Seleccionar página

Bitácora de navegación del Nautilus 28

EN TUS OJOS, MUJER, TODO

 

Marina Ortiz

 

En tus ojos, Casandra, la ciudad arde.

En tus ojos, Ifigenia, el puñal cae.

La tragedia griega

En una columna anterior, hace casi un año, hablé de un mundo mítico que se puede ejemplificar con los antiguos relatos griegos y romanos (si bien es un ejemplo occidental, no tiene que ser el único, pues los mitos, y sus mundos, son compartidos por todos): el tiempo ya establecido, escrito, hilado y cómo el conocimiento de éste suscita una reafirmación de la voluntad humana. ¿Qué sucede, entonces, con nuestro más usual desconocimiento del destino?  ¿Quiénes somos ante un designio ineludible que —¡oh, Hécate!— no podemos ver hasta que es demasiado tarde? ¿Si las Moiras sujetan el hilo de nuestra vida, qué de ella es realmente nuestro? ¿Qué significa actuar y vivir bajo el peso de una profecía, es decir, una inscripción en el tiempo? ¿Nosotros hacemos a la profecía o ésta nos hace a nosotros?

*

*

La tragedia griega es definida por Aristóteles como la trama de acciones magníficas que devienen en sentimientos de piedad y temor. Esto provoca, en resumidas cuentas, una catarsis en el receptor. Es la acción el elemento clave: “el fin para el cual vivimos es una especie de actividad, no una cualidad. El protagonista nos da cualidades, pero es en nuestras acciones lo que hacemos [sic] donde somos felices o lo contrario”. Esto concibe el fatalismo, pues nada en un drama trágico sucede por casualidad, sino que todo confluye desde, en y para un mismo nudo, tenso y cerrado: el designio, que las maldiciones, profecías u oráculos descifran de o inscriben en la Voluntad del Tiempo.

El espacio-tiempo de la tragedia es conciso, exacto y pequeño. Aristóteles dice que debe ser realista, pues busca imitar la experiencia humana. Así lo requiere la Acción: todo forma parte de Su propósito. Por lo tanto, no veo que los personajes (la humanidad) sean víctimas de un designio ajeno; lo divino no es determinante, aunque puede influir. No existe lo espontáneo ni lo aleatorio, pues todo cumple la sola intención de deletrear un mismo nombre: CLYTEMENESTRA, AGAMENÓN, ORESTES, CASANDRA.

*

*

El gobierno de lo sobrenatural tiene más que ver con los límites esenciales que con una falta de libertad en manos de seres más poderosos. Porque sería bueno recordar que los dioses, también, sucumben a sus errores y no siempre obtienen lo que quieren[1]. Dafne escapa del abrazo de Apolo, Deméter pierde a su hija y Helios no puede rescatar a Faetón de sus propios actos. Los sucesos emergen tanto por travesura divina como por fuerza humana. El oráculo esclarece un hilo que, de otra forma, permanece oculto, mas no lo produce. La mano divina tienda la humana, la enfrenta, la cuestiona o la reta. Mas no puede obligarla.

El destino es el que los hombres eligen para sí mismos, y la condena profética habla más de nuestras faltas y arrogancia que de los caprichos divinos. El destino es la hibris. En el prólogo de Metamorfosis de Ovidio, de Editorial Alianza, se habla del deseo como “la fuerza unitiva que preside el mundo”; de “transformaciones que hablan de los infinitos caminos del deseo”; deseo que es posesión y dominio; “la pasión como deslumbramiento y hechizo, como experiencia que nos permite recuperar la unión con el mundo y los poderes de la naturaleza; pero también como oscuridad y daño, como mensajera inesperada de la muerte”. Nuestro deseo demarca el camino, explica nuestros conflictos y terquedad. Es nuestra naturaleza. Nuestra fragilidad. Nuestra rebeldía. Nuestra afirmación. Nuestra luz y oscuridad. El deseo es la fuerza que conforma el espacio de la tragedia griega.

*

*

La casa de Atreo

¿A dónde nos lleva el fuego del corazón? Al sufrimiento y la ira.

Como ejemplo: La maldición en la Casa Atreo comienza con los crímenes de Tántalo contra los dioses y su propio hijo, Pélope. Éste se adentra a otro crimen que, si bien no fue suya la mano más cruel, terminó de pronunciar la maldición sobre toda familia. Su hijo, Atreo, continúa con los emblemas de sangre, y su progenie, Agamenón y Menelao, llevan a ciudades enteras a la destrucción. Finaliza con Orestes, hijo de Agamenón, quien logra cerrar el ciclo de violencia al aceptar su propia contrición por crímenes que no tuvo mucha opción de cometer.

*

*

El sino de la familia es el de la traición, la venganza, la violencia, el incesto, el deshonor, la usurpación. Todo lo que tocan se mancilla y destruye: son hombres sumamente poderosos y, por lo tanto, peligrosos. Su deseo me desconcierta y fascina, pues cumple con lo dicho por Aristóteles: me inspiran horror, por la inusitada crueldad de sus actos, y compasión por comprenderlos. Más que desoír a las profecías o la maldiciones, el conflicto radica en que no las entienden o bien en que no las pueden redimir. Es entendible que sean víctimas de sí mismos: todos hemos vivido semejantes resultados. Lo que hacemos nos determina, nos hace. Así lo entendieron grandes autores como Shakespeare (con Romeo y Julieta, Hamlet y Macbeth), J.R.R. Tolkien[2] y Frank Herbert[3].

Creo que el secreto radica en la pelea entre la culpa y la libertad. El deseo es la materia en la que ambos sentimientos son una misma cosa. Es increíble cómo parece que los personajes no tenían otra opción de actuar y, a la vez, eligen lo más intenso y se aferran a lo que llamamos “error”. ¿Será acaso una manera de apropiarse del sufrimiento y la ira? ¿De encarnar la culpa porque, de otro modo, nuestro ser y voluntad se diluirían en la indistinción? La ruina, la caída, como nombre propio. Un clamor de existencia: “¡Yo soy por mi propia mano! ¡De nadie más!”

**

[1] El solo hecho que los dioses quieran algo ya es problemático, nos diría Spinoza.

[2] Me refiero a la magnífica obra de El Silmarillion.

[3] En esta investigación descubrí que la Casa de Atreides, la familia de Paul, es una referencia directa a la tragedia de Atreo.

****

Ana Marina Ortiz Baker

Soy de Monterrey, Nuevo León, México.

Desde la licenciatura estudio la ciencia ficción y la fantasía, y estoy por terminar una maestría en Literatura Hispanoamericana.

Mi tesis de investigación fue sobre el cyberpunk mexicano, en específico el tema del espacio y su relación recíproca con los personajes.

Me gustan los temas del cuerpo, la mujer, la ciudad, los mitos, la magia y la naturaleza.

Los conocimientos que tengo, que son un tesoro para mí, aún tienen mucho que crecer.

Twitter: @maro_baker

¡COMPÁRTELO!

Sólo no lucres con él y no olvides citar a la autora y a la revista.