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Manuel Barroso

 

Hola de nuevo. Tenía tiempo de no estar aquí. Me fui por un tiempo, un buen tiempo. Se siente bien volver a casa, a la hoja en blanco que va llenándose de letras para hablar de aquello que amo.

Porque, de nuevo, las historias me sacaron adelante.

Verás, pasó que se me vino abajo el presente y el futuro en agosto. Ahí me tienes llorando en un parque por ello durante casi una hora. Cuando pude pensar en otra cosa que no fuera «mierda, duele» y mover mi boca para algo que no fuera gemir, dije en voz alta «Librería». Sucede que tenía una cerca. Caminé hacia ella y fui hacia donde estaba aquello que quería y que no había comprado porque era caro. Lo tomé, lo pagué, regresé a la banca del parque a donde había estado llorando y le quité el plástico al libro para empezar a leer.

El hombre aparece en el Holoceno, de Max Frisch, es la novela de un tipo que se empieza a olvidar de las cosas y se queda aislado del mundo en su casa por una tormenta. Parece que la naturaleza que rodea su hogar va devorando su presencia y su memoria. El tipo, pues, va quedándose cada vez más solo.

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Así me sentía yo en ese momento y una historia, como siempre, me mantuvo a flote.

Como cuando la antología de Los viajeros estuvo ahí mientras la pasaba realmente mal en la carrera.

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O La torre oscura cuando hacía tonterías divertidas a finales de secundaria. O La ruta del hielo y la sal cuando le perdí el gusto a lo que hacía. O los Cuentos de terror para niños cuando me costaba un huevo convivir en las fiestas de primaria.

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Ahí han estado siempre. Las historias y la lectura. Un alguien lo suficientemente valiente como para dejar algo de su carne a los otros para que éstos puedan hacer con ella lo que les plazca. Escupirles, por ejemplo. O alabarlos. Coleccionarlos. Regalarlos. O usarlos de salvavidas cuando todo se está yendo al carajo, como lo hago yo desde hace años.

Y ahí estuvieron de nuevo. Y aquí siguen. Malditas historias, son más fieles que nada. No queda de otra, hay que serle fiel a esa fidelidad, al acontecimiento que constituyen en cada uno.

Por eso las comparto, ¿sabes? No sólo por lo que dije hace tiempo aquí mismo, sino por gratitud. Y porque tal vez, sólo tal vez, eso que me salvó a mí en algún momento pueda hacer lo mismo por ti.

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Imagen de cabecera: «Solitude» de ka-92.

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manubchManuel Barroso nació, creció y murió antes de enterarse de ello. Por eso reseteó la consola y sigue aquí. Lee como poseso, escucha rap y jazz de forma adictiva, escribe porque le duelen las historias. Odia las verduras.

Mañana comprará un rifle.