fama que le acarreó a su autor.

Scott-Pilgrim

A pesar de no tratarse de su primer trabajo (pues ya en 2003 había publicado Lost at Sea, también con Oni Press), corría el riesgo de convertirse en el trabajo que definiera su obra; con la vara tan alta, la dificultad de presentar un siguiente trabajo, que al mismo tiempo satisficiera a su público y apelara a sus intereses creativos, era considerable.

Lost_At_Sea

Es así como diez años después de aquel inicio de modestas proporciones, O’Malley nos presenta una historia sobre segundas oportunidades y realidades alternas en Seconds.

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Hasta cierto punto, podríamos decir que el autor ha ido creciendo junto con sus personajes. Me explico: Lost at Sea nos presenta a Raleigh, de dieciocho años, y las dificultades que enfrenta al intentar encajar en un grupo de amigos. A su vez, el epónimo Scott Pilgrim es un veinteañero que, si bien no tiene dificultades para integrarse a su entorno social, carece de orden en su vida tras un devastador rompimiento amoroso. Ahora nos presenta a Katie, quien a sus veintinueve años ya tiene la vida más resuelta: lleva cuatro años como la chef principal de Seconds, un restaurante cuya fama se debe principalmente a sus platillos. No obstante, Katie se siente estancada y lleva tiempo trabajando en el proyecto de otro restaurante, uno del cual sea la dueña. Pero los preparativos no parecen terminar y, si consideramos que vive en un cuartito en el ático de Seconds (sin pagar renta) y ya ni siquiera trabaja ahí, podemos percibir el limbo en el cual se encuentra. A todo esto se suma el regreso de Max, el exnovio del cual sigue enamorada, y pensaríamos que las cosas no podrían ser más complicadas, ¿cierto? Pues estaríamos equivocados.

 panel from "Seconds" by Bryan Lee O'Malley.

Al inicio de la novela gráfica, Katie tiene un sueño: una misteriosa chica de cabello blanco, vestuario peculiar y postura extraña le revela una cajita con un hongo mágico, una libretita y una tarjeta con instrucciones para poder deshacer errores pasados, todos ellos contenidos en el buró rojo que estaba en la habitación desde antes de que ella empezara a ocuparla. Obviamente lo olvida todo al despertar, pero cuando una serie de descuidos lleva a un accidente que afecta gravemente a la mejor mesera del lugar, Hazel, instintivamente lo recuerda y logra mejorar las cosas para todos. Pero cuando Katie descubre una reserva de los hongos rojos, comienza a abusar de la habilidad de corregir malas decisiones yendo de cambiar cosas insignificantes (como el haber ingerido una hamburguesa mala que le dio diarrea) a modificar variables cada vez más atrás en el tiempo con el afán de recuperar lo que alguna vez tuvo, sin darse cuenta de que arriesga lo que desea en su futuro. Con esto tenemos una historia de lecciones sencillas, narrada con mucho buen humor y grandes dosis de fantasía contemporánea.

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Si bien Katie en un principio tiene un mayor control de su vida, su impetuosidad la vuelve descuidada y la aproxima un poco a la personalidad de Scott Pilgrim. Sin embargo, O’Malley recurre a un juego metaficticio en el cual la protagonista sostiene diálogos con el narrador impersonal de una forma graciosa y divertida. Y el elemento mágico-fantástico que permea la historia va creciendo hasta desbordarse de la trama por completo (de buena manera, claro está). Un detalle al que hay que brindar especial atención es el modo en que pequeñas cosas van modificándose de manera gradual e insidiosa, como los cuadros en la habitación de la protagonista, los platillos del menú y la fauna. Otro detalle para el lector observador son las apariciones de Scott, Ramona, Stephen Stills y Joseph como comensales en diversos momentos. Las cosas van escalando cada vez más: cuando Katie ve que en el restaurante se sirven platos de animales extraños y hay esqueletos vivientes como parte del personal, es evidente que las cosas han salido muy mal. (Amigo lector: si quieres leer el spoiler previamente contenido, ¡sólo resalta el área en blanco para revelar el texto! Aunque, según yo, no arruina para nada la historia).

