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DEFORMANDO LA TERATOLOGÍA

un análisis al filme Il signor Diavolo

 

Lord Crawen

 

Italia se presenta en el catálogo de películas de suspenso y horror iniciando los años ochenta, sorprendiendo a los espectadores por filmes con alta cantidad de efectos visuales que volvieron locos a más de una persona al estar en la sala de cine. Mientras que a los despampanantes cinéfilos americanos, en sus redituables creaciones actuales, les venía como anillo a su putrefacto ejemplar de bolsillo un nuevo mundo de posibilidades.

Fue así como el subgénero de horror para esta parte del mundo obtuvo su propio mote: giallo.

Una vez inmersos en este plano, se pudo encontrar todo un catálogo de películas de infinidad de directores, aprovechando también la aparición de las videocaseteras para exhibir sus filmes en los recovecos de los video centros del mundo, ahí donde el final del pasillo podían exhibirse películas que no habían llegado al cine por falta de apoyos, presupuesto o por ser prohibidos debido al pánico satánico de la época.

¿Pero por qué el temor a lo desconocido, a lo mágico, a lo que no entendemos?

Si bien ya he transcrito mucho sobre el cine de terror de los ochenta, ahora quiero centrarme en Il signor Diavolo (Avati, 2019), filme italiano que sale del giallo pero que representa el mayor temor de todas las personas: aquello que se puede ver y juzgar.

Para no entrar en mucho detalle y los benditos spoilers que a nadie le agradan (excepto a escritores a quienes nos gusta jugar con los finales alternos o historias entrelazadas en viejos escritorios tétricos), hablaré un poco sobre el filme.

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Se contrata a un investigador privado (tras la primera guerra mundial) para acudir al pueblo de San Picolo, donde se tiene el registro de un niño que ha asesinado a un joven por supuesta posesión diabólica. El investigador, mientras está leyendo el documento que se le ha entregado a través de la iglesia católica, nos entrelaza en las vivencias de lo ocurrido en el pueblo, mientras este niño intenta terminar de alguna manera con la vida de un joven quien también está en la iglesia pero que sufre de malformaciones corporales y dentales. Nada ayuda la soledad de su familia, de una madre alejad de él, la ausencia de padre y una supuesta muerte de una bebé (adoptada por la madre durante el parto de una mujer que falleció).

El investigador al llegar al pueblo se encuentra con un revoltijo de historias, comienzan a entremeterlo adjuntándole entregas privadas de dientes de un animal, que se sobreentiende fueron retirados del joven occiso. Al tener una plática con los implicados, todos y cada uno de ellos datan que la verdad sobre el caso se encuentra bajo la iglesia.

El investigador, junto al único sobreviviente, desciende a lo que parece ser la oscuridad del caso y el final del mismo. Pero siempre habrá oscuridad en los casos eclesiásticos.

El filme no se guarda nada desde el inicio, con esa característica europea de contar las historias lo más fuerte posible para impactar al espectador, dejándole dos opciones: que se retiren los cobardes y se adentren los valientes.

Al terminar el filme surgen muchas ideas, por lo que tengo a bien no solo traerles una reseña pequeña de dicho filme, sino también un breve estudio sobre teratología escrito por la doctora Frida Gorbach, mexicana especializada en historia del arte.

Su libro El monstruo, objeto imposible nos presenta un desglose de la teratología mexicana de 1864 a 1915, donde estos casos fueron documentados en la Gaceta Médica de México gracias a las aportaciones del obstetra Juan María Rodríguez, Manuel S. Soriano (estadista de la Academia Nacional de Medicina), del pediatra Eduardo Liceaga, del botánico Lauro Jiménez, José Peón Contreras (quien se dedicó a enfermedades mentales dentro de la Academia de Medicina) y Román Ramírez (autor de una revista de anomalías), entre otros.

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La doctora Gorbach muestra en su libro un compilado de estas investigaciones sobre teratología y el análisis que se hicieron en su momento a las malformaciones. Por cierto, la teratología es la ciencia decimonónica especializada en el estudio de las anomalías y las monstruosidades.

Este libro extiende un catálogo de casos donde los individuos (sin importar edad o sexo) fueron caso no solamente de estudio ante sus malformaciones, sino también de un acoso anti social y religioso en muchos de ellos.

Recuerdo entonces que, ante la post guerra, la MGM lanzó el filme Freaks (Browning, 1932), exhibido mucho tiempo después debido a su contenido explícito. Para aquel entonces, ese contenido explícito era mostrar a personas con “malformaciones” que trabajan en un circo.

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Retomando nuestro filme, el joven asesinado (y al cual se le imputa ser partidario del diablo por sus malformaciones) nos habla del pánico satánico existente aun en la actualidad respecto a los individuos diferentes, con “malformaciones” a los que suelen llamarles monstruos y destinados a cargar con su estigma por designios diabólicos, como suele mencionar la sociedad y, más hacia lo médico, el hecho de que la naturaleza trabaja de métodos extra ordinarios.

Gracias a las investigaciones no solo de estos doctores en periodos del oscurantismo médico (porque a pesar de los avances continúa el oscurantismo social), el monstruo en cuestión ha sido tratado con métodos estéticos para revertir las posibles malformaciones.

La doctora Gorbach no teme al lanzamiento de su libro y de la recopilación de algunos de los estudios más importantes y de los individuos estudiados, tratados muchas veces como objetivos o ejemplares para ser analizados en su curso vital; muchas veces sin necesidad de exhibirlos al público, como lo hizo el filme Freaks, donde los actores eran replegados a una parte oscura del estudio donde casi nadie pudiera tener contacto con ellos.

La muerte del coprotagonista en nuestro filme me causa descontento, porque la historia se entreteje a modo que el espectador defienda siempre a lo físico, al benefactor corporal de una contienda entre el bien y el mal, donde el malformado es mostrado una vez más como el villano del filme, sin darle siquiera una oportunidad de exponer sus motivos.

Y es que no hay mayor monstruo que la perfección física y un interior desconocido, ese que se explaya ante el odio hacia el resto, que muchas veces termina en explosiones que arrebatan vidas inocentes.

Adentrarse en el estudio de los filmes, literatura, teratología y ciencias médicas es un mundo que va de la mano con lo que observamos día con día. Y si bien los filmes de horror o la literatura en cuestión no son del agrado de los grandes premios, son una arma para aquellos rezagados sociales que nos ocultamos en la oscuridad, aceptando la igualdad entre todos los seres, abrazando nuestros demonios internos y a los externos, compartiendo una buena cerveza por la diferencia ante la imposición social de la belleza física y anti-natural.

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Jezreel Fuentes Franco (Lord Crawen) nació el 29 de junio de 1986 en la Ciudad de México. Estudió Ingeniería en Comunicaciones y Electrónica en el Instituto Politécnico Nacional. Su pasión por la literatura y la música lo lleva a formar parte del taller de creación literaria impartido por el profesor Julián Castruita Morán y Alejandro Arzate Galván. Participante de Concursos Interpolitécnicos de Lectura en Voz Alta, Declamación, Cuento y Poesía. En 2014 es finalista del Concurso Interpolitécnico de Declamación. Participó en 4 obras de teatro de improvisación, las cuales fueron presentadas en los auditorios de la Escuela Superior de Ingeniería Textil y en el Cecyt 15. Ha realizado ponencias en eventos de «Literatura del horror” en el auditorio del centro cultural Jaime Torres Bodet. Actualmente publica en El nahual errante y Sombra del aire, ambas revistas de corte virtual.

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