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UNHOLY NIGHT

un irreverente mash up

 

Ana Paula Rumualdo

 

El primer libro que vi de Seth Grahame-Smith fue Price, Prejudice and Zombies. Me negué a su lectura, justamente, por prejuiciosa: ¿qué tal si era una mala broma?, ¿un chistorete destinado a la horda de recientes zombie fans?

Tiempo después, curioseando en una librería especializada en Ciencia Ficción (un sueño de 3 pisos), me topé con Unholy Night. Esta vez sí me llamó la atención. Lo hojeé y me pareció buena opción, así que decidí llevarlo. No me arrepentí.

Unholy Night cuenta la otra historia de los reyes magos. ¿Recuerdan que cuando éramos niños nos contaban cómo tres acaudalados reyes fueron hasta Belén el día en que nació Jesús para regalarle oro, incienso y mirra?

Pues en esta versión, liderados por Baltazar, mejor conocido con El fantasma de Antioquía, Melchor y Gaspar llegan donde Jesús por mero accidente mientras huyen de los soldados de Judea, y si llevan todas sus riquezas consigo es porque las acaban de robar. Como buenos ateos, la historia de María les parece una invención barata para verle la cara a José y colgarle el hijo de otro. José les parece un hombre blandengue que busca evitar que lapiden a la adolescente bocona de quien se ha enamorado.

Pero esta es, ante todo, la historia de Baltazar: de su infancia sin padre que lo obligó a crecer pronto, de la tragedia que lo marcaría dejándole la venganza como único deseo y de la credulidad que, muy a su pesar, se va gestando lentamente, mérito que será recompensado al estilo del viejo testamento: con una revancha épica.

El libro fluye deliciosamente y, entre langostas voraces, zombies y los no menos peligrosos soldados romanos, desmitifica la bondad de aquellos wise men.

Aquí les va una probadita:

Confundido y en el suelo, Pilatos vio a un hombre arrastrándose a su paso, completamente cubierto por langostas. El hombre avanzó un poco más y se detuvo. Entonces las langostas que lo cubrían volaron en masa, dejando atrás un despojo de piel arrancada y entrañas. Sin los labios, aquella cara quedó con los dientes expuestos en una sonrisa tan asquerosa como eterna y las cuencas de los ojos no eran más que agujeros vacíos en su cara.

 

 

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dognadiablaANA PAULA

Abogada confesa. Expía sus culpas a través del cine y la literatura de género

@DognaDiabla