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ENAMORARSE DE LO CREEPY

hablemos de Neil Gaiman

 

Vanessa Puga

 

Hace ya varios años, mi exnovio me regaló un libro en Navidad. Recuerdo claramente que mientras yo lo desenvolvía, él me dijo: “Te presento a tu nuevo autor favorito”. El libro era The Graveyard Book, importado desde Estados Unidos, pues no tenía tanto de haber sido publicado, y el autor en cuestión era nada más y nada menos que Neil Gaiman.

No recuerdo si alguna vez le pregunté a mi ex por qué estaba convencido de que Gaiman sería mi nuevo affair literario, ni jamás me dijo cómo él (mi ex, no Gaiman) dio con dicho autor. Lo que recuerdo es que me encerré en mi cuarto en la víspera de Navidad a leer. Leí de un tirón el libro, no lo podía soltar. Y en efecto, ahí empezó un amorío con el mundo de Gaiman.

Neil Gaiman

 

EL NIÑO CRIADO POR FANTASMAS

El libro del cementerio (como se traduciría después el libro con que me acerqué a Gaiman) nos cuenta la historia de Nobody “Bod” Owens, un chico criado por fantasmas al llegar al cementerio, perseguido por un villano que asesinó a la familia de Bod sin explicación alguna. Este libro en realidad surgió de una idea de cuento (“El niño y la bruja”, que se puede encontrar en M es para magia) que acabó por desembocar en un libro. Lo curioso de esta historia no es el hecho de un niño educado por fantasmas, o los mundos que se trastocan de una forma tan sutil que parece un sueño, sino el que la idea de “un cuento” se mantiene a lo largo de toda la historia. En cada capítulo, Bod tiene una edad distinta y nos enfrentamos a sólo un vistazo de su ahora. Gaiman no detalla muchas cosas y algunos momentos, incluso, quedan sin un cierre como tal. Cada pequeño momento podría funcionar prácticamente por sí mismo con una historia, donde el hilo conductor es el protagonista más que la resolución de un misterio más grande (¿quién y por qué mató a la familia de Bod?).

Generalmente ese tipo de vacíos sin conclusión en una historia me sacarían de quicio, pero la narrativa de Gaiman resultó tan evocativa, que se lo perdoné. Recuerdo claramente que conforme llegaba hacia el final de la historia, viví esa crisis del lector: “me falta casi nada para acabar, no puedo dejar de leer, pero no quiero que acabe”. Las palabras de Neil Gaiman resultaron tan fascinantes para mí que tuve que dejar un pequeño periodo de “luto” al terminar el libro. Algo había cambiado dentro de mí.

EL NIÑO QUE CRUZÓ BAJO EL PUENTE

Tras El libro del cementerio, cayó en mis manos M is for Magic, una selección de cuentos de Gaiman. Cada uno más fascinante que el anterior, estos cuentos parecen estar en nuestro plano real, y de repente algo cambia, algo muy ligero se mueve y las cosas ya no son lo que pensábamos. Quizá por ese detalle viví una gran infatuación con el autor: mis cuentos se caracterizaban por ese cambio de plano tan sutil que él presentaba de forma tan natural en sus letras. Quizá fue mi propia influencia de Poe, Lovecraft y Quiroga durante la prepa, ese “si pusiéramos atención notaríamos lo atemorizante y mágico que es el mundo” que encontré en las palabras de Gaiman lo que me hizo devorar sus cuentos.

Gaiman, en M es para Magia consiguió algo que hacía años no me pasaba: me causó pesadillas. La historia del Troll bajo el puente me dejó impactada. Un niño narra la historia que corre en el pueblo: abajo del puente abandonado vive un troll, pero es mejor no acercarse a la zona pues es peligroso. El niño decide ir a investigar y se enfrenta al troll. Si no han leído la historia, no les voy a decir en qué termina porque sería un gran spoiler, pero el twist del final me causó pesadillas durante un par de noches.