Dado que se trata de una historia autocontenida y de menor extensión, no cuenta con un elenco de personajes tan amplio y desarrollado como en la saga de Scott Pilgrim. Mas Seconds compensa cantidad con calidad, pues tiene un personaje secundario completamente adorable en Hazel, la chica guapa pero tímida que en un principio pasa inadvertida va cobrando mayor importancia conforme avanza la historia, siendo ella quien brinda respuestas sobre la existencia de los «espíritus de casa», tema que se vuelve central en el desarrollo de la trama. Los detalles con que es descrita, su vestimenta, su lenguaje corporal e incluso su tono de piel la diferencian y le dan una profundidad envidiable, aun mientras conserva muchos aspectos de sí en el misterio.

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Otro aspecto que delata el éxito del que goza O’Malley es el formato, presentación y editorial en que aparece Seconds. Para empezar, es presentado como un libro de tapa dura a todo color, muy similar a las reediciones que se están haciendo con los libros de Scott Pilgrim (a diferencia de sus humildes principios como libros de bolsillo en blanco y negro). Además, está vez dejó su otrora casa editorial en Oni Press dado que recibió la oferta para publicar su más reciente obra con Ballantine Books, bajo el auspicio de Random House, lo cual es un poco inaudito para un comic. Podría pensarse que esto da mayor respetabilidad al trabajo, dándole cabida en los estantes de librerías por todos lados, aunque considero que esto está de más: en muchas partes ya hay comics en las librerías, tanto en sus propios apartados como mezclados con otros tipos de libros. Yo pienso que el comic, al ser un medio aparte, no debería buscar medirse respecto a la literatura y es normal, además de necesario, que se separen estas dos formas de expresión artística. No me refiero a que editoriales literarias no publiquen comic ni a que no se vendan en librerías (después de todo, también ocupan el formato de libro), sino que ultimadamente Seconds es un gran libro, sin importar quién lo publique ni dónde se venda. Y así deberían considerarse muchas obras más.

SECONDS - SDCC exclusive

Respecto al aspecto gráfico del trabajo, O’Malley se caracteriza por un estilo bastante influenciado por el manga sin llegar a ser esa cosa llamada amerimanga (que en este caso sería canadimanga, o algo así). En su anterior saga de seis entregas, dicha influencia era aún más evidente por el formato (con el ya mencionado tamaño de bolsillo y la ausencia de color) y, conforme fue avanzando, empezó a estilizarse mucho más, haciéndose cada vez más caricaturesco pero dando la impresión de ser un trabajo un tanto apresurado. Ahora queda claro que el cambio en su estilo no fue derivado por las prisas de terminar con dicha saga, sino evolución natural de sus trazos. En Seconds recurre a esta forma de dibujar la mayor parte del tiempo, usando viñetas pequeñas con poco detalle para hacer avanzar a la historia y utilizando lo que en Japón llaman chibis o personajes SD (del anglicismo superdeformed), que consisten en versiones de cuerpo pequeño y muy cabezones de los personajes para darles mayor expresividad y hacerlos más graciosos. No obstante, también recurre a otros elementos propios del comic americano, como el splash page (imagen que abarca la página completa). Un ejemplo notable es la vista aérea y tridimensional que nos muestra el plano del restaurante con todos sus niveles, incluso viendo quiénes lo ocupan en ese momento, dándole un sentido de movimiento y dinamismo. Lo cual también nos habla de su narrativa: como siempre, el entendimiento del autor canadiense de las pautas de la historia hacen que fluya de excelente manera, logrando que las 336 páginas que conforman los 7 capítulos se vayan como agua.

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El título hace referencia al nombre del restaurante en el que se desarrolla la trama y, a su vez, al acto de pedir más de un delicioso platillo porque está muy bueno. Del mismo modo, al terminar de leer esta maravillosa aventura sobre lecciones sencillas y una forma de crecimiento, uno se queda con ganas de más. Y como dudo que O’Malley haga una secuela de esta obra, podemos degustarla nuevamente con todas las relecturas que queramos.

 

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pokAdrián “Pok” Manero, tras años como lector asiduo, decidió que el siguiente paso en su manía consistía en elaborar sus propias ficciones. Se dedica compulsivamente a leer comics y libros y a ver películas, quisiera ser como los gatos y disfruta escribiendo sobre sí mismo en tercera persona.

@PokManero