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NOSFERATU

una lóbrega obra de arte

 

Aglaia Berlutti

 

Nosferatu es tanto una fábula macabra acerca del amor corrompido como una búsqueda salvaje de la satisfacción y la consumación del deseo erótico. Entre ambas cosas, Robert Eggers logra profundizar en la idea del mal a través del ocultismo, la tentación y el anhelo reprimido. Un manjar para los amantes del cine gótico, pero también para un tipo de terror que no teme en ser depravado y excesivo.

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La figura de Nosferatu es una vieja conocida en el cine. De la versión de Friedrich Murnau —interpretada por el misterioso de Max Shreck en Nosferatu: A Symphony of Horror de 1922— a la de Klaus Kinski de la mano de Werner Herzog estrenada en 1979, el personaje tuvo un interesante recorrido cinematográfico. En especial, al encarnar un tipo de horror que se alejaba de la promesa idealizada de la inmortalidad. Antes que eso, se trataba de un monstruo que sobrevivía en medio de la violencia, por lo que convertía su permanencia en la Tierra en motivo de sufrimiento y desgracia.

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El director Robert Eggers explora esa característica en medio de un extrañísimo escenario dominado por la fatalidad —de una lóbrega belleza— con un subtexto sobrenatural misterioso. Nosferatu es una épica siniestra que transforma la sed de sangre de su protagonista en un delirio gótico que se vuelve más oscuro y sensual a medida que avanza la trama.

La cinta, que tiene un lado melancólico que compensa sus momentos más brutales, es un cuidadoso equilibrio sobre varios elementos a la vez.

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En un extremo, la historia de Orlok, que es la misma del Conde Drácula, reinventada en manos de Friedrich Murnau (como se recordará, el director alemán tomó el libro de Bram Stoker y lo adaptó a su modo, para evitar pagar regalías a los herederos del escritor). Eggers, también guionista de la cinta, no olvida el dato. Por lo que, en un evidente respeto a la novela original, incorpora mucho más elementos de la obra de Stoker que las que tenía la producción de 1922. De modo que el vampiro que imagina es una criatura calculadora, pérfida y antiquísima, dispuesta a enfrentarse al mundo humano en sus términos y con sus poderes a plenitud.

En el otro extremo se encuentran las figuras que harán frente al vampiro. Ellen Hutter (Lily-Rose Depp) se aleja de las damiselas victorianas y construye un personaje que, a pesar de ser una víctima, es también seductor. Aquejada por una aparente locura con tintes clarividentes, Ellen es indomable a su manera. Lo que la hace muy parecida a la jovencísima Thomasin de Anya Taylor Joy en The Witch (2015), también de la pluma de Eggers. Sólo que Depp redimensiona la oscuridad que habita a su personaje. En lugar de un objeto del deseo pasivo, la actriz profundiza en la capacidad de su dama trágica para resultar irresistible. Un punto que se convertirá en el corazón de la trama.

Ellen está casada con Thomas (Nicholas Hoult), una versión de Jonathan Harker a la que el actor brinda vigor y sensibilidad. Es evidente que el intérprete comprende la codicia que subyace bajo la necesidad de Thomas de lograr el éxito y el reconocimiento. También, la voracidad e instinto posesivo que despierta en él la mujer que ama. Eggers logra que este mapa de pequeños intereses a la sombra se conecten entre sí para sostener lo que será un enfrentamiento a toda regla contra el mal.

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Siguiendo la geografía del desastre

Que es exactamente lo que ocurre cuando Thomas viaja a Transilvania para comenzar un lucrativo trato con el Conde Orlok (Bill Skarsgård). Eggers conoce bien la tradición del vampiro en el cine y la literatura, por lo que combina la atracción de  — y por—  el monstruo con la magia.

Usando una puesta en escena preciosista y detallada, Eggers convierte al inhóspito territorio en una antesala al infierno. La Transilvania del director tiene mucho de un bosque de fábula macabra. Con evidentes referencias y homenajes a la película original, la mayoría de las secuencias anuncian la presencia del monstruo a través de símbolos de lo sobrenatural.

Por lo que el contrato de Thomas con Orlok parece mucho más un pacto Faustino que una simple seducción. Eggers no hace las cosas sencillas. Así que mezcla la pérdida de la gracia con el ocultismo y el afán de conocimiento impío.

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Una guerra contra el mal

Finalmente, cuando Orlok comienza a mostrar sus verdaderas intenciones, el Dr. Wilhelm Sievers (Ralph Ineson) y el alquimista Albin Eberhard Von Franz (Willem Dafoe) se unirán a Thomas para evitar que Ellen sea secuestrada por las tinieblas del vampiro. Sencillo como suena, Eggers logra convertir la lucha de voluntades en una especie de exorcismo a gran escala. Todo esto mientras Orlok se hace más poderoso y Ellen se siente más atraída hacia él.

Se ha especulado mucho acerca de la apariencia y acento de Skarsgård al interpretar al monstruo. Y vale la pena la espera. El actor sueco logra construir a una criatura letal, atemporal y repulsiva que, sin embargo, tiene un cierto encanto. Que aumenta a medida que su capacidad para ser violentamente atractivo se hace más obvia. Eggers imita con ingenio la apariencia correosa y desagradable del Nosferatu de Max Shreck, pero brinda su propia corporeidad a la criatura. En especial, porque los poderes de Orlok están emparentados con todo tipo de mitologías sobre vampiros y entidades perversas del medioevo.

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Eggers compone un retrato creíble, poderoso e hipnótico de la necesidad de amar y ser amado, pero corrompido por la violencia y la crueldad. En especial, no trata de redimir a Orlok, sino que lo convierte en un cazador sigiloso, con todas las armas para ganar contra quienes lo adversan. Una decisión brillante que hace del monstruo algo casi trágico.

Para su tramo final, la cinta une los puntos en blanco que dejó en su guion y se esmera por reforzar la belleza de sus escenas. Cada secuencia se convierte entonces en un gótico en estado puro. Con un final violento e imprescindible para comprender el resto de la historia, Nosferatu se alza en todo su destello oscuro. Una obra de arte depravada destinada a permanecer en la memoria mucho después que culmina.

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Aglaia Berlutti

Bruja por nacimiento. Escritora por obsesión. Fotógrafa por pasión.

Desobediente por afición. Ácrata por necesidad.

@Aglaia_Berlutti

TheAglaiaWorld 

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