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DE INDÓMITA NATURALEZA*

 

Efraím Blanco

 

La narrativa de Analí Lagunas en De indómita naturaleza nos lleva a preguntarnos en qué género estamos inmersos y a la vez nos revela el camino de forma sutil y precisa. En su obra encontramos anquilosadas varias joyas narrativas que son como un mapa hacia el gótico mexicano, lo onírico y lo fantástico, como si avanzáramos a tientas en la oscuridad de las letras mexicanas para tener un nuevo descubrimiento, y es volver al punto de partida, a la narrativa que nos pone en una calle empedrada o frente a objetos comunes (viboritas en una plaza o espejos), a historias cuyo suspenso y misterio nos recuerdan las atmósferas ominosas en cuentos de Amparo Dávila (“El huésped”) o tirar el hilo sobrenatural desde los límites de la realidad como Adela Fernández y sus Cordelias multiplicadas desde un espejo. Los cuentos de Analí Lagunas nos llevan a través de las calles de los pueblos, de los íntimos espacios de las casas, de la soledad a la compañía intrínseca de seres fantasmales o de transformaciones maravillosas enraizadas en las tradiciones mexicanas, en los dichos, en la piel, en la memoria y en el fino velo que divide la realidad y el mito.

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Hay al menos una historia en De indómita naturaleza (“Madeja”) donde el lenguaje poético es el hilo conductor entre las voces de un Teseo y Ariadna reimaginados. Los cuentos de Analí Lagunas consiguen representar múltiples horrores de lo cotidiano en distintas realidades, escritora precisa a quien podemos ver como una autora que ha heredado y se ha apoderado con su propio estilo de los recursos narrativos y poéticos con los que intenta dar cuenta de una multiplicidad de mundos que no necesariamente tienen que ver con universos privados y se vuelven universales desde la terrible realidad de nuestro día a día. Es el caso de este libro publicado por Editorial Reverberante, un soplo de aire fresco desde las calles acapulqueñas que inunda hoy la ruina tropical que es la eterna primavera (aquí en Cuernavaca nos falta el mar, pero igual nos lo imaginamos).

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Analí Lagunas

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En la actualidad, la narrativa mexicana escrita por mujeres vive una explosión de autoras en géneros de lo fantástico, lo gótico, lo weird y la ciencia ficción. Como dice la escritora Lola Ancira, «desde sus orígenes —principios del siglo XIX— y hasta la actualidad, lo fantástico y la ciencia ficción han tenido distintos acercamientos teóricos y diversos intentos por definir sus características temáticas y estéticas», hoy es algo que más allá de definir nos toca entender y encauzar desde la lectura, la edición y la difusión bajo el entendimiento de no tener que detenernos a encasillar o etiquetar su estilo, pues es una nueva literatura mexicana que se inserta en distintos géneros sin miedo a la clasificación. Está claro que debemos seguir girando la cabeza y la lectura hacia lo que las autoras mexicanas e hispanoamericanas (aquí una anotación: es urgente leer a Andrea Chapela, Adela Fernández, Lola Ancira, Andrea Ciria, Amparo Dávila, Analí Lagunas, Samanta Schweblin, Jazmín García, Cecilia Eudave, Daniela Villarreal Grave, Mariana Enriquez y a muchas más en un mismo plano atemporal e infinito), quienes han logrado equilibrar la balanza del nuevo canon, de los nuevos booms, de los nuevos best sellers con voces femeninas y de la búsqueda constante de su propia voz e identidad en este mundo literario fantástico y terrorífico que compartimos día a día.

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Efraím Blanco, Analí Lagunas y Alejandra Martínez durante la presentación del libro.

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*Texto leído en la presentación del libro el pasado 16 de diciembre en Cuernavaca, Morelos.

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Editorial Reverberante

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Efraím Blanco

Egresado de la Escuela de Escritores “Ricardo Garibay” del estado de Morelos.

Fundador y director de la editorial independiente Lengua de Diablo.

Ha obtenido el Premio Nacional de Cuento Juan José Arreola, el Premio Bellas Artes de cuento infantil y juvenil Juan de la Cabada y el Premio Nacional de Cuento Fantástico y Ciencia Ficción.

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