PENUMBRIA 65
WYRD
El resurgimiento del folk horror, tanto en cine como en literatura, nos tiene muy contentos porque, apoyándose de las eco-narrativas, se están recuperando ritos ancestrales —una reivindicación del saber primigenio— para explorar preocupaciones política-sociales como la colonización y el extractivismo. Todavía más interesante resulta el giro latinoamericano, donde se pone el énfasis en el otro, el colonizado, el desplazado; el que no necesita alejarse demasiado para adentrarse en “territorio salvaje”, pues vivimos en el centro de lo “salvaje”. De ahí nuestro especial interés por la variante del Urban Wyrd, una especie de folk horror urbano que explora la sensación de alteridad en la narrativa, la experiencia, la imagen o el sentimiento que rodea un área densamente construida por el hombre, o los espacios intermedios y las zonas marginales que delimitan lo bucólico y lo urbanizado, o la tecnología moderna circundante en relación con otra energía en juego o bajo control: ya sea sobrenatural, espiritual, histórica, nostálgica o psicológica. Posiblemente siniestra, pero siempre de alguna manera inquietante o antinatural. Es decir, los elementos principales del folk horror (rituales ancestrales y cultos) ocurren en la ciudad.
El resultado (como ya es costumbre) fue increíble: ¡más de 100 cuentos! Aunque algunos se apegaron más al folk horror clásico, la mayoría exploró con entusiasmo el concepto que propusimos.
Así, en la Tienda de antigüedades del perverso Mefisto encontrarás larvas de arroyo, herencias malditas, deidades con faldas de jade; rituales inmobiliarios, edificios mutantes, dioses contemporáneos; presagios alados, revueltas vecinales, demonios de carretera, reminiscencias telúricas; consorcios monstruosos, santitos abandonados, cultos futuristas; santas vengativas, desplazamientos, extraños inquilinos, amapolas oníricas; sectas new age, mensajes crípticos, males de ojo; influencers siniestros, recetas, mascaradas, zoológicos espectrales; montículos de muertos, pesadillas lluviosas y danzas enloquecedoras.
El arte de portada es de la gran Brenda Hinojosa. La autora invitada fue la maravillosa Claudia Amador. Y el Tentáculo de obsidiana se lo llevó “Sucesión”, de Irlanda Durán, por unir de forma tan poética y doliente el folk horror con lo distópico.
Sólo me resta recomendarte que no te quites tu ojo de venado mientras lees estas maravillosas historias, no vaya a ser la de malas.
Miguel Lupián
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