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EL FETO CON EL QUE COMPARTÍ MI INFANCIA

Concepción Figueroa

 

 

La literatura escrita por mujeres no es una novedad en nuestros tiempos, sin embargo la literatura de Guadalupe Dueñas es capaz de sorprender a cualquiera en cualquier momento.

Guadalupe Dueñas (1920-2002)

¿Un ejemplo? “Historia de Mariquita” es un relato que expone la percepción sobre la muerte de un familiar, en este caso de una hermana:

Su pasado es corto, pero muy triste: Llegó una mañana, baja de temperatura y antes de tiempo. Como nadie la esperaba, la cuna estaba fría y hubo que calentarla con botellas ardiendo […] Solo que la niña era tan sensible y delicada que empezó a morir.

Dueñas tiene una manera muy poética y femenina de construir los escenarios, además de una dulzura que conmueve hasta el terror. Su texto deja entrever la inocencia del estupor infantil al querer comprender una situación por demás fuera de lo común:

Dicen que mi padre la bautizó rápidamente y estuvo horas enteras frente a su cunita, sin aceptar su muerte. Nadie pudo convencerlo de que debía enterrarla y llevó su empeño hasta esconderla en aquel pomo de chiles que yo descubrí un día en el ropero y que a su vez estaba protegido por un envase carmesí de forma tan extraña que el más indiferente se sentía obligado a preguntar de qué se trataba.

Pero no se debe pensar que Dueñas escribió una narración simple en la que se privilegian las historias sobre fantasmas o viejas costumbres. Al nacer en la década de los veinte, creció y publicó por primera vez hasta 1954. Su cuento está configurado en una época donde las mujeres se dedicaban todavía al convento o la maternidad, pero Dueñas no cumplió ni con una ni con otra a pesar de las advertencias sobre los peligros que la acechaban:

Recuerdo que por lo menos una vez al año, mi papá reponía el líquido del pomo con nueva substancia de su química exclusiva que imagino sería aguardiente con sosa cáustica y aunque este trabajo lo efectuaba con toda emoción, quizá pensaría en lo bien que nos veríamos sus otras hijas en seis silenciosos frascos de cristal completamente embalsamadas y fuera de tantos peligros como auguraba nos esperarían en el mundo.

Si leemos con atención, el relato nos lleva a reflexionar sobre la ironía de que la única persona con vida propia en esa familia es Mariquita, aun encontrándose muerta y encerrada en un frasco.

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AQUÍ puedes leer el cuento.

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«Historia de Mariquita» está incluido en Tiene la noche un árbol, que puedes conseguir en librerías de viejo, y en Obras completas, que recién publicó el FCE.

 

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Concepción Figueroa, mujer, literata y profe.

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