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H. R. GIGER

(1940-2014)

 

Morwenna

 

No podíamos empezar el año sin incluir en esta columna a un clásico de clásicos y mi favorito. Por supuesto, nos referimos al inigualable Hans Ruedi Giger, conocido también como el padre de los xenomorfos.

H. R. Giger

Hans se interesó por las cosas bizarras desde muy joven y, a pesar de no contar con su plena aprobación, sus padres decidieron apoyarlo.

La técnica que dominó durante la mayor parte de su vida artística fue el aerógrafo, herramienta en la que alcanzó tal grado de maestría que dio pie a un incidente muy famoso: en una ocasión, estando en un aeropuerto mientras transportaba algunos de sus cuadros, las autoridades quisieron confiscarle una pintura, alegando que era una fotografía de contenido cuestionable, no siendo otra cosa que una obra aerografiada de gran realismo.

Su imaginario es fácilmente reconocible a primera vista: destacan los personajes con fusiones humano/máquina, dándoles el término de seres biomecánicos. Incluso en el diseño de su criatura más famosa, Alien, podemos encontrar referencias a estructuras de índole autómata que se amalgaman con rasgos animales, logrando un espécimen de letal y oscura elegancia.

También, dentro de su discurso gráfico se cuestiona continuamente la iconografía religiosa, siendo frecuente la inclusión de clérigos decadentes y putrefactos, así como varias referencias al pecado original y el simbolismo de la crucifixión.

A título personal, siempre me ha resultado intrigante y hermosa su serie titulada “Pozos”. Estas obras están numeradas y, a pesar de su sencillez, la composición que imprime en ellas es sumamente estudiada y poderosa, llegando a comentar al respecto que dichas imágenes eran una forma de transmutar sus propias pesadillas, en las que Hans se encontraba en pozos lúgubres llenos de horrores.

Cabe mencionar que a mediados de los años 70 Giger fue invitado a colaborar en la producción de la película Dune, que estaría a cargo de Alejandro Jodorowsky. La labor de H.R. consistiría en diseñar el arte conceptual de ambientes, estructuras y mobiliarios; sin embargo, sus propuestas nunca llegarían a materializarse básicamente porque la elaboración de dichos escenarios requería una gran inversión monetaria para poder replicarlos a la exigencia de Hans, por lo que solo nos quedan las imágenes de sus ideas y la famosa silla “Harkonnen”, que fue la única pieza que se incluyó en la versión ochentera de la película. Posteriormente, en Alien Covenant (2017), se rescataría el diseño de la silla del “Space Jockey”, el cual podemos disfrutar en algunas escenas.

Sin duda hay tanto que decir y explorar de la obra de Giger que no cabría en este breve espacio, como su gran influencia en artistas posteriores y medios que van desde el cine, el diseño industrial para su propio bar y hasta la estética de algunos videojuegos.

Sin riesgo a equivocarnos, podemos considerar a H.R. Giger como una de las grandes mentes del arte contemporáneo; genio que podía plasmar máquinas sensuales derivadas de su admiración al género femenino y al mismo tiempo adentrarse en los tenebrosos territorios de su melancolía personal.

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Morwenna

Originaria de la Ciudad de México.

Diseñadora de la comunicación gráfica de profesión, diplomada en apreciación de la pintura, ilustradora autodidacta ocasional.

Fan del surrealismo pop y la estética manga.

Vampira de la generación X.

Le gustan los gatitos.

IG: @morwenna.arte

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