CARTER & LOVECRAFT
los mitos del horror cósmico
Lord Crawen
Howard Phillips Lovecraft. El nombre del autor sigue siendo reconocido en todas partes del mundo donde se utilice su narrativa o se tenga un desarrollo proyectado hacia el horror cósmico, el cual describió en sus últimos años. Una gran cantidad de la obra de Lovecraft se basa en este punto: el desconocido universo, que en pleno 2023 continúa siendo un total misterio para todos (o algunos).
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La obra de Lovecraft, rescatada de manera póstuma por su círculo cercano de amigos, ha hecho posible disfrutar de cada uno de sus cuentos. Entre ellos existen hilos, referencias entre uno y otro, bibliotecas, lugares y libros que se ha empeñado el hombre en buscar y que, cuentan, nadie sabe si de verdad él tuvo contacto con estos elementos de su literatura. (Pero por una razón los describía, aunque fuesen indescriptibles.)
Deja este mundo, fuera del reconocimiento, con cartas a muchos autores de la época.Bajo la sombra de Edgar Allan Poe y el comparativo con Dunsany, renace día a día a través de todos sus mitos de la vida real y los literarios. Se le señala en ocasiones como un hombre que despreciaba a la gente de color, aunque tal vez solo era parte de su desarrollo literario.
Pretendamos imaginar que Lovecraft, en toda su obra, ha dejado pistas de elementos que convergen en la tierra, los cuales pueden ser utilizados para quien los encuentre. Claro está, con las consecuencias que ello conlleva (para quienes no estén familiarizados con su obra, consideremos que el hombre desciende a abismos de locura sin retorno). Sobre advertencias no existen engaños.
Aquí entra entonces Jonathan L. Howard, un escritor inglés que comenzó su trabajo de desarrollo a través de las líneas de script de Broken Sword en los años 90. Para 2009 publica su primer libro: Johaness Cabal. The Necromancer.
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Sin embargo, su imaginación lo lleva —como a muchos de nosotros, escritores del horror— a encontrarse con la mítica obra lovecraftiana y todo el hilo negro que recae sobre cada una de sus historias; los pedazos faltantes, desarrollos inconclusos, poemas de palabras entrecortadas, fonemas de criaturas de otros mundos, sectas y cultos en busca de llamar a los antiguos y antiguos que rondan a primera hora del día entre nosotros.
Así es como con todos estos elementos conforma el primer tomo de su pequeña saga: Carter & Lovecraft.
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Este libro es una combinación de la literatura de horror lovecraftiana con la temática de investigadores privados, al estilo Sherlock.
El libro comienza fuerte. La policía busca a un infanticida; serial o no, está causando estragos. Su patrón se ha quebrado y están a punto de encontrarlo. Carter lleva la delantera, a la par de su compañero. Encuentran al asesino, al niño recién secuestrado y, en la pared, símbolos inequívocos de rituales inexplicables. Las cosas para Carter no terminan bien esa noche, cuando su compañero, en plena acción, decide pegarse un tiro. El asesino también muere, no sin antes intentar explicar los símbolos de la pared y motivos (hilo del cual no deben perderse en toda la historia y que les causará frustración), aunque ya es tarde para la suerte de Carter.
Nuestro protagonista decide olvidarse de todo y convertirse en investigador privado.
La suerte solo existe para algunos y a Carter le llega una notificación de herencia de alguien a quien jamás conoció: una propiedad en Providence de un recién fallecido. Aquí comienzan a tomar forma los elementos lovecraftianos con las referencias al autor y su obra, resaltando entonces la figura de la única sobreviviente y sobrina del recién fallecido: Emily Lovecraft (un personaje que el mismo Lovecraft odiaría), quien influye mucho en la historia por ser sabia conocedora y ÚNICA sobreviviente del linaje Lovecraft (vayan imaginando la situación una vez llegados a esta parte del libro, extrapolen la mente a la realidad).
Emily sabe mucho sobre Lovecraft y otros autores debido a que lleva una pequeña biblioteca en la residencia recién heredada a Carter, un desconocido que no sabe nada sobre Lovecraft, libros y, mucho menos, sobre Randolph Carter.
Ambos tendrán que lidiar con muertes inenarrables e indescriptibles de dos personajes cercanos a un hombre en el que la suerte no es común y solamente obtiene, a través de cálculos mentales y matemáticos, la suerte de siempre ganar y tener la razón. Su nombre el William Colt. Un hombre sin gracia alguna, con la mente resquebrajada por algo que llama “la desviación”.
Para no contarles todo lo que Jonathan L. Howard tuvo que ocurrírsele para entregarnos una obra digna de horror cósmico y universos lovecraftianos en este nuestro mundo real, debo decirles que es un libro infaltable para los amantes del autor y de su trabajo cósmico.
Las referencias no bastan, aparecen una a una en cada uno de los capítulos que dividen al libro y, como pequeñas historias extendidas a la obra de Lovecraft, van entrando dentro de la redacción del libro.
Cabe mencionar que solamente estoy reseñándoles el primer libro, pero ya me ocupo del segundo.
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De momento, la omisión a los dioses antiguos no es importante, hay más cosas en la obra lovecraftiana que podemos dilucidar y enriquecer de una mejor forma, tal como Howard lo hace: toma un solo elemento y de ahí va desplegando la historia que va a contarnos.
El final no está para menos. Aquí es donde la duda surge, el lector no puede soportar los secretos que se van develando, habrá que releer algunas partes que no quedaron claras, hilos que se destenderán (espero) en la segunda parte y, sobre todo (como Lovecraft solía hacerlo), lo que el hombre hace con aquello que no puede entender: engendrar un desastre mayor al ya causado.
Los lineamientos tanto de Lovecraft como de Howard no se separan en el final: le piden al autor un momento para reflexionar y aterrarse en las últimas líneas, a crear un mapa despectivo de ideas futuras y realizarse la pregunta de siempre: ¿lo que estoy leyendo es tan solo ficción?
Quedará en ustedes hallar la respuesta a este misterio glorioso que nos ha entregado Jonathan L. Howard.
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Y recuerden que los libros son una página a otros universos —pasados, presentes o futuros— de nuestro mismo mundo. Tal vez lo que ocurra en algunos segmentos de nuestro pequeño globo terráqueo sean partes de universos más grandes que no podamos comprender. Si no temen a descender en esa locura, indaguen…
Pero no olviden que los gritos en aquel enorme y vacío agujero no podrán escucharlos nadie más.
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Jezreel Fuentes Franco (Lord Crawen) nació el 29 de junio de 1986 en la Ciudad de México. Estudió Ingeniería en Comunicaciones y Electrónica en el Instituto Politécnico Nacional. Su pasión por la literatura y la música lo lleva a formar parte del taller de creación literaria impartido por el profesor Julián Castruita Morán y Alejandro Arzate Galván. Participante de Concursos Interpolitécnicos de Lectura en Voz Alta, Declamación, Cuento y Poesía. En 2014 es finalista del Concurso Interpolitécnico de Declamación. Participó en 4 obras de teatro de improvisación, las cuales fueron presentadas en los auditorios de la Escuela Superior de Ingeniería Textil y en el Cecyt 15. Ha realizado ponencias en eventos de «Literatura del horror” en el auditorio del centro cultural Jaime Torres Bodet. Actualmente publica en El nahual errante y Sombra del aire, ambas revistas de corte virtual.
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