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MÁS ALLÁ DE LA FICCIÓN

LA METAFICCIÓN

I

Israel Montalvo

 

La ficción dentro de la ficción siempre ha sido un tema que me apasiona. El hecho de que el autor se involucre hasta convertirse en una extensión de su obra, de que se pierdan los límites entre obra y autor al grado de que sea casi imposible distinguir uno de otro. Pero no nos adelantemos, antes que nada debemos iniciar por lo básico: ¿qué es la metaficción? Si lo buscáramos en Google encontraríamos algo así: “La metaficción es una forma de literatura o de narrativa autorreferencial que trata los temas del arte y los mecanismos de la ficción en sí mismos”, es decir, una ficción consiente de que es ficción, y como a todo aquello que es consciente de su propia naturaleza se auto cuestiona y también interactúa con el espectador. Un caso muy simple es verlo en personajes de películas o series que le hablan a la cámara, rompiendo lo que se conoce como “la cuarta pared”, sabiendo que hay alguien del otro lado que no solo los escucha sino que los comprende y, en ocasiones, se convierte en cómplice de sus desastres. Como ejemplos tenemos a Malcolm in the Middle, Deadpool, Fight Club.

Hay varias formas de crear y auto referenciar la ficción dentro de la ficción. En el videojuego Yume Nikki, dentro de la habitación de la protagonista existe una consola de videojuego con la cual se puede acceder a un juego que en teoría es la forma en que se entretiene la protagonista; una hikikomori que se niega a salir de su habitación. En Los Simpson podemos ver el show de Krusty, donde a su vez podemos observar el show animado de Itchy and Scratchy. La ficción dentro de la ficción, como una muñeca rusa Matrioska, que va en escalas, de ida y vuelta, durante su emisión.

“Planeta ficción” fue un relato corto de veintidós páginas (en el noveno número de la serie de cómics Planetary, desarrollados por Warren Ellis y John Cassaday) en el que se plantea el rescate de una nave que ha viajado a un mundo ficticio, creado para ser explorado por ficcionautas y conocer el interior de una ficción. Este viaje de reconocimiento sale mal: han traído consigo a uno de los nativos, un personaje que se ha infiltrado en esa realidad y quiere conocer por qué ha sido creado. Este relato en particular, que fue un homenaje a Grant Morrison, me rompió la cabeza cuando lo leí. Me dio la posibilidad de ideas ilimitadas de cómo puede interactuar la realidad y su auto interpretación: la ficción.

Planetarý es para mí una de las mejores series de cómics jamás hecha, donde unos arqueólogos de lo imposible van registrando y guardando la historia secreta del mundo. Una manera muy inteligente de homenajear y profundizar en la forma que se fue desarrollado la ficción en el siglo XX, desde los pulp, los cómics, el cine y la narrativa, pero sobre todo este relato me dejó con la inquietud de conocer y profundizar en la interacción que se suscita entre obra y autor.

Grant Morrison tiene obras muy complejas en ese apartado, pero creo que hay tres que destacan sobre manera: su mítica etapa en la Doom Patrol, su serie auto referencial The Invisibles (que es algo compleja y nos adentra en el mundo que es Grant Morrison; la versión, digamos, descafeinada de esta serie sería la película The Matrix, que tomó mucho de los elementos del cómic, pero sin llegar a la profundidad y complejidad narrativa que caracteriza a Morrison. Como anécdota cabe señalar que el nombre de Grant Morrison viene en el DVD de la película, ya que Morrison les ganó un juicio a sus creadores por plagio) y Animal Man (el cómic que tiene uno de los mejores finales que he leído, donde el personaje principal, después de pasar por todo tipo de calamidades, enfrenta al más grande villano que existe: su autor, al mismísimo Grant Morrison, quien le explica que sólo es un personaje de un cómic, que sus desventuras sólo sirven para entretener a un público y que él lo lleva a los limites porque simplemente es su trabajo).

Este tipo de interacción siempre me ha causado gran fascinación, como cuando Morrison afirmó que durante el proceso creativo de The Invisibles sufrió una infección en el rostro, algo muy similar le sucedió a su personaje King Mob en ese momento del desarrollo de la historia. El concepto que dio origen a esta obra es muy singular: Morrison se encontraba en un momento de cambio muy importante en su vida y creó a King Mob para ser partícipe de su obra con este alter ego (aunque existen otros personajes auto referenciales de Morrison, como su alter ego femenino Lord Fanny). La idea de Morrison era hacer lo inverso que había hecho en Animal Man, donde la realidad se infiltra e interactúa con la ficción: The Invisibles fue creada con la intensión de infectar la realidad con la ficción. ¿Pero realmente es posible que una obra de arte intente deliberadamente romper los límites entre realidad y ficción?

Morrison no es el único que asegura tener una compleja relación con su creación. Es muy conocida, por ejemplo, la anécdota en que Alan Moore conoció a John Constantine, situación que se repitió con varios de sus posteriores escritores como Jaime Delano, Mike Carey o Peter Milligan.

Afirmar este tipo de situaciones como algo realmente posible es sumamente subjetivo. En el caso de Morrison y Moore, son autores con un amplio conocimiento místico que han incorporado en su obra. ¿Pero es posible cruzar la línea entre realidad y ficción? ¿Autor y obra pueden tener un vínculo que los unifique?

Grant Morrison

Continuará…

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Israel Montalvo

(CDMX, México)

Como escritor e ilustrador ha publicado en diversas revistas literarias, cómics y libros.

Ha participado en diversas antologías de cuento en México, España, Uruguay, Argentina, Perú, Chile, Guatemala, Venezuela y Colombia.

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