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LIBROS FAVORITOS DE 2022

(primer semestre)

 

Alma Mancilla

 

Siempre me he considerado más lectora que escritora. O, tal vez, una lectora que también escribe. Aquí, pues, y sin ninguna pretensión de hacer grandes críticas literarias, dejo mis libros favoritos de estos últimos meses, elegidos de entre todas esas lecturas que llevo a cabo por el placer de leer y con clara inclinación (aunque no siempre) por lo fantástico, el terror, lo inquietante y afines. En esta ocasión, y por casualidad, se trata de textos de muy reciente publicación, que aparecen aquí sin ningún orden en particular.

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Tienes que mirar / Anna Starobinets

(Impedimenta, 2021)

Conocía a Anna Starobinets sobre todo por sus cuentos, esas historias que hablan de espantosas mutaciones, de inusuales ángeles, de máquinas que leen la mente, de hadas perversas de los tiempos modernos. En este libro, sin embargo, Starobinets se atreve a hablarnos de otra cosa, y nos cuenta una historia real, y, por ello mismo, tan aterradora o más que ésas que su imaginación es capaz de concebir: hace algunos años, embarazada y durante una ecografía de rutina, su hijo aún por nacer fue diagnosticado con graves malformaciones que impedían llevar a término la gestación. Con ello, empezaría el calvario de la autora por clínicas, hospitales y sitios web en su Rusia natal, un infierno de imposibilidades, síntomas y procedimientos que, como ella misma nos detalla, parecieran pensados para que la tragedia sea aquí no un llamado de ayuda, sino una horripilante faceta del martirio o de la expiación. Starobinets nos lo cuenta todo, sin concesiones, con una rabia entendible a la luz de los numerosos y, en ocasiones, absurdos obstáculos encontrados en el camino. Ya concluida la ordalía uno piensa que si decidió escribir lo sucedido es tal vez para dar cuenta de una experiencia de la que pocas veces se habla, pero también, seguramente, para expulsar el horror y la oscuridad, acaso para dar sentido a lo ocurrido, o para que, tal vez, al escribir sobre el hijo no nacido éste pudiese cobrar concreción, ser recordado por ella y por otros también. El libro es, desde luego, una denuncia, un grito que clama no por un milagro médico o por la eliminación del dolor físico y emocional (¿quién podría aspirar a tanto?), sino por un sistema médico digno, capaz de mostrar empatía, compasión… Humanidad, a fin de cuentas. A lo largo de sus veinticuatro breves capítulos, Starobinets pone el dedo en la llaga al hablar de la vulnerabilidad del paciente (especialmente cuando se trata de una mujer), de los prejuicios que aún lastran a muchas sociedades cuando de ciertos temas se trata, de las muchas y, a veces, lacerantes aristas de la maternidad, de lo que implica, a fin de cuentas, tener un hijo. Y lo hace de manera sencilla y sensible, arriesgada, como quien camina sobre la cuerda floja del propio dolor, ahí donde se unen la fragilidad de la vida y la inevitabilidad de la muerte. Brutal y conmovedor.

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Las doncellas de óxido / Gwendolyn Kiste

(Dilatando Mentes, 2021)

