Seleccionar página

HABLA LA MUERTE A QUIEN ESCRIBE DE ELLA

Eduardo Hennings

 

Con una certeza más allá de la propia, Daniel Centeno (Los Mochis, Sinaloa,1991), en su libro de cuentos No hablaremos de muerte a los fantasmas, se atreve a explorar mundos pensados entre los ideales y las pesadillas que devienen del mayor conflicto humano. Estas historias, hechas en y para el mundo apocalíptico donde hemos estado durante este último año y medio, están en el hondo bosque de la literatura especulativa, proporcionando no posibilidades ni escapes, sino más de 20 diversas visiones que denotan una complementaria claridad con respecto a nuestra mortal condición.

Los fantasmas que van y vienen en este libro se nos muestran de todas las formas, se nos ofrecen abiertamente y, a media lectura, incluso pareciera que unos ya nos están rondando o que alguno de nosotros ya lo hemos sido. A veces las historias suenan a utopía hasta que se revelan como la más grande maldición que el humano podría experimentar; unas más son realidades filtradas por lo fantástico, narraciones justificadas a partir de lo que hacen factible estos esenciales personajes; otras, en cambio, representan la vida cotidiana, pero agregando como definitivo el aspecto de la vida más allá de la muerte.

Este libro de fantasía es la primera obra publicada por la editorial Casa Futura, desde Pachuca, Hidalgo. Es un acierto editorial que cada lector, aún si no es asiduo al género, apreciará ya a medio camino de su lectura: la inextinguible amenidad de sus narraciones, siempre en primera persona, permite pasar por sus tramas del modo en que se pasa por una (algo turbia) tarde de sábado. Las voces que se encuentran dentro de este libro son como las memorias de un amigo o como los olvidos del errante: son los recuerdos del necesitado y hasta los que tuvo el ausente.

Publicado en dos formatos, el libro físico cuenta con 24 cuentos sobre muerte, vivos —algunos a duras penas—, con todo el jugo y toda la sangre que estar vivo significa, y fantasmas de las más lejanas limitaciones. El libro en versión digital, por otra parte, tiene 25, donde “Tumba de dinosaurios” es el añadido ciertamente apropiado para la línea tanto temática como estilística por la cual se guían el resto de cuentos.

Aquí los fantasmas forman parte de museos, son objetos de estudio científico, hacen pactos con los humanos para meterse a los cuerpos un rato a cambio de darles experiencias fuera de lo físico. En estos cuentos los fantasmas están sometidos a un libro de reglas de comportamiento y convivencia (o no convivencia) con los vivos, quieren encontrar de modos toscos, para trascender, todo lo que les falta como almas, pretenden alcanzar objetivos, misiones supraterrenales con fines aparentemente demasiado complejos como para que nosotros logremos comprenderlas y aceptarlas. Hay entre estas páginas vías que proponen secuencias de nuestra humanidad en todo su esplendor y con sus claroscuros como núcleo, brindando la catarsis suficiente para afrontar lo que somos y lo que nos espera, individual y conjuntamente.

El fondo realista de estas 25 ficciones tiene belleza, solidez, y es de manera irreprochable un reflejo múltiple, bien concretado, de las inquietudes y miedos del hombre: el rechazo a quedarse solo, las ansias por permanecer luego de la vida (aún si dejamos de ser, aún si deja de ser vida, aún si no lo queremos), el trauma de perder a un familiar, a un amor, los problemas de esto si pudiéramos aferrarnos al alma hecha ente fantasmal, los vicios de saltarnos los ciclos naturales, el riesgo de evadir el paso de aceptar la muerte y las ausencias. Todo esto sin obviar las preguntas que tornan siempre: ¿Qué hay después? ¿Qué es lo que ocurre? ¿Cómo lidiar con ello?

Hay algunos cuentos que cambian el tipo de narración y las circunstancias, siempre agilizando lo contado, provocando las mismas sensaciones brumosas que dan los problemas cuando avanzan: a) “Los fantasmas poseen una magia muy peculiar”, en donde un fantasma habla con dios, quien funge como juez de una corte, exponiendo en un monólogo los roces entre fantasmas y la raza humana; b) “La membrana que nos separa del cosmos”, cuento en el que hay solo diálogos, casi al modo de escena de obra teatral, y en el cual una mujer comenta ante los agentes de una aseguradora la trágica situación que vivió con respecto a su casa, alienígenas y fantasmas, hasta que se devela un nuevo y complejo enfrentamiento entre razas intergalácticas.

Las páginas de este libro, en suma, contienen fantasmas en tanto medio y excusa para hablar de mucho más, sin abandonar la exploración pura de los pequeños universos y sus conflictos, en vez de tomar estos como excusa para dar alguna enseñanza o intentar encontrar respuestas a estas problemáticas que tenemos fuera de la ficción y antes del más allá. Hecha para todo tipo de público, los tonos de esta obra se inclinan, sin embargo, a las personas que no se encierran en una fantasía, a los que buscan mirar sus muy comunes miedos.

No hablaremos de muerte a los fantasmas pareciera estar escrito con las nociones de alguien que ha escuchado las palabras en voz de la muerte que llenan algún famoso Nocturno de Xavier Villaurrutia: “Nada es […] el sueño en que quisieras creer que vives / sin mí, cuando yo misma lo dibujo y lo borro”. La pluma de sus 25 historias se habrá deslizado conciliada con su destino: “Las letras desiguales / que escribo ahora, / más pequeñas, más trémulas, más débiles, / ya no son de mi mano solamente”.

**

AQUÍ lo puedes conseguir.

****

Eduardo Hennings es un estudiante de Letras Hispánicas en la UANL. Escribe narrativa, poesía e incursiona en la crítica de cine.

Ha sido publicado en antologías físicas en México y Argentina; también ha colaborado en revistas tanto digitales como físicas (LIJ Ibero y Revista Icónica, entre otras).

Fue editor de la Revista Latinoamericana de ciencia ficción Espejo humeante y participó en la redacción y difusión del 17° Festival Internacional de Cinematografía de Monterrey.

IG: https://instagram.com/eduardohennings1?utm_medium=copy_link

Facebook: https://www.facebook.com/eduardo.hennings.984

¡LLÉVATELO!

Sólo no lucres con él y no olvides citar al autor y a la revista.