WITCHES
maternar en incendios posparto
Miriam Gálvez Mancera
El lugar que atravesamos las mujeres al maternar resulta en un tópico reducido que en la mayoría de los casos desencadena en violencia simbólica. Si bien «la romantización de la maternidad es un fenómeno cultural en el que se exalta e idealiza presentándose como algo maravilloso, lleno de amor incondicional, alegría constante y satisfacción plena»(1), no es la verdad absoluta: no todas las mujeres transitamos por la experiencia devocional de ternura al dar a luz.
Estos preceptos arraigan patrones que no necesariamente son realizados por convicción, pues obedecen a un deber colectivo para encajar con las tradiciones domésticas y que traen consigo una profunda insatisfacción e incluso ansiedad a quienes la practican en contra de sus principios. Los hijos son relacionados comúnmente con efigies de pureza y esperanza para quienes los procrean o los desean. «Eres la calma de mi sueño y el paisaje entrañable», se lee incansablemente en fábulas de cuna. ¿Pero de verdad lo son? Ceder ante la presión comunitaria es un arma de doble filo (2).
Hablar a grandes rasgos de los abolengos sucedidos como lo son la tragedia hogareña y la «mamá monstruo», cliché de una brutalidad conservadora que representan un gran desafío personal como una fatalidad de los preceptos comunitarios que constituyen a la clásica figura de la mujer y tema —evidentemente— tabú, simbolizan una sujeción en la cotidianidad (3).
«El terror es un género privilegiado para hablar de temas políticos y sociales», dijo Mariana Enríquez, escritora argentina. Tomo esto de premisa, considerando que mi maternidad no fue planeada y que ahora la observo como una experiencia que me ha marcado, los filmes principalmente de horror con narrativa que se centra en la procreación me han acompañado y salvado de caer en la locura porque me permiten saber que no estoy sola y que otras féminas como yo también sienten culpa por no cumplir con las exigencias que el conservadurismo impone, más cuando se es madre autónoma. A veces los pensamientos que nos invaden en torno hacia nuestros pequeños no son los más benevolentes y pueden resultar oscuros y terroríficos.
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He mirado con tremendo respeto y sentimiento el poderoso documental Witches (2024), que maravillosamente escribe, dirige y narra en primera persona la formidable, vulnerable, directa y horrorizada Elizabeth Sankey. Los retratos de las brujas, tanto en la sociedad como en la cinematografía, aunado a su desgarradora e íntima experiencia personal, no hacen otra cosa —en mi caso— que sentirme cobijada en un mundo en donde la banalidad reina en cada rincón. La psicosis y salud mental posparto es un tema del que prácticamente no se habla e invisibiliza a un grupo de mujeres, como si el mundo quisiera ocultarlas por el desatino de no sentir la «bendición» de dar vida, como la propia Sankey, que terminó en un pabellón psiquiátrico después del nacimiento de su hijo. En algunos casos, una mujer con psicosis posparto puede tener pensamientos de hacerse daño a sí misma o a su bebé (4).
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Sankey y otras audaces contemporáneas relatan sus historias que van conectadas a momentos de diversas escenas de programas televisivos, comerciales y filmes que brindan un sentido primigenio a estos y sirven al mismo tiempo como ejemplos visuales de cómo se siente perder la cabeza y que me conectaron aun más de manera intrínseca como nunca antes con ellos: Häxan (Benjamin Christensen, 1922), The Passion of Joan of Arc (Carl Theodor Dreyer, 1928), The Wizard of Oz (Victor Fleming, 1939), Rosemary’s Baby (Roman Polanski, 1968), Possession (Andrzej Żuławski, 1981), The Witches of Eastwick (George Miller, 1987), The Craft (Andrew Fleming, 1996), Girl Interrupted (James Mangold, 1999), The VVitch (Robert Eggers, 2015) y The Love Witch (Anna Biller, 2016), entre muchos otros.
Conocer el testimonio histórico de mujeres que fueron halladas culpables de ser “brujas” o como simples artefactos usados por el diablo y darse cuenta de que sus experiencias son lo que hoy conocemos como enfermedades mentales es avasallador y muy emotivo.
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Igual que a Elizabeth, también mi hija Galatea me salvó la vida. Me dio amor incondicional, me centró las perspectivas y es una de las razones más importantes para continuar.
«La locura y la oscuridad, el horror y el dolor siempre están aquí, esperando. Vendrán por todas nosotras. Pero también lo harán la alegría, la belleza, el amor y la magia. Toda mujer es una bruja y toda bruja necesita su aquelarre».
Disponible en MUBI.
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(1) Barcas Trejos, Lina Marcela. De León Pineda, Clarette Lattife. Vergara Castro, Karol Juliany S/F, Trabajo de Investigación del Programa de psicología: ESTEREOTIPOS: ROMANTIZACION DE LA MATERNIDAD», Universidad Simón Bolívar [en línea] https://bonga.unisimon.edu.co/server/api/core/bitstreams/a08844e4-bf00-4da4-8495-1bfeb7b7753f/content#:~:text=La%20romantizaci%C3%B3n%20de%20la%20maternidad,alegr%C3%ADa%20constante%20y%20satisfacci%C3%B3n%20plena.
(2) Gálvez Mancera Miriam: “HUESERA: terror corporal de la maternidad”. Revista Penumbria [en lìnea] https://www.penumbria.mx/huesera-terror-corporal-de-la-maternidad/
(3) Gálvez Mancera Miriam: “EL CINE Y LAS MUJERES PSICÓTICAS”. Revista Penumbria [en lìnea] https://www.penumbria.mx/el-cine-y-las-mujeres-psicoticas/
(4) Shakin, Chloe W. 2024, “What to Know About Postpartum Psychosis”, The New York Times [en línea] https://www.nytimes.com/2024/10/09/well/postpartum-psychosis-pregnancy-what-symptoms-treatment.html
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SuperHeroína coyoacanense. Bakeadicta. Cazadora de imágenes.
Pesadilla, malestar creado por la mente enferma de algún noctámbulo en insomnio desesperado.
Fundadora de The Junkie Cinema Club y colaboradora de Fantasmagoría: festival de cine fantástico y de terror de Medellín.
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