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LOUIS WAIN

EL ESQUIZOIDE PINTOR DE GATOS

Ana Paula Rumualdo

 

 

 

Tal vez les cueste un poco de trabajo creer lo que les voy a contar, pero en el siglo pasado no era tan fácil decir a grito pelón ¡Soy un loco de los gatos! sin que la gente se riera burlonamente.

La actual impunidad de la que gozamos los amantes de los gatos se debe, en gran parte, a Louis Wain, un artista inglés que dibujaba mininos peculiares…

Louis Wain nació en 1860  en Staffordshire. Fue el único hombre entre cinco hermanas. Tuvo una niñez enfermiza, plagada de fiebres y pesadillas. Sus intereses académicos eran variados, pero finalmente decidió estudiar arte y comenzó a trabajar como ilustrador.

Su padre murió cuando él tenía veinte años y, tal vez abrumado por la cantidad de féminas que lo rodeaba, se fue de su casa para dedicarse de lleno a su trabajo.

A pesar de que necesitaba trabajar en soledad, no se despegó del todo de su familia, menos aún cuando conoció a Emily, la institutriz de sus hermanas, con quien se casó a los veinticuatro años.

Emily era diez años mayor, pero la llevaban bien. El gusto les duró poco porque ella fue diagnosticada con cáncer de seno y se mantuvo en reposo absoluto. A partir de ese momento, Wain, para entretenerla, le dibujaba a Peter, su gato de color blanco y negro, en diferentes posiciones.

Él comenzó a ganar fama con sus ilustraciones felinas y la fortuna le sonrió; sin embargo, no pudo compartirla por mucho tiempo con Emily: murió cuando apenas tenían tres años de casados.

Wain continuó dibujando gatos; todo mundo halagaba su trabajo y se decía que la navidad ya no volvería a ser la misma desde que él comenzó a ilustrarla con su peculiar estilo: gatos vestidos con atuendos y expresiones humanas, gatos que caricaturizaban la vida victoriana, que se hacían preguntas, que tenían su mundo, sus ciudades, sus costumbres, sus castigos; gatos desnudos, que cantaban, que miraban inquisitivamente, que se besaban bajo el muérdago.

Los libros para niños fueron todo un éxito. Él era considerado una autoridad en la materia y hasta fue nombrado Presidente del Club Nacional de Gatos. De pronto, algo comenzó a hacer sombra: una de sus hermanas fue declarada loca y a los pocos años murió. Luego murió su madre. Entonces llegó la primera guerra mundial y el dinero empezó a faltar, las deudas comenzaron a acumularse. Otra de sus hermanas también fue declarada loca y murió al poco tiempo: todo parecía irse en picada.

Él comenzó a desquiciarse y llegó al punto de creer que sus tres hermanas restantes habían matado a las otras dos, de modo que se encerró en la recámara de su casa un tiempo. Fue diagnosticado con esquizofrenia y llevado al manicomio, donde continuó dibujando gatos.

Se cuenta que un doctor del manicomio pasó cerca de uno de los pacientes, cuyos dibujos lo sorprendieron por el parecido que guardaban con los de Wain; se lo comentó al paciente, quien afirmó ser el mismísimo Louis Wain.

La noticia se regó como pólvora y llamó la atención de sus admiradores, entre los que se encontraban el entonces Primer Ministro y H.G. Wells. Se lograron juntar fondos suficientes para que el célebre dibujante tuviera una estancia más amena en el hospital y continuara dibujando.

Es posible identificar rasgos de la personalidad esquizoide de Wain en muchos de sus dibujos: esos pelitos que le dan un aspecto tan peculiar y natural a sus ilustraciones son una característica de las personas esquizofrénicas.

Durante los más de diez años que estuvo en el manicomio, donde murió en 1939, Wain no dejó de dibujar e incluso se volvió más atrevido y aprendió a utilizar otras técnicas.

Poco después de su muerte se le rindió un homenaje, pero el mundo, a punto de iniciar otra guerra, no estaba para homenajes, de modo que Wain fue olvidado hasta la década de los 60’s, cuando su obra comenzó a rescatarse y editarse nuevamente para alegría nuestra, los ahora impunes locos de los gatos.

 

 

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dognadiablaANA PAULA

Abogada confesa. Expía sus culpas a través del cine y la literatura de género.

@DognaDiabla