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DEFACEMENT, COLLAGE Y TUMBAS SEMIÓTICAS

 

Juan Manuel Díaz

 

En las pasadas entregas he dedicado este espacio a analizar películas, pero en esta ocasión me gustaría hablar brevemente un poco de mi propia producción audiovisual. Debo aclarar que de ninguna manera estoy diciendo que soy director, cineasta, video-artista o algo semejante. Simplemente me gusta jugar con imágenes. Con instrumentos sencillos, como mi propio celular y aplicaciones amigables para editar video e imágenes, he tratado de generar pequeñas secuencias audiovisuales. Son videos lúdicos que tratan de expresar tres conceptos que tengo en la cabeza: el defacement, el collage y las tumbas semióticas.

El primero hace referencia a transformar el rostro, ya sea de sitios webs realizados por hackers y hacktivistas o como forma de protesta o vandalismo. La idea es hackear un sitio de internet y transformar su imagen. Una suerte de cibergraffiti motivado —en muchas ocasiones— por razones políticas. Al mismo tiempo podemos hablar del defacement —borrado o deformación del rostro— cuando protestas políticas intervienen estatuas, monumentos o inclusive rasgan pinturas (como fue el caso de Mary Richardson, que acuchilló seis veces la Venus del espejo de Velázquez o, más cercano a nosotros, cuando las mujeres organizadas pintaron el Ángel de la Independencia en la Ciudad de México).

En mi opinión, estas estrategias de intervención actualizan social, cultural y semióticamente el significado de las piezas en cuestión. Lo que sería un monumento desencajado del entramado social y simbólico —en el caso del Ángel de la Independencia—, lo vuelve a constituir como algo relevante que responde a nuevas épocas. Esto es lo que hace el defacement: si el Ángel o la Venus no hubieran sido deformadas del rostro (digamos de su imagen captable), no mostrarían una renovada fuerza política, social y simbólica.

El segundo concepto del que quiero escribir es el collage. Parto aquí de las técnicas surrealistas y dadaístas del collage. Max Ernst, uno de los fundadores del movimiento dadaísta, así como Salvador Dalí, usaron la unión de imágenes separadas para construir lo que llamaría Yuri Lotman una “explosión semiótica”. Una plétora de significados nace a partir de gramáticas nuevas que se generan por poner en relación cosas que no estaban en relación. Hay una performatización de las imágenes como fragmentos, pero también como un todo que construyen nuevos significados.

Aby Warburg, teórico del arte y de la cultura, también usa el collage, pero no como pieza semiótica y artística sino como una metodología analítica. Para Warburg, estudiar arte es problematizarlo y sus collages son precisamente esta problematización, esta puesta en crisis de la imagen estética que cobra otro sentido cuando se relaciona con otras imágenes. Además, indica Warburg, el papel del azar en los collages es preponderante: aunque no haya sido la intención del artista crear un significado, el espectador trazará una línea interpretativa y de ahí la riqueza del estudio/creación artística. En este sentido, estudiar el arte es una forma de creación artística*.

El tercer concepto que quiero tocar es la tumba semiótica, mencionada por Georges Didi-Huberman en Lo que vemos, lo que nos mira. Para Didi-Huberman, la tumba semiótica es el espacio en el que un objeto o experiencia estética imposibilita la mirada. Puede ser la oscuridad en una película o el color negro en una pintura, lo que no ve la cámara fotográfica o cualquier forma o elemento que imposibilite la mirada del espectador. Un espacio en el cual se somete la mirada y por lo tanto no puede ver con claridad, generando que haya un espacio borrado. La negación de la mirada obliga al espectador a poner de sí para completar la obra, que a su vez produce una suerte de ceguera para crear otras formas de mirar y crear nuevos signos exclusivos a cada espectador. La configuración estética de la práctica o el objeto niega la mirada para mostrarle al espectador que su mirada está siendo obstruida y que por lo tanto necesita escarbar y exhumar su propia forma de mirar.

¿Cómo se relacionan estas ideas con mis videos? Lo que intento hacer es una suerte de proceso de tres pasos: primero desfigurar o hacer defacement para después refigurar por medio de un collage audiovisual y, por último, tratar de crear una tumba semiótica negando la visualidad completa del espectador. Siguiendo los pasos de Warburg, del CCRU y de Fernández Porta, intento hacer teoría-ficción por medio de una experiencia estética. No soy artista, solamente intento crear reflexiones visuales a partir de estas ideas. Si todo sale bien, esto dará pie a otros experimentos visuales para mi propia vida profesional como investigador y creador.

* Esto resonará con las ideas de la teoría-ficción de la Cybernetic Culture Research Unit (CCRU) de la Universidad de Warwick, con textos como Swarmachines o Afterpop del teórico y artista Eloy Fernández Porta.

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Video 1

 

 

Video 2

 

 

Video 3

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Juan Manuel Diaz de la Torre

Tengo 36 años y nací en la Ciudad de México un 11 de octubre de 1985. Ese día fue viernes y debí nacer a las 6 de la mañana, pero llegué hasta las 8. Tal vez por eso me gustan los viernes y dormir hasta tarde. Soy escritor de poesía, cuento, novela y viñeta, aunque mi trabajo diurno es ser profesor e investigador. En realidad, creo que mi chamba es comunicar: sin importar que sea una reflexión en forma de cuento, un análisis de una película o algún apunte sociológico, lo único que hago es comunicar.

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