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VIAJES A LA CIUDADELA Y TELALEJANA

Hollow Knight Silksong como método de recuperación física y mental

 

Lord Crawen

 

La pandemia de 2020 sumió al mundo en lo que tanto anhelaba, aunque a la vez transcurriría en horrores muy bien señalados en la sociedad. ¿Cuántos de nosotros no soñábamos trabajar desde nuestros hogares, pasar tiempo en familia, dejar de estar atorados en el tráfico, manifestaciones, descomposturas de los autos, ruido, vaivenes en grises oficinas, adicional a los amantes de lo ajeno ocultos para saltar por nuestros objetos de valor en el tránsito diario?

El agotamiento físico se volvió mental. Los hogares, supuestamente construidos, diseñados y estructurados a nuestra manera, se convirtieron en prisiones silenciosas. Familias enteras se resquebrajaron por malos tratos, el sistema económico en picada, fuentes de trabajo cerradas, lugares concurridos para pasear o convivir fueron cerrando.

El mundo que tanto quisimos se convirtió en nuestra pesadilla, mientras no dejábamos de leer noticias sobre la enorme cantidad de muertos a nivel mundial. Para los amantes del horror, el supuesto apocalipsis zombie se convirtió en una pesada y terrible carga del día a día para subsistir. Aquí es donde nuevamente reiteramos el dicho de que “la realidad supera a la ficción”.

Durante ese tiempo, en el que muchos hogares buscaban sanar internamente, encontré entre los recovecos de las tiendas de juegos en línea al Hollow Knight de una compañía pequeña de software llamada Team Cherry.

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Y la aventura comenzó a ser épica.

Cuando el agobio era demasiado, en las largas noches donde el catálogo de películas de streaming no daba algo para sorprender, me ponía el traje del caballerito solitario y emprendía el viaje a través de su universo, plagado de insectos y guerreros que buscaban redención, un motivo para vivir y no ser una vasija fría y olvidada en el abismo. Vaya, hasta nuestro personaje lucha por ser algo o alguien, encontrar su propósito.

¿Qué es un humano, sin un alma con propósito?

Así se fue el tiempo.

Muchos, dicen, volvimos a la normalidad. Otros, cambiamos rutinas, trabajos; nos volvimos resilientes y pusimos en marcha proyectos, porque mientras tengamos vida hay que alimentar también el alma.

Y en 2022 mi caballerito obtuvo su último final después de una larga batalla contra un Dios luminiscente, casi invencible, donde el control sufrió averías y pasé tiempo respirando en cada ataque para así poder vencerlo. Porque en la vida no todo se trata de ir hacia el frente y atacar, hay que descansar en una banca, respirar, equiparse con las mejores armas, replantearse las imposibilidades previo al combate y comenzar así una batalla por nuestro destino, sin importar cuál sea. No venimos a intentar, venimos a hacerlo.

Pasé el tiempo en otros juegos, sin olvidar a mi caballerito y su triste y último final (del cual no les daré avances, mejor sumérjanse en su difícil mundo), hasta que por fin se anunció la llegada de la secuela: Hollow Knight Silksong. Nuestros desarrolladores independientes preferidos de los videojuegos no nos decepcionaron. Al igual que sus personajes, se tomaron un tiempo, sentados en sus sillas, armándose con un buen equipo de trabajo. Tras siete años de espera (para quienes en su tiempo adquirieron el primer juego), el 4 de septiembre cambiarían por completo el entorno de llamado gaming.

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Primero, porque los amantes del primer juego sabíamos lo que implicaba Silksong: un lugar lleno de retos, un juego que sería por demás complicado en sus jefes y mecánicas. Segundo, por el tiempo de espera. Tercero, por su bajo precio en comparación de grandes estudios desarrolladores y compañías, que inflan los precios por los supuestos aranceles. Al final, adquirirlo en las tiendas virtuales (una pena, porque estos juegos se deberían conservar en físico) fue toda una proeza. El fenómeno Silksong alcanzó a miles de jugadores, aunque muy pocos continuamos en su mundo, los valientes amos del mando que buscamos aventuras, retos, complejidad un mundo oscuro y a la vez lleno de color. Los menos experimentados, débiles (por no llamarles de otra forma), han exhibido en redes, entre lloriqueos y quejas, una solicitud de bajar el nivel de dificultad del juego para así presumir trofeos.

Como si en la vida pudieras ponerles modo fácil a las cosas.

Hollow Knight llegó en momentos complejos de mi vida. Silksong lo hizo mientras me recupero de una fisura en el calcáneo. Es una ironía contar con este par de juegos en momentos de encierro, pero en épocas completamente diferentes.

En efecto, Silksong, a pesar de ser una secuela, no comparte el mundo del primer juego, son zonas diferentes, nuevos insectos, nuevos jefes difíciles, herramientas que ayudarán si sabes explorar… Y sí, nunca olvidaremos el primer encuentro con las flores rojas (recordé a The Walking Dead y a Carol diciendo “look at the flowers”).

El juego presume muchas mejoras, más dinámicas, una historia expandida, donde nuevamente los insectos están infectados con algo que está carcomiendo su alma, zonas donde los veremos atrapados en telarañas, bajo efectos sombríos… Todo para llegar a una superficie y encontrar al final un lugar sano y libre de dolor.

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Nuestro mundo no cambió mucho después de la pandemia. Aprendimos casi nada. Damos por sentado que en la vida estamos para molestarnos los unos a los otros. Continúan las guerras, la injusticia, el hambre, la falta de respeto a los ecosistemas y al mundo natural, los ataques constantes en redes sociales y las ya incontables muertes por accidentes.

Mientras la humanidad y el mundo siguen su curso autodestructivo, ¿por qué no poner en marcha una vez más nuestra valentía fantástica en la tierra de Telalejana, donde por un instante seremos una guerrera arácnida dispuesta a salvar a los insectos de una plaga? La tarea será sumamente complicada, pero en ese mundo —y en el real— venimos a hacerlo, no a intentarlo.

Mientras el calcáneo mejora, el juego continúa. Junto con Hornet seguimos luchando, por ratos descansamos en nuestra banca para plantearnos el día a día, confrontar a los difíciles jefes que habrá en la vida. Porque, al igual que en el mundo real, es necesario armarse, tomar valor y atacar con fuerza, pero también descansar, porque no todo sale a la primera.

Los invito a viajar a este y otros universos, donde puedan expandir sus mentes y salir de un encierro, una depresión, agobios o tristezas y que, como yo, sanen no sólo en lo físico, sino también en el alma.

Como bien diría Hornet, me despido de esta carta-reseña porque ustedes tomarán ese mando empolvado que tienen cerca y se sumergirán en cualquier aventura en busca de su sanación.

¡En garde!

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Jezreel Fuentes Franco (Lord Crawen) nació el 29 de junio de 1986 en la Ciudad de México.

Estudió Ingeniería en Comunicaciones y Electrónica en el Instituto Politécnico Nacional.

Participante de Concursos Interpolitécnicos de Lectura en Voz Alta, Declamación, Cuento y Poesía.

Ha realizado ponencias en eventos de «Literatura del horror” en el auditorio del centro cultural Jaime Torres Bodet.

Actualmente publica en El nahual errante y Sombra del aire, ambas revistas de corte virtual.

Autor de Poltercast (2024).

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