DE MASACRES HASTA LOS HUESOS
EL CANIBALISMO CINEMATOGRÁFICO
Lord Crawen
Uno de los temas más complejos de adaptar o desarrollar para ser mostrado al público sin duda es el canibalismo. Sabemos que muchas de estas prácticas —para alguno asquerosa o difícil de concebir— ocurren en algunas tribus actualmente en nuestro mundo.
En este artículo haremos una introspección sobre el canibalismo y cómo este tema cinematográfico ha ido evolucionando de forma constante; desde lo aterrador y grotesco, hasta un arte gráfico empático con el monstruo en cuestión.
Recordemos que el monstruo inspirador de cada una de las pesadillas es el ser humano (en toda la expresión de su humanidad) fuera de su cabalidad. Estudios varios han intentado comprender el comportamiento que lleva a un ser humano —o en conjunto— a dichas prácticas. Muchos de éstos han encontrado las circunstancias de su entorno, el nulo conocimiento sobre la alimentación o tecnología y, finalmente, el tema teológico.
Aunque la literatura ha abordado el tema, es el cine quien ha proporcionado imágenes grotescas y poderosas que proporcionan un dejo de conciencia a los espectadores del horror y del subgénero gore (por su enorme cantidad de sangre e imágenes fuera del contexto, mostrando a los órganos humanos en toda su sanguinolenta expresión).
The Texas Chainsaw Massacre (Hooper), presentada a los cines en el año de 1974, fue una de las pioneras del subgénero. Adaptada bajo la sombra de los terribles acontecimientos del asesino serial Ed Gein, mostraba a una familia solitaria —en el lejano desierto de Texas— que, al permanecer en su pueblo natal, no tenía alimento y adoptó a un joven deforme y poderoso que serviría como protector y proveedor de carne (de jóvenes que pasaban por ahí solo para divertirse). La película fue, obviamente, destrozada por la crítica, pero adorada por todos los fanáticos del horror.
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Y este tema comenzó a ser movilizado de forma consecuente en muchos otros filmes de los ochenta como The Hills Have Eyes (Craven, 1977), Anthropophagous (D´Amato, 1980) y Cannibal Holocaust (Deodato, 1980), siendo considerada esta última como un filme snuff (se decía que el director había participado —junto con la tribu— en masacres de personal en la película). Y vaya que este mito le ganó popularidad a la película, haciéndola parte del culto de horror.
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Para 1990 el subgénero evolucionó, mostrando un poco menos del horror caníbal y más al monstruo en sus atrocidades. Como ejemplo tenemos al Dr. Lecter (Anthony Hopkins) personaje icónico de la cultura del terror que aparece en la saga de películas Silence of the Lambs. No olvidemos que para ese entonces personajes como Jeffrey Dahmer o Ted Bundy (en la cárcel y esperando sentencia por sus crímenes atroces) ayudaban también a la policía a resolver solo algunos casos.
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Alive (Marshall, 1993), aunque no es un filme de horror, sí trató dicho tema a través de la supervivencia de personas que quedaron en una montaña tras desplomarse su avión. Esta película fue un parteaguas sobre cómo tratar el tema del canibalismo.
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Pasando a los 2000, el tratamiento de la temática se volvió más de suspenso que de mostrar en sí el canibalismo en pantalla; empatizando de alguna forma con la situación de la persona y haciendo al espectador pensar si haría lo mismo al encontrarse en dicha situación.
Dumplings (Chan, 2004) es una cinta japonesa que debe verse con un criterio distinto —con la mente muy abierta—, porque todo será un canibalismo distinto, explosivo y de muchos sabores diferentes.
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Otra cinta que marcó un distintivo en esta contracultura fue We Are What We Are (Mickle, 2013) —remake de Somos lo que hay (Grau, 2010)—, que explora la vida de una familia en el abandono total de las circunstancias y la vida de dos pequeñas que necesitan comer para subsistir.
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Julia Ducornau comenzó fuerte el 2016 al presentar Raw, una cinta protagonizada por una joven que explora, entre sus muchos cambios juveniles, parte del canibalismo, lo que la lleva a estar confundida sobre su existencia. El tema se aborda más social, bajo una lupa crítica y difícil; un horror más personal sin tantas vísceras, un horror palpable en cualquier momento.
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The Neon Demon (NWR), ese mismo año, desnuda los horrores de las pasarelas y la moda, brindándonos un final espectacular y canibalístico.
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El cine español no se quedó atrás con Caníbal (Cuenca, 2013), que tiene un arte magnífico y una alegoría de un sastre con su degustación.
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El año pasado tuvimos dos películas espectaculares con tratamientos diferentes del canibalismo:
Fresh (Mimi Cave, 2022) centra nuestra atención en la actual desaparición de mujeres, haciendo un enfoque canibalista distinto (como un mercado que se mueve en las sombras, pero que es conocido e instaurado). Contiene ese vistazo a las relaciones humanas que nos hace vulnerables —tanto a la víctima como al victimario—; el corazón y la mente son más que órganos en nuestro interior.
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Bones and All (Guadagnino, 2022) es una carta de amor a esta condición. El canibalismo es tratado como una enfermedad —más allá de lo mental o físico— que puede olerse entre quienes se insinúan y buscan víctimas a las cuales no se les extrañe. La historia trata sobre dos jóvenes bajo esta condición, quienes buscan de alguna manera remediar esta situación. Esta película “romántica” sacia al espectador de un tabú en su máxima expresión.
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Si bien no son todos los filmes que han tratado este tema (existen pésimos refritos que se vuelven culto, malos que son recreados y buenos para pasar un rato gore con palomitas en salsa), son mis recomendaciones para acercarse a este subgénero de estómagos fuertes de una forma más humana y aterradora.
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Jezreel Fuentes Franco (Lord Crawen) nació el 29 de junio de 1986 en la Ciudad de México. Estudió Ingeniería en Comunicaciones y Electrónica en el Instituto Politécnico Nacional. Su pasión por la literatura y la música lo lleva a formar parte del taller de creación literaria impartido por el profesor Julián Castruita Morán y Alejandro Arzate Galván. Participante de Concursos Interpolitécnicos de Lectura en Voz Alta, Declamación, Cuento y Poesía. En 2014 es finalista del Concurso Interpolitécnico de Declamación. Participó en 4 obras de teatro de improvisación, las cuales fueron presentadas en los auditorios de la Escuela Superior de Ingeniería Textil y en el Cecyt 15. Ha realizado ponencias en eventos de «Literatura del horror” en el auditorio del centro cultural Jaime Torres Bodet. Actualmente publica en El nahual errante y Sombra del aire, ambas revistas de corte virtual.
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