Phoebe, una mujer cuarentona que arrastra una vida de fracasos, está de vuelta en Cleveland tras una ausencia de más de veinte años. Su retorno es, desde luego, también la inevitable confrontación con los inusuales –y terribles– sucesos del que fuera su último verano allí, ése en el que de pronto y de la nada las chicas que ella conocía desde siempre empezaron a convertirse en monstruos de óxido y cristal. Con esta premisa harto inesperada, y narrada en capítulos que alternan entre presente y pasado, Kiste nos va contando aquí los detalles de la extraña mutación de un grupo de amigas adolescentes, de la forma en que sus destinos, encaminados hacia la corrupción y el deterioro, terminarían por incidir y amalgamarse con la decadencia de una comunidad donde la falta de oportunidades pareciera ser la norma. Más que adentrarse en las causas del extraño fenómeno, lo que a Kiste le interesa es, me parece, la construcción de una alegoría donde el diferente se convierte en alienado y, con fondo de fábricas abandonadas y de huelgas de trabajo, parece querer decirnos que aunque lo más seguro para no alterar el orden es la conformidad con la norma, ésa es una puerta falsa por la que más vale no entrar. La novela (ganadora, por cierto, del Premio Bram Stoker hace un par de años) combina de manera muy hábil el terror con el realismo de una historia de juventud que, contada en retrospectiva, no puede sino ser, como ocurre con frecuencia cuando los personajes regresan a la casa de la infancia, una búsqueda tanto de respuestas como de la obligada redención. Con todo, Kiste logra construir un grupo de personajes femeninos muy creíbles, entrañables, bien trazados y mantiene la tensión durante toda la duración de la trama. Aunque el final se cierra con una nota de esperanza que me pareció un tanto forzada y algo melodramática, el conjunto funciona, y funciona bien. Una novela de metamorfosis femenina con fondo de deterioro social, bien escrita, bien armada, para los amantes de lo insólito y, ¿por qué no?, también para todos los demás.

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Ustedes brillan en lo oscuro / Liliana Colanzi

(Páginas de Espuma, 2021)

Una cueva que es a la vez el testigo y el escenario del paso del tiempo y de la vida; una central de investigación nuclear que parece el eje de la existencia de quienes allí viven y mueren; una joven que anhela por sobre todas las cosas unos ojos verdes; un par de jóvenes mujeres cuyas vidas transcurren al amparo de las prohibiciones religiosas de su comuna, pero también de la magia de la naturaleza que las rodea y de su propio descubrimiento del mundo; una joven embarazada que busca a su madre; una ciudad empobrecida y sus habitantes devastados por los estragos de la contaminación radioactiva. Los cuentos de este libro breve, que se puede leer de una sentada, se mueven entre el afuera y el adentro, el arriba y el abajo, lo tradicional y el influjo de una modernidad que, a la vez que desbarata, se superpone y cede a los resabios de una tradición siempre viva, cambiante, por fuerza resignificada. En estas historias lo terrible y lo maravilloso aparecen en frescos que casi siempre son abigarrados, vertiginosos, coloridos, como si una se paseara por una selva o un mercado andino en busca del asombro, del bien, del mal, del Diablo, que, como se dice en uno de los cuentos, puede ser una nube, una sombra, una ráfaga que mueve las hojas. Más que las tramas, destaca la forma en que Colanzi se mueve entre un motivo y otro, la soltura con que engrana sus temas, todo ello en un lenguaje rico, emotivo, anclado en espacios geográficos concretos (casi siempre, pero no exclusivamente, andinos) y, al mismo tiempo, capaz de despegar hacia todas partes. Sus personajes, tristes y entrañables, son seres afligidos pero motivados a sobrevivir en esos entornos que les son adversos. Es afortunada la forma en que la autora juega con los géneros: la ciencia ficción, el fantástico, algún cuento en clave de crónica, mientras recupera lo ancestral y esboza un futuro acaso real, acaso inventado, pero nunca complaciente. El último cuento, el mismo que da título al libro, ya lo había leído en algún sitio, y sigue siendo mi favorito personal, aunque todos merecen una lectura atenta que traerá su propia recompensa. Si acaso, me pareció que algunas de las historias cerraban demasiado pronto, demasiado abruptamente, lo que, por otro lado, no disminuye en nada su contundencia, su riqueza y, en última instancia, su gran belleza. Poderoso y lleno de vigor.

