#MINIRP
103
#minirp es un ejercicio de escritura digital (utilizando la plataforma Twitter) que incentiva la imaginación, partiendo de una imagen dada para crear historias.
Las historias que sobresalieron en nuestro ejercicio 103:
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Déjame amarte a mi manera, dijo él, mientras arrancaba las cicatrices de su rostro.
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Desde el día que desapareció su gemelo, tiene dos diferentes formas de ver al mundo.
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Su verdadero rostro empezó a aparecer al llegar la oscuridad.
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«La belleza interior es lo que cuenta».
(Anatomía avanzada)
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Construyó una vida a imagen y semejanza de lo que llevaba bajo su piel.
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Utilizaba, como regenerador epitelial y cicatrizante, la fabulosa crema de flores de caléndula, única en el mercado cosmético.
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Odiaba la máscara de humano. De todas, era la más falsa. Hacerla pedazos siempre era un placer.
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¿Grito primigenio… exploración arquetípica? Tonterías de siglos pasados: la terapia del presente es El Descarnamiento Radical.
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Ante el espejo no hay escape… vamos, ni siquiera una coartada para mentir: el horror que mora en nosotros es difícil de arrancar.
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En Venecia las máscaras cuestan un ojo de la cara, el otro es para el gondolero.
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El concurso de belleza le cambió la vida. Tanto que ni sus familiares fueron capaces de reconocerle a su vuelta.
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Quiso demostrar, al quitarse el envoltorio, que era un androide creado a imagen y semejanza del hombre.
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No podía entregarle el corazón. Tal vez se contentaría con su alma para demostrarle que, si llegaba al trono, pagaría sus deudas.
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Me cancelaron la cuenta de Facebook, pero me queda la costumbre de cambiar de avatar de vez en cuando.
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Cada lustro, los seguidores de Hahk-to’rem celebraban su victoria contra los humanos disfrazándose con sus pieles.
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Los pliegues eran infinitos. En la piel de aquel anciano mago estaban escritas millares de historias. Antes de morir nos la entregó.
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El chamán reemplazó su piel con la del exánime coyote. Al anochecer, se internó en la montaña. Llevaba un conejo entre los dientes.
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Hasta bajar a los infiernos desnudaré mi alma, arrancaré mi piel, pero no me pidas que en la noche un fantasma no pueda ser.
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La última víctima de Hannibal era tan complaciente que se despellejó a sí misma.
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Se pasó la guerra drogado tras ser partícipe de la masacre, ahora cada pesadilla le desgarraba, cada muerte la sentía como propia.
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Su falta total de sentimientos le llevó a dudar de su propia humanidad, creía que era un robot. Decidió salir de dudas, se equivocó.
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Rasgar hasta la roja frontera que llaman carne… y no, nunca llorar: La Gran Introspección no es acto acariciante para almas débiles.
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¡Nunca había visto un alma tan sedienta de la verdad! Nunca, hasta que lo vi queriendo arrancarse la venda de los ojos.
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Levantó la piel, la fascia muscular y encontró un río de arterias y venas. Mojó sus dedos y los llevó a mi boca. «Te amo», dijo.
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Frankenstein me pidió la mitad de lo que poseía para crearme una compañera. Sólo tengo mi cuerpo y daré el 50% sin objetar nada.
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Cuando se generalizaron los trasplantes de cara, sucedió lo inevitable: todos nos parecíamos a Chris Hemsworth.
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Crié un cuervo, lo amé y murió. Lo enterraré con uno de mis ojos.
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Clavó con rapidez la navaja alrededor de su ojo con la intención de sacarlo, fantaseando ser un pirata. Ya se había cortado la pierna.
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Se tienen que formar cuando llegan al nuevo planeta y levantarse la cubierta de plástico para demostrar que sí son humanos.
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Todos los martes publicaremos un nuevo ejercicio.
¡MUCHAS GRACIAS POR JUGAR!
