ANCESTROS Y HERENCIA
DE
GUILLERMO DEL TORO
Enrique Urbina
Guillermo Del Toro tiene una estética bien definida, reconocible. En esta época hay pocos directores comerciales que buscan tener eso: una marca que los distinga de los demás. No soy un crítico de cine, ni un experto en el tema; sin embargo, creo que muchos lectores estarán de acuerdo conmigo. El trabajo de Del Toro se reconoce de inmediato por su originalidad, pero también por las raíces artísticas que subyacen y emergen al mismo tiempo en sus obras. A diferencia de las películas de superhéroes (donde ya no importa tanto el cómo, sino el qué), podemos notar las influencias del mexicano, tanto cinematográficas como literarias. Sabemos de dónde viene la mente del cineasta y, a partir de ahí, situarnos en un lugar que nos permite disfrutar más sus atmósferas o mundos. Nadie negará que H.P. Lovecraft, aunque odiaba al cine, es uno de sus grandes maestros; tan bien se adapta la visión de Del Toro con la lovecraftiana que todos seguimos esperando la mítica versión de En las montañas de la locura, ojalá algún día llegue.
De ahí que tuviera tanto ojo para la adaptación de Hellboy (recreación, yo diría, porque Del Toro hizo bastantes reinterpretaciones acertadas de nuestro cazamonstruos favorito), que está basado a su vez en gran parte en la herencia de las weird tales. Y, yéndonos aún más atrás en ese “subgénero”, no podemos dejar de mencionar la obra de Arthur Machen como la base de las películas que, pienso, definen más al cineasta: aquellas en las que ocurren hechos fantásticos con niños como protagonistas o personajes importantes. El laberinto del Fauno es la cumbre de ello. Las conexiones entre, por ejemplo, “El gran dios Pan” y “El pueblo blanco” (si no los han leído, reconsideren ser fanáticos de Del Toro (¡léanlos ya!)) y la película son muchísimas. Desde la niña que se pierde en el bosque a los árboles huecos, al mismo pozo del fauno y, claro, todo el simbolismo que hay en la película entre maternidad y magia. Son temas bien extensos, profundos y poco claros por la apariencia encriptada de éstos. ¿No ven los símbolos? La próxima vez que vean El laberinto… fíjense en todas las imágenes uterinas/maternales que hay. Están desde los cuernos del fauno hasta el continuo descenso a los “centros” o subterráneos (el árbol, el Hombre Pálido, el pozo, las cuevas, etc.). Con observar la siguiente imagen se hace evidente las similitudes entre el mundo de Ofelia y el de la niña del libro verde, que aparece en “El pueblo blanco”.
«Pan´s Labyrinth» por Santiago Caruso
Y creo que su relación es mucho más profunda que los monstruos que inventan. ¿Qué tienen en común Machen y Lovecraft, además de lo fantástico, que está también presente en Guillermo Del Toro? Elementos que me atrevo a llamar barrocos. Lleven a sus mentes las imágenes y descripciones de los monstruos y lugares que estos tres artistas construyen en sus obras y dense cuenta de ello. Están llenas de detalles pequeños, causando que a veces sea difícil obtener una imagen completa de lo que describen o muestran: hay engranes o tentáculos o bosques; hay paradojas en todo momento.
Machen & Lovecraft
Los tres unen, en sus ficciones, Lo Que No Debe Ser. La mujer-fauno, las brujas princesas, las piedras vivas en Machen, los monstruos indefinibles de Lovecraft, el sacrilegio de lo natural y lo humano. ¿Y Del Toro? Él hace lo que años atrás se hubiera pensado inconcebible: une a la máquina con la naturaleza. Claro, es una bella paradoja, pero no deja de ser escalofriante. En todas sus películas podemos verlo: el artefacto Cronos, la composición del laberinto y la casa del Hombre Pálido. Esa paradoja también es la reconciliación de lo antiguo y lo moderno, de la tradición y la vanguardia. Es un nuevo tipo de horror. Es la belleza de lo temible.
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Enrique Urbina Jiménez (Ciudad de México, 1993) cursa la licenciatura en Literatura Latinoamericana en la Universidad Iberoamericana. Textos suyos han sido publicados en las revistas electrónicas Penumbria, Scifi Terror, Yerba Fanzine y Fantasía Austral. Ha sido incluido en las antologías Penumbria Año I y Microhorror.