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Hizo de las tinieblas su escondite / Matt Cardin

(Dilatando Mentes, 2022)

Una secta que ve en la enfermedad un camino hacia lo divino; un hombre que vive dos vidas que parecieran ser los escalones hacia cierto dudoso ascenso espiritual; un monje que, creyendo haber hallado a Dios, se encuentra con su contrario; un escritor apócrifo que describe el episodio en el que su ciudad fue víctima de una pesadillesca alteración; el propio Dios, que en su intento de redimir a un mendigo termina encontrando el vacío. Tales son algunas de las premisas de los cuentos de este libro anclado en la tradición del horror cósmico, pero excelente ejemplo igualmente de eso que ahora se llama horror religioso. En las quince historias de Cardin lo divino se busca o se manifiesta, sí, pero nunca en la forma en que se le esperaba en primer lugar. El anclaje de Cardin en el imaginario judeocristiano es claro, pese a las ocasionales referencias al budismo o al hinduismo, en forma de epígrafe las más de las veces. Cardin es un estudioso de la religión, y se nota: sus historias tocan a menudo puntos nodales en eso que se llama el misterio de la fe, cuestiones de ésas que hacen las delicias (o el incordio) de cualquier teólogo que se respete: Si Dios nos hablara, ¿por qué habría de hacerlo de la manera que nos place más? ¿Qué tiene que decir o hacer Dios acerca de la enfermedad, de la decadencia, de la inevitable corrupción de la carne? ¿Quiénes somos, en última instancia, para pretender acercarnos al misterio de la divinidad? Permean estos cuentos temas como la descomposición, la muerte, el lugar de la fe en la vida cotidiana, la separación entre el cuerpo y el alma, la posibilidad —siempre presente— de la caída. En cierta forma, sus personajes a menudo deambulan por las páginas en busca de lo sublime, aunque (hay que decirlo) terminen topándose con lo grotesco y perdiéndose en laberintos en los que hallan la oscuridad y no la luz. Con todo, no es la dicotomía entre el bien y el mal lo que más interesa a Cardin, sino más bien ese vacío que se extiende más allá de los mismos, ahí donde sólo residen la nada o el caos primordial. Si algún pero le pongo es que, en mi opinión, Cardin sacrifica en ocasiones la factura narrativa a favor de la transmisión de una idea, lo que, amén de que se trata de un libro extenso, da como resultado ciertas repeticiones temáticas, y no siempre las historias avanzan de manera fluida o sin demasiados retruécanos. Vaya, que no se trata, en definitiva, de una colección fácil de leer. No supongo que Cardin haya pretendido que lo fuera, desde luego. Tengo la impresión de que se trata del tipo de autor que espera que sus textos apelen sólo a quien está dispuesto a ascender la cuesta que lleva a la cima, allí donde brilla la revelación que sus historias ofrecen, cualquiera que ésta pueda ser. Un libro reflexivo, arduo, a ratos muy sombrío, apto para quien sepa de antemano que, como dice uno de los personajes, poco importa la naturaleza de la búsqueda, siempre habrá un profundo pozo de desesperación aguardando al final.

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El cuarto jinete / Verónica Murguía

(Era, 2021)

1350… La Peste Negra cabalga por Europa sin respetar rangos ni jerarquías: los muertos se amontonan en las calles y los cementerios, las campanas doblan permanentemente a muerto, el aire hiede a pestilencia, la incipiente ciencia de la época nada puede contra ese mal. Pareciera, como lo han predicho ya las Sagradas Escrituras, que el mundo se acerca, en efecto, a su final. Entre la muerte, el contagio y el hedor de los cuerpos de los difuntos, múltiples voces se alzan para contarnos su historia y a nosotros no nos queda más remedio que escuchar. Esta es, grosso modo, la trama de este magnífico libro escrito en la estela de Marcel Schwob: a la manera de fragmentos de vida que van hilvanando un mismo suceso que se nos revela mirado desde ángulos distintos que, sin embargo, nunca dejan de estar inexorablemente imbricados, de ser, pues, partes de una totalidad. Los personajes, a veces recurrentes, a veces fugaces, dan cuenta lo mismo del dolor, la enfermedad, la angustia y la fe en Dios que de las pasiones de la carne y del inmenso deseo de sobrevivir. La narrativa de Verónica Murguía es de una gran sensibilidad, capaz de retratar en lo grande y en lo pequeño ese fresco abigarrado que fue la Europa medieval, con sus flagelantes, sus prostitutas, sus médicos, sus ricos y sus pobres, sus opulencias y sus miserias, su belleza y su fealdad. Respecto a la Peste y sus estragos, Murguía no nos ahorra ninguna descripción: ahí están los deterioros, las fiebres, las bubas, los hedores, el indefectible triunfo de la corrupción. En una asombrosa muestra de talento narrativo y de empatía la autora es capaz de ofrecernos estas historias desde la mirada del pasado y, a la vez, de crear un puente que hace que nos reconozcamos en sus personajes, a la vez tan lejanos y tan similares a nosotros, tan humanos al final. Un libro sobre la enfermedad, la esperanza, la compasión, la recurrencia de las crisis y, sobre todo, la muerte, el hecho de que a fin de cuentas acaso sólo somos, como lo afirma uno de los personajes, “briznas secas que se lleva el aire”. Un libro tan vívido como conmovedor.

