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TAXONOMÍA DE MI AÑO DE OCIO

I

Manuel Barroso

 

Yo sé que este baúl ha estado algo vacío últimamente. No porque no hayan salido libros divertidos que cumplan con sus condiciones, sino por el descarrilamiento de mi ritmo de lectura.

Hay una razón para ello: me he estado metiendo sobredosis de anime durante un año. Y si bien he empezado mucha basura, muchas cosas de hueva y muchas buenas ideas mal logradas, también me he aventado otras que me han volado la cabeza.

Hay seis en particular con las que me clavé al grado de ponerme a escribir sobre ellas. Puede que no sean las mejores y que mi perspectiva no llene a los fans. Pero son los que tocan cosas que me interesan, así que al diablo.

Nota que sólo pondré una vez: no he visto Evangelion. Me estoy esperando. Será mi cierre. Por eso no está aquí (porque creo que lo estaría).

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1. Five six seven eight

1.1 Baccano!

(Escrito por Ryohgo Narita. Dirigido por Takahiro Omori)

 

baccano

 

La historia es simple porque se centra en el subdirector de un periódico y su asistente tratando de contar la verdad sobre una serie de sucesos extraordinarios.

La historia es simple porque se centra en una pareja de divertidísimos ladrones que quieren ver a una amiga.

La historia es simple porque se centra en una familia criminal en Estados Unidos.

La historia es simple porque se centra en un niño que ha deambulado solo por mucho tiempo.

La historia es simple porque se centra en cómo ellos, y muchos más, se cruzan, digamos, en un tren.

La historia es simple porque tiene otra cantidad de personajes en los que también está centrada la historia.

Es decir: esto de simple no tiene un pelo.

Baccano! es una lección narrativa desde el primer minuto. Si bien es imposible no disfrutar el manejo que le da a una idea tan usada como la inmortalidad, ésta pasa a segundo plano ante la apuesta estructural. Porque una historia cambia dependiendo de dónde se centre el narrador, de dónde empiece, de en quién se enfoque y, claro, de quién cuente. Lo que propone este anime es un ejercicio donde el espectador debe decidir en quién se centra y, por lo tanto, desde dónde quiere ver lo ocurrido en aquel noviembre de 1930.

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1.2 Cowboy Bebop

(Escrito por Hajime Yatate (varios autores). Dirigido por Shinichiro Watanabe)

 

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Si hay algo que le agradezco a Vanessa Puga es presentarme esta cosa. La de aquí es la historia de los caza recompensas que recorren el espacio en el Bebop durante el año 2070. Lo que vemos son sus aventuras (y desventuras) mientras se pone en duda cantidad de principios.

Si bien tres de los tripulantes -Fayne, Ed y Ein- son interesantes y tienen sus matices, lo verdaderamente rico está en los dos personajes presentes desde el inicio: Jet Black (que me cae rebien) y Spike Spiegel (que es una mentada de madre). Si bien los capítulos pueden verse como relatos separados, todos están hilados, principalmente, alrededor del pasado de estos dos tipos tan diferentes entre sí. Esa es una de las cosas que más llamó mi atención: la forma tan efectiva de hacer una historia redonda con pedazos (capítulos) autoconcluyentes.

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1.3 Sobre la brevedad y el sonido

Las dos narraciones anteriores comparten dos características: ambas apuestan por la brevedad y las dos dependen de su banda sonora.

Vayamos por partes, empecemos por lo primero. Cowboy Bebop tiene 26 capítulos de 24 minutos cada uno. La mayoría tiene un nombre que hace alguna referencia musical («Black Dog Serenade» o «Bohemian Rapsody», por ejemplo) y todos, exceptuando «Jupiter Jazz» y «The Real Folk Blues», empiezan una historia y la acaban ahí mismo. Se dan el tiempo, en tan poco, de cuestionar cosas como la lealtad, la existencia, el nihilismo, la justicia, el vacío. Todo sin olvidar que lo importante es narrar bien.

Baccano!, por otro lado, tiene sólo la mitad de episodios que la historia anterior. Y duran lo mismo. Pero con eso basta para contar múltiples posibilidades de lo mismo, jugando con la narrativa de una forma más interesante. El nombre del primer episodio, «El subdirector se niega a discutir la posibilidad de ser el protagonista», debe ser suficiente para poner alerta a cualquiera. Esto es, más que una narración ordinaria, un cuestionamiento sobre cómo se cuenta. Y, por ende, sobre cómo se lee.

Uno de los grandes apoyos para que dicho experimento funcione en Baccano! es su banda sonora. Makoto Yoshimori es el compositor responsable de la gran mayoría de las canciones, mismas que son clave para generar la atmósfera necesaria para contar esto (y casi todo es jazz: eso te suma puntos sí o sí).

Pero si de soundtracks hablamos, el de Cowboy Bebop se lleva de calle al que le pongamos enfrente. La música compuesta por (la maldita loca llamada) Yoko Kanno es el contraste radical de la historia que ambienta. Si el anime apuesta por la brevedad, su música apuesta por el atasque.

101 canciones. Seis horas, doce minutos y diecisiete segundos de duración.

Cada canción aparece durante, qué te gusta, ¿quince segundos?, ¿veinte a lo mucho? Y no importa que así sea: cada nota tiene un efecto. Esta narración depende, literalmente hablando, de su sonido. Si lo que se cuenta es el esqueleto, la música son los músculos que mueven todo aquí.

Baccano! y Cowboy Bebop son apuestas extrañas con las formas breves y con la música. Pero son, sobre todo, una apuesta por la experimentación con la rareza dentro de una forma narrativa tan hecha de lugares comunes.

Continuará…

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manubchManuel Barroso nació, creció y murió antes de enterarse de ello. Por eso reseteó la consola y sigue aquí. Lee como poseso, escucha rap y jazz de forma adictiva, escribe porque le duelen las historias. Odia las verduras.

Mañana comprará un rifle.