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Bitácora de Navegación del Nautilus 26

LA CASA DE LAS SOMBRAS

 

Marina Ortiz

 

Un cielo oscuro acentúa las sombras grises de los árboles. Susurran con el viento algo que no entendemos, y parece que al moverse apuntan en dirección opuesta a donde vamos. Estamos aislados de la civilización desde que cruzamos ese portón, tal vez la ciudad está a kilómetros de distancia o bien a unos pocos metros, pero ya no puede contactarnos aunque quisiera. Avanzamos a un destino que no podemos escapar: tal vez lo elegimos, o nos engañaron hacia él, tal vez nacimos para esto, tal vez se tropezó en el camino de nuestra vida o lo queríamos evitar, tal vez quisimos salvar a alguien de esto. Firmes o aterrados, huyendo o enfrentando, valientes y cobardes nuestros pasos nos llevan a la entrada de la casa: es antigua, su presencia da fe de la imperiosidad del pasado. Nos es familiar y a la vez extraña. No tenemos opción. Tomamos la perilla de la puerta, cruje al girarla, y entramos en la Sombra.

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House of Shadows (Robert Powell, 2016)

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El género gótico es más que sólo lo inquietante, lo macabro y lo sórdido. Su alma consiste en la prolongación del pasado, provocada por una transgresión del mundo natural-humano hacia el mundo sobrenatural-divino. El acto, que también lleva el nombre de pecado, genera una herida tan profunda que no puede sanarse. Así, la frontera entre los reinos de la visión mítica se destiende en una sombra espesa, permeable y crasa. El espacio-tiempo recuerda y deja su huella a cualquiera que lo toque. La transgresión nos demuestra que la división mítica no siempre es de esencia pulcra, pura e indisoluble: existe en una relación simbiótica. Es el encuentro de dos esencias que parecen mutuamente excluyentes. Mientras que otros géneros proponen una relación más simple, inmaculada, sencilla, indeleble o sustentable, el gótico propone que el tránsito de acciones y personajes de un lado a otro deviene en un mancillar de las dimensiones. Se perturban entre sí, generan ecos. La distancia se difumina en tinta de sangre. Se problematiza el orden mítico, y exploramos su umbral impreciso y profundo. El gótico abre cuestionamientos, con malicia o inocencia: ¿Qué pasaría si cruzamos al otro lado, si alguien tocara o tomara para sí mismo los velos que separan los dos mundos? ¿Qué sería del orden si lo removemos?

La transgresión o pecado es de orden axiológico. Como nos dice Dolezel en Heterocósmica, el conflicto reside en la valoración individual frente a la colectiva: entiéndase aquí, la valoración humana frente a la divina. La discrepancia implicada puede ser por la ignorancia o inocencia de los personajes, y la transgresión es la curiosidad que los lleva a adentrarse en donde no deben, como en Drácula (1897); o bien, podría ser la ambición, como en Frankenstein (1818), lo que motiva la incidencia hacia lo divino. Podría ser, también, una malinterpretación o distorsión en la valoración del mundo, donde el entendimiento humano sobrepone su discurso sobre el orden divino y provoca desgracias cuando más afirma estar en lo correcto: así sucede, me parece, en el gótico sureño de William Faulkner, el gran melodrama de El fantasma de la ópera (1910), las novelas Mexican Gothic (2020) de Silvia Moreno-García y The Hacienda (2022)  de Isabel Cañas, y buena parte de las ficciones de Guillermo del Toro, que retratan un orden social que provoca sus propios monstruos, nombrando a su existencia misma como la transgresión imperdonable, incapaces de ver que el verdadero monstruo, el verdadero pecado, es el odio que ejercen hacia lo Otro. El verdadero pecado es el racismo, la discriminación, el machismo, el capacitismo, el capitalismo, etc.

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La violencia suele ser el boleto de entrada para abrir lo gótico. Como en Edgar Allan Poe, la agresión hacia uno mismo y los demás genera ese ambiente siniestro en el que prolifera la locura, la tristeza y la pérdida.

Pero también podría ser que lo gótico nos habla de los límites de lo ambiguo. En obras como Aura (1962), de Carlos Fuentes, o los mundos de Emiliano González, el espacio gótico es una alternativa irónica, cautivante y acogedora para lo extraño. La simpatía y empatía por lo que consideramos las sombras de nuestra sociedad nos abre a posibilidades morales que tal vez no hemos considerados, o por lo menos nos invita a ser más gentiles con lo que no podemos comprender.

Quisiera cerrar este brevísimo y limitado análisis del gótico con lo siguiente. Si bien no es norma —porque lo gótico también se abre en espacios urbanos y naturales como bosques y prados—, es común que los sucesos se detonen en los lugares domésticos y privados como la casa (esto incluye al castillo, la mansión y la hacienda), el jardín (o rancherías y cultivos que rodean el inmueble), el ático, el sótano, la biblioteca, etc. El templo y el cementerio podrían ser considerados como extensiones de una dimensión privada-espiritual. Pienso que esto se debe a que el pecado conlleva una lógica de lo prohibido, lo oculto o lo velado acontecido a escondidas, a sabiendas que su existencia debe ser lejos de la aprobación pública, donde las personas más pueden retraerse y aislarse. La mancha, la culpa, reside entonces en el interior del alma, y se manifiesta en el interior de la sociedad, en el espacio privado: el núcleo desde el cual se gesta y cría la moral. Así, el gótico nos enfrenta con la contradicción de que el espacio más seguro puede volverse el más aterrador gracias a la transgresión.

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House of the Vivisectionist (Robert Powell, 2016)

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A la luz de las velas, la oscuridad de nuestra moral baila y lo que es bueno puede ser malo, y lo malo puede ser bueno. El gótico nos pregunta por la intención de nuestras violencias, odios y dominios, y nos enfrenta con nuestros deseos, miedos y debilidades. Toca nuestra vulnerabilidad, porque nuestra subjetividad consciente nos permite ver más allá del orden moral colectivo, que se da aires de divino. La consciencia, el ojo despierto, nos obliga a decidir si contribuimos a ella o no. No tenemos opción. Hay que entrar al umbral.

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Ana Marina Ortiz Baker

Soy de Monterrey, Nuevo León, México.

Desde la licenciatura estudio la ciencia ficción y la fantasía, y estoy por terminar una maestría en Literatura Hispanoamericana.

Mi tesis de investigación fue sobre el cyberpunk mexicano, en específico el tema del espacio y su relación recíproca con los personajes.

Me gustan los temas del cuerpo, la mujer, la ciudad, los mitos, la magia y la naturaleza.

Los conocimientos que tengo, que son un tesoro para mí, aún tienen mucho que crecer.

Twitter: @maro_baker

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