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LA LOBA

LA FIGURA FEMENINA EN LA LICANTROPÍA*

 

 

Miriam Gálvez Mancera

 

 

En la década de los sesenta, en México el género de horror dio cabida a un reconocimiento importante para presentar con éxito estas historias. Teniendo en cuenta que en la época la épica de hechos sobrenaturales o fantásticos eran pobres y escasos los recursos, la cosmovisión de algunos directores comenzó a cambiar el rumbo de la cinematografía con ensayos fílmicos en la búsqueda de estéticas experimentales (1).

En este contexto, la figura legendaria del vampiro se convirtió en protagonista, influenciada por realizadores del expresionismo alemán como Fritz Lang, Robert Wiene o Friedrich Murnau (2). La licantropía no fue la excepción con el precedente eximio que comenzó con Dr. Jekyll and Mr. Hyde (John S. Robertson, El doctor y el monstruo, 1920), en el que se hace de alguna manera una alusión metafórica y social de dejar salir a la “bestia salvaje” que todos llevamos dentro. De igual manera, esta temática se relaciona de manera directa y clara con la conducta de los asesinos seriales, como lo mencionó Julian Press en su publicación de 1973: Perverse Crimes in History: Evolving concepts of sadism, lust-murder, and necrophilia ―from ancient to modern times.

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Con tales antecedentes nos concentramos en la efigie femenina como la estrella sensual y despiadada homicida, acariciada por la luz de la luna que fue la única mujer lobo dentro del celuloide nacional. La loba (Rafael Baledón,The She-Wolf, 1965) presenta a un joven científico, doctor Alejandro Bernstein (Joaquín Cordero), quien viaja a un lugar remoto para encontrarse con un colega mayor y adinerado, el profesor Fernández (José Elías Moreno), y así pedir la mano de su atractiva hija Clarisa (Kitty de Hoyos). Su llegada coincide con diversos ataques misteriosos e implacables, masacres que parecen ser obra de un animal salvaje. Clarisa se encuentra bajo la influencia de una maldición que la hace transformarse en una mujer lobo por las noches, aniquilando a todos los que se cruzan en su camino. Esta “enfermedad” fue heredada por su madre; a causa de ello, vive en confinamiento dentro su finca en el campo junto a su padre.

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Algunos largometrajes de la época realizaron adaptaciones de personajes fantásticos. El propio Baledón con La maldición de la Llorona (The Curse of the Crying Woman, 1963), La mujer murciélago ( René Cardona, The Batwoman, 1968), Santo contra las mujeres vampiro (Alfonso Corona Blake, Santo vs. The Vampire Women, 1962). En las últimas se revelaron actrices en situaciones eróticas —dentro del género Explotation, como vampiras o guerreras del espacio exterior que aparecían con vestuarios excéntricos y frecuentemente despojadas de sus ropas (3).

Con la figura de la mujer lobo se discute la idea de la crueldad innata como parte de la verdad intrínseca de las mujeres, atribuyendo esta característica a causas naturales similares a la licantropía, las cuales se manifiestan de tres formas: baños de sangre, canibalismo (especialmente en las embarazadas) y alucinaciones con un toque supersticioso. Sin embargo, hasta la Edad Media esta conducta no era considerada un trastorno. Se habla de ellas con un impulso latente e incontrolable por matar: crueles y sanguinarias que sacian su placer con el sufrimiento y lo convierten en una pasión desbordante. Es importante destacar que muchas de estas provenían de estratos sociales altos y en sus vidas cotidianas eran representadas como personas “refinadas y educadas”; quizá puede ser un sesgo clasista, ya que a las mujeres de clase baja se les asocia comúnmente con “la violencia” (4).

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En el caso de La loba, Baledón manipula estos elementos para otorgarle a su protagonista un aura de mujer dominante y seductora con secuencias implacables y feroces que contrarrestan la narrativa carente de retórica; sin embargo, los primeros minutos son realmente sorprendentes y muy aventurados. La presencia del cazador de hombres lobo y su perro entrenado son un gran acierto. Noe Murayama acrecienta la atmósfera angustiante y su compromiso de matar a estas criaturas le brinda empuje a la fábula, sin dejar a un lado el desarrollo de la historia romántica entre Clarisa y Alejandro, quien sorpresivamente (también) es licántropo.

La cinta marcó un precedente en cuanto a arquetipos femeninos en el imaginario social, también porque el tema central se desprende desde lo científico, siendo un trastorno manipulado por experimentación e investigación. La cinematografía de Baledón es oscura e inquietante y sitúa a las mujeres en el cine de horror mexicano en un punto importante dentro del acervo colectivo.

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*Texto publicado originalmente en La maldición de la luna llena. Licantropía y otras transformaciones bestiales en la ficción (Festival Fantasmagoría, 2024).

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(1) González Ambriz, Marco (2016), Mostrología del Cine mexicano, México. Los autores de este libro, “mostrólogos” profesionales llamados a revelar los arcanos del cine nacional, presentan en estas páginas la primera guía mitológica de las especies y variantes de monstruos del cine mexicano.

(2) Expresionismo Alemán en el cine: características y películas de 2023, Historia del Cine, España.

(3) M. D. Cabrera Carreón . El surgimiento de la figura vampírica en el cine mexicano: hacia una genealogía de los personajes fantásticos del cine de horror en Méxicoméxico de 1933 a 1972. University of Bremen. 2017.

(4) S. Baring-Gould. El libro de los hombres lobo. Información sobre una superstición terrible. Valdemar Gótica. 2004.

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Miriam Gálvez Mancera

SuperHeroína coyoacanense. Bakeadicta. Cazadora de imágenes.

Pesadilla, malestar creado por la mente enferma de algún noctámbulo en insomnio desesperado.

Fundadora de The Junkie Cinema Club y colaboradora de Fantasmagoría: festival de cine fantástico y de terror de Medellín.

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