EL NIÑO QUE NO RECUERDA LA INFANCIA JUNTO AL LAGO

Hace un par de años salió otro libro de Neil Gaiman, donde vemos todo a través de los ojos de un niño (o de menos, a través de los recuerdos de un hombre, de la época en que fue un niño de 5 años). Es curioso el narrador que tenemos porque no es tan confiable: todo lo que sabemos de los eventos de años atrás en la casa de su infancia, la casa que está junto a un lago, es por lo que él desde su visión infantil puede recordar. ¿Lo sobrenatural es porque en efecto pasó o es porque así lo recuerda? ¿De verdad hubo una especie de demonio en su casa? ¿De verdad murió su amiga, la vecina tan rara que parecía venir de una familia de brujas? Y justo cuando parece que sabremos la verdad, algo cambia, y los recuerdos se reacomodan…

Les estoy hablando de The Ocean at the End of the Lane, breve novela que nos transporta a la infancia, a la época en que todo es asombroso (a tal grado que no corremos ante el peligro inminente). En esta novela lo que me intriga es la forma de narrar: depender de los recuerdos difusos de la infancia no parece fiable. Y sin embargo la atmósfera hace que uno acabe creyendo cada palabra, dejando de lado la sospecha con que normalmente escucharíamos la narración de un infante.

EL AUTOR QUE SE CASÓ CON LA MÚSICA

Seguramente ustedes ubican bien a Neil Gaiman: es un autor que utiliza bastante las redes sociales para comunicar lo que hace. Su obra es muy prolífica. Despegó con las historias de Sandman (de las cuales, perdón fanáticos, no soy tan adepta) y a partir de ahí se dedicó a lo que siempre quiso: contar historias. Prácticamente saca un libro nuevo cada año. Pareciera que la magia y las historias fantásticas no se le agotan.

Amanda Palmer y Neil Gaiman

Lo cierto es que parece que la inspiración la ha sacado a fechas recientes también de su esposa, la cantante Amanda Palmer. Es más, juntos han creado más cosas, como este divertido show de música y cuentos y narraciones creepy:

¿Qué es lo que tanto me fascina de Gaiman? La vuelta de tuerca en sus historias. Como en Neverwherecatalogado como una nueva forma de contar Alicia en el país de las maravillas, donde Richard cae en Londres Debajo, un mundo que está ahí pero que no vemos, un mundo de magia.

Quizás es eso, la posibilidad de que todo está enfrente de nosotros aunque no lo notemos, lo que tanto me atrae de Gaiman. Sus historias son puentes para ampliar la mente, al tiempo que hay un dejo de “qué horror, eso no podría pasar ¿verdad? ¿¡VERDAD!?” al leerlas. Se me antojan como puerta para lo fantástico y lo oscuro (esa amada combinación) para jóvenes.

No le daría a mi pequeño (actualmente de 11 años) las historias de Gaiman, pero quizás en un par de años, cuando su mente adolescente sea impresionable, se las dé, para que empiece a sospechar de todo a su alrededor. Quién quita y se enamora de lo creepy tanto como yo.

Lo mejor de este autor es que tiene tantas historias que es fácil poder recomendar algo para alguien. ¿Escépticos? Trigger Warning enchinará su piel más allá de las dudas.

¿Románticos? Stardust es la puerta para ustedes.

¿Peleados con sus padres porque no los comprenden? Coraline les hará valorar su familia.

¿Sin religión? American Gods les hará replantear sus ideas sobre los fanatismos. Podría seguirme sin problema.

Ustedes ¿qué aman de este autor?

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Vanessa Puga

También responde al nombre de Nerea o al apelativo de bruja. Dicen que nació en la Ciudad de México, pero ella sospecha que la inventaron las novelas de fantasía y aventura y la aventaron en un mundo que no le corresponde. Tiene un serio crush con lo creepy. Ávida lectora y escritora —de preferencia a mano, con letra cursiva y tintas de colores—, es imán de geeks aunque no entienda todos los fandoms. Hornea panqués cuando está excesivamente estresada.

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Twitter: @Nereavpv

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