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El inconmensurable cadáver de la naturaleza / Christopher Slatsky

(Dilatando Mentes, 2021)

Un hombre devastado por la desaparición de su hijo insiste en visitar de manera repetida un hangar abandonado que parece habitado por extrañas presencias. Tras la muerte de su hermana, un joven abrumado por la culpa descubre en su casa un ático que nunca había estado allí. Una mujer con cáncer y su amiga viven el progreso de la enfermedad mientras algo anómalo ocurre con las abejas que crían en su jardín. Una antropóloga se enfrenta al escenario del suicidio colectivo de los miembros de una secta antinatalista, y encuentra allí, en el terreno y entre los restos humanos de la masacre, algo todavía más aterrador. En estos quince cuentos escritos en la estela de Ligotti y publicados originalmente por Grimscribe Press (en traducción por Dilatando Mentes), lo extraño se mezcla con lo doloroso, con la pérdida, con la aflicción de la muerte o de la enfermedad. Y pareciera, justamente, que son esos elementos los que parecen operar como catalizadores del espanto, que Slatsky explora lo mismo desde el terror de índole sobrenatural que desde ese otro espacio del horror que parece anidar, más bien, en los intersticios de la naturaleza, en su manipulación y en sus muchas y ominosas manifestaciones. Destaca la intención reflexiva, casi académica que uno intuye, desde luego, en el autor, y que éste coloca en boca de algunos de los personajes, a menudo investigadores, antropólogos, biólogos condenados desde el principio —o eso pareciera— a un destino atroz, pero preocupados de todas formas por encontrar una explicación de aquello que ven. El volumen incluye también un par de textos de tono más bien ensayístico, lo que, contrario a lo que uno pudiera pensar, funciona bien como complemento y contrapunto a los textos de pura ficción. De manera personal me pareció que algunos de los cuentos carecían de final propiamente dicho, como si en su afán por permanecer en ese territorio de lo ambiguo que tanto gusta a los escritores de lo inquietante el autor simplemente evitara jalar los hilos lo suficiente para amarrar bien el todo, para ofrecernos, a fin de cuentas, por lo menos el atisbo de una conclusión. No importa. Algunas de las imágenes de estos cuentos son tan poderosas que se me quedarán grabadas en la cabeza mucho, mucho tiempo, y eso, junto con su flagrante originalidad, convierten al libro en una valiosa y muy disfrutable colección de lo weird y de lo perturbador.

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Alma Mancila

Escritora y lectora voraz. Antropóloga en otra vida. Autora de los libros de cuentos Casa encantada (Instituto Mexiquense de Cultura, 2011), Las babas del caracol y otros relatos (Instituto Mexiquense de Cultura, 2014 / Lugar Común Editorial, 2019), El criado y otras historias de aflicción (Bitácora de vuelos ediciones, 2020) y de las novelas Hogueras (Editorial Terracota, 2013), Archipiélagos (UAEM, 2015), De las sombras (INBA/Lectorum, 2018), El predicador (FOEM, 2019) y Fulgor (Malpaso/Salto de página, 2022). Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte.

Facebook: https://www.facebook.com/alma.mancilla.9

 

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