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Bitácora del navegación del Nautilus 15

BREVE HILADO SOBRE EL FUTURO

 

Marina Ortiz

Sad Eyes Remember the Future / Ciro Pignalosa, 2011)

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El tiempo ha sido, es y será uno de los grandes temas de la ficción, la filosofía y la vida porque nuestra vivencia de él oscila entre lo abstracto-magnífico y lo mundano-tangible. Las metáforas poéticas y expresiones cotidianas ayudan, pero nunca terminamos por apre(he)nderlo por completo: el tiempo es un río, cuyo flujo es lo permanente, o un objeto que perdemos si estamos distraídos; o es una línea, un camino, un hilo cual horizonte infinito, o un círculo que gira en un eterno retorno.

Con más de dos siglos de “Modernidad”, vemos al tiempo como una secuencia coherente de sucesos, con teleología o sin ella. Esto es gracias al desarrollo de ciertas disciplinas e investigaciones que van desde la Historia hasta la neurología. A esta última pertenecen los conceptos de la consciencia y la memoria, y ambos son complicados: nuestra comprensión es limitada, pero tenemos cierta certeza de que algo en nuestro cerebro nos permite registrar, entender y predecir la secuencia coherente de sucesos.

Percibimos el paso del tiempo (¡otra metáfora!) con nuestros sentidos, siendo la consciencia el más difuso y poderoso de todos. Presenciamos el inicio y el fin de muchas cosas, y nuestra mente las recuerda con fidelidad mutable. Sabemos bien que es posible re-escribir el pasado, desdoblar el presente en muchas perspectivas e imaginar más de un futuro. Las ciencias nos ayudan a esto: por ejemplo, la astronomía nos devela el curso del cosmos, o bien la mancuerna biología-arqueología nos ilustran la evolución de los seres vivos en la Tierra. Las artes “viajan” al pasado y lo “reconstruyen” para así vivenciarlo una vez más. Pero todo esto son regresiones, la empresa de visitar el pasado es difícil pero viable, mientras que el futuro es un paisaje nebuloso, incierto e inasible que nos fascina y atemoriza.

Este de la Modernidad por construir una visión estable, coherente e inteligible del tiempo se manifiestan también en la literatura de corte realista: en lo cotidiano y lo Histórico se busca la objetividad, una buena lógica, y suficiente congruencia y verosimilitud para satisfacer nuestros ideales. Así se elabora una nueva cosmovisión, o mitología, que ya he mencionado en otras Bitácoras: el “mito moderno” de Lubomir Doležel, que nos argumenta que ahora pensamos la jerarquía dual de la realidad en términos —o dimensiones— de lo “visible” y lo “invisible”. Lo visible es lo que podemos ver y comprender, manejar y controlar; pero lo invisible es aquello que nos elude y desconcierta, lo que no podemos tocar e integrar a un sistema utilitario. Curiosamente, el tiempo se extiende entre ambos conceptos, siendo el presente el más visible, el pasado un tanto ambiguo y variable, y el futuro aquello aún impenetrable y extraño. Lo invisible.

Con este preámbulo, ya podemos sumergirnos con cuidado a un cuento en Mundos remotos y cielos infinitos: antología de la ciencia ficción contemporánea de Nuevo León (2012): “Premnesia” de Gabriel González Meléndez.

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Trata sobre Manuel, un adolescente que tras una accidental sobredosis cae en un coma por tres días, y al despertar experimenta un revés en su memoria. En vez de recordar el pasado, Manuel sólo “recuerda el futuro”.

Para enfrentarnos al misterio del futuro, hemos elaborado ficciones sobre la premonición, la profecía, la clarividencia y demás variables del tema: desde profetas míticos, el ciego Tiresias y el Oráculo de Delfos, hasta algunos usos del horóscopo, y ficciones en la página y medios audiovisuales como como Good Omens, That’s So Raven, X-Men, The Girl Who Leapt Through Time y muchos más.

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Todas estas ficciones, junto con “Premnesia”, apuntan a una concepción de tiempo y el futuro como algo observable, a veces accesible. El tiempo deja de pertenecer a la dimensión de lo “invisible” y se filtra a lo visible, con consecuencias impactantes para los personajes y el orden del mundo. Pero para poder ver o visitar el futuro —o el pasado, en todo caso— es necesario que la materia quede “impresa” o “guardada” en el tiempo y espacio, y no sólo en la consciencia de las personas. Todo lo sucedido permanece para siempre en la realidad como un recuerdo viviente, y el futuro es más que una continuación, una tentativa o una ilusión: es una certeza.

Como piensa el doctor que está revisando a Manuel:

“En un universo newtoniano, una conciencia íntegra, despierta y sin perturbaciones químicas, era un sistema inercial que iba viendo al futuro convirtiéndose en pasado, cruzando un fugaz presente; pero si a través de depresores o estimulantes se le modificaba la aceleración a este sistema, su relación con otros sistemas inerciales cambiaba (…) El orden de los eventos en un universo sólidamente constituido por la intricada relación de estos era determinado por la dirección de la conciencia”.

Sólo haría falta algo extraordinario que permitiría dicho acceso. Tal don, objeto o circunstancia es recibido y tratado con gran cautela y temor, pues es bien sabido que el orden de causas y efectos tiene un equilibrio precario. Y así las personas que transitan en el tiempo se vuelven hiper-alertas de la complejidad de la supuesta linealidad del tiempo.

Para Manuel, el caos reina en su mente, pues se vuelve incapaz de recordar el pasado y así de entender cuál es su presente real. Incluso su léxico se perturba y la coherencia de su habla se desliza fuera de su control. Su malestar lo orilla a situaciones extremas de las cuales no puede escapar. Así, el cuento toca diferentes áreas relacionadas con el tiempo: el determinismo, la relatividad, la libertad y la voluntad. Son estas dos últimas las más críticas, pues el valor de nuestras decisiones cobra protagonismo cuando se hace explícito su desenvolvimiento y fatalidad. Conocer el futuro significa conocer una certeza que nulifica cualquier esperanza. El cuento nos advierte sobre los peligros que acarrea un sentido de control absoluto sobre la realidad, pues la libertad necesita tanto de lo visible para tenerse de pie como de lo desconocido para poder respirar.

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AQUÍ puedes leer el cuento.

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AQUÍ puedes conseguir la antología.

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Ana Marina Ortiz Baker

Soy de Monterrey, Nuevo León, México.

Desde la licenciatura estudio la ciencia ficción y la fantasía, y estoy por terminar una maestría en Literatura Hispanoamericana.

Mi tesis de investigación fue sobre el cyberpunk mexicano, en específico el tema del espacio y su relación recíproca con los personajes.

Me gustan los temas del cuerpo, la mujer, la ciudad, los mitos, la magia y la naturaleza.

Los conocimientos que tengo, que son un tesoro para mí, aún tienen mucho que crecer.

Twitter: @maro_baker

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