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AL INTERIOR DEL CASTILLO

La condesa sangrienta de Alejandra Pizarnik

 

Jimena Jurado

 

Un libro es algo más que un objeto cuando funge como un puente a otros libros… cuando incita a reproducir una respuesta artística (del modo que sea) y se vuelve entonces una especie de cosa mágica que remueve al lector y lo invita al diálogo. ¿No es ese, acaso, el lenguaje del arte? ¿No es un estímulo y una reacción lo que busca el autor en sus receptores? Deslizarse entre el tiempo para perdurar y vivir otras edades (o en términos más simples: obtener la inmortalidad), aunque imprevisible y difícil, es posible.

La historia de Erzsébet Báthory es un ejemplo de la inmortalidad, y especialmente los libros de La condesa sangrienta de Valentine Penrose (1962) y Alejandra Pizarnik (1965) son una muestra de un diálogo que ha perdurado desde siglos atrás hasta hoy.

Esta breve, pero explosiva obra ha pasado bajo la denominación de artículo, resumen, reescritura, poema en prosa e incluso pastiche, para conciliarse por fin en un ensayo poético. Pero ante toda etiqueta, La condesa sangrienta de Alejandra Pizarnik es una ventana a la historia y al mito, desde la que, ineludiblemente, nos volveremos observantes y cómplices.

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Queridos lectores, los invito al interior del castillo de Csejthe: ahí podrán ver retorcerse los cuerpos jadeantes de más de 600 muchachas vírgenes, ¡pero cuidado!: pronto, la denominación de cuerpo perderá sentido al nombrar aquello que se curva de modo larval, lo que palpita con débil agitación y todavía demorará en perecer e implorará la muerte inmediata antes que clamar por su vida; los invito al interior del castillo, pero también al interior de una dama en cuyo cuerpo está el placer y la sangre que corre excitada al reparar lo que se expande por los suelos: sangre de mil desnudas llorando con su sangre. Bienvenidos a la historia de una mujer peculiar que atiende sólo al nombre de Erzsébet: La condesa sangrienta.

En esta obra devuelta a la luz en 2009 por la editorial El Zorro Rojo, Pizarnik ofrece una narración -como siempre- cargada de una dosis de poesía. Inspirada por la lectura de la probablemente primera novela neo gótica del siglo XX, titulada también La condesa sangrienta de Valentine Penrose, Pizarnik detiene su pluma ante la belleza y el horror del inmortal retrato de Erzsébet Báthory.

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A cada capítulo le precede un epígrafe o cita de algún célebre autor. En algunos se nos detallan diversas herramientas y formas de tortura, propias de la época medieval, como la Dama de hierro o la Jaula mortal, con las que Báthory sentenciaba a sus víctimas. Así avanzamos por las páginas, imaginando cómo debieron haber sido los asesinatos cometidos por la noble. Pero quizá lo interesante, más allá de lo evidente que resulta saber sus crímenes, es también aproximarnos a sus miedos u obsesiones, que bien encajan con algunos de los temas predilectos de Pizarnik a lo largo de su obra: la muerte, la inocencia y la belleza.

El ensayo reúne, pues, estos tres elementos en imágenes terribles de vírgenes sacrificadas, de baños de sangre y vestidos blancos que se tiñen de rojo, y más que un análisis de la crueldad de una asesina serial y una reiteración de la brutalidad y la maldad para con sus víctimas, Pizarnik enmarca la belleza y la locura de la condesa, y es justamente este enfoque el que convierte al libro apasionante y macabro.

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Seguramente Erzsébet no sólo buscaba la juventud eterna, ni se sumergía a toda hora en la admiración de sus joyas y talismanes…. por eso es probable que Pizarnik, harta ya de señalar obvias acusaciones, haya preferido echar una mirada analítica desde la lejanía, para ofrecer una posible, pero no menos impenetrable, versión de los sentimientos de la condesa, a quien vuelve una probable víctima del mal del siglo XVI, nombrándole como una melancólica, lo cual, para su época, también significaba ser poseído por el demonio:

“Un color invariable rige al melancólico: su interior es un espacio de color de luto, nada pasa allí, nadie pasa. […] Pero hay remedios fugitivos: los placeres sexuales, por ejemplo, por un breve tiempo pueden borrar la silenciosa galería de ecos y de espejos que es el alma melancólica. Y más aún: hasta pueden iluminar ese recinto enlutado y transformarlo en una suerte de cajita de música con figuras de vivos y alegres colores que danzan y cantan deliciosamente. Luego, cuando se acabe la cuerda, habrá que retornar a la inmovilidad y al silencio. […] la melancolía es, en suma, un problema musical: una disonancia, un ritmo trastornado. Mientras afuera todo sucede con un ritmo vertiginoso de cascada, adentro hay una lentitud exhausta de gota de agua cayendo de tanto en tanto. De allí que ese afuera contemplado desde el adentro melancólico resulte absurdo e irreal y constituya la <<farsa que todos tenemos que representar>>”

Pero no se puede hablar de La condesa sangrienta y de El zorro rojo si no nos detenemos ante los fantásticos trazos del ilustrador argentino Santiago Caruso, quien trabaja con metáforas y símbolos visuales. Una pesadilla a tres tintas se descubre hermosa entre las páginas, y es el conjunto de la expresividad y la sugestión que las imágenes ofrecen, lo que nos adentra en un perfecto horror surrealista.

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Si hubiera que definir en una sola palabra esta edición, elegiría poder, pues la figura de la condesa sangrienta es simplemente inolvidable e imponente, así como la ilustración del dragón que mira sobre la cima de una cordillera; como el castillo y sus muros y todos esos mecanismos; como la escritura de Pizarnik y los trazos de Caruso.

Si tienen el placer y el pavor de leer esta edición, sabrán que es algo más que un libro… una pieza de arte que todo admirador de la poeta argentina debe guardar en sus estanterías.

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Ficha técnica:

La condesa sangrienta, Alejandra Pizarnik.

Ensayo, Editorial El Zorro Rojo, 60 páginas, 2009.

(Publicación original: 1965)

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jimenajuradoJimena Jurado Garcia La Sienra (1991)

No nació para la ciencia, pero en su mundo hay ficción y eso es suficiente para hallar vida (y poesía). Su más reciente colaboración está dentro del dossier #150 de MiNatura (especial de poesía fantástica). Obtuvo el 1er lugar en el Certamen de poesía “El espasmo de los cuerpos”, en homenaje al poeta David Huerta, y su poema “Morte” aparece en el “FanTzine” de Faro Tláhuac. Ha colaborado en revistas como Hýbris Magazine, Infame y otros medios digitales.

La puedes encontrar en su claraboya virtual: The PoemTube donde recita y reseña.