CONVOCATORIA
PENUMBRIA DISTÓPICA
Penumbria te invita a participar en su antología de cuento fantástico #55, dedicada a la distopía:
¡Escribe un cuento distópico*!
*Como asienta Gregory Claeys, lo primero que evoca la palabra distopía en el imaginario popular son imágenes de ciudades sumergidas, de cadáveres agusanados, de edificios en ruinas, de desiertos sembrados de carcasas de animales, máquinas abandonadas y torres de basura tóxica. Y si bien la distopía no es exactamente esto —más bien algunos de sus posibles escenarios—, lo cierto es que el concepto se asocia siempre, según señala Peter Sloterdijk, al pesimismo, a una expectación catastrófica arraigada en lo más profundo del ánimo. Sin embargo, las pinturas estremecedoras que la distopía traza en la imaginación ofrecen asimismo una vía de escape estético. A veces, incluso, un resquicio de esperanza de que el mundo o una sociedad determinada puedan cambiar a mejor, ajustarse a un antiguo modelo utópico en el que otros hombres creyeron y que acaso podría concretarse. La distopía con frecuencia linda con lo postapocalíptico. La naturaleza devastada, el cambio climático, las guerras bacteriológicas y las pandemias alimentan ficciones pobladas de zombis y vampiros que, si bien contienen elementos distópicos, no son distopías en sentido estricto. Esto remite a un par de cuestiones medulares para la categorización de un producto artístico —sobre todo literario o cinematográfico— como distopía. En primer lugar, una distopía debe referirse en última instancia al poder y sus complejos entramados. En segundo, debe aludir a las circunstancias histórico-sociales desde donde el lector o el espectador contempla la obra distópica, a pesar de que ésta presente en apariencia un mundo por completo ajeno a los referentes extralingüísticos. En definitiva, en cuanto producto de ficción, la distopía ensaya una pintura parcial del futuro a partir de una crítica de elementos reconocibles del presente que proyecta hacia una sociedad imaginativamente materializada. Sociedad alterna que al final resulta ser una metáfora de la sociedad efectiva, sea como un espacio autosuficiente o como una pieza más del engranaje de la aldea global. // Adrián Curiel Rivera, “La distopía literaria”. AQUÍ puedes leer todo el texto.