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FARMACOPEA

LOVECRAFTIANA

(V)

Emiliano González

 

Primera parte

Segunda parte

Tercera parte

Cuarta parte

 

En Ulises (1922) Joyce se refiere a las amapolas gigantes de los cementerios chinos.

La deformación de los misterios de Eleusis se inicia con las amapolas, los lotos y las drogas de Circe, que le inspiran a Carroll un fragmento de la segunda versión de las aventuras de Alicia.

Sin embargo, Carroll aprovecha la oportunidad que le ofrece un representante del victorianismo, que rechaza las flores. El odio por las flores es anterior al Renacimiento: proviene de la Edad Media, cuando la Naturaleza es odiada debido al sexo, como dice Michelet en su libro La bruja (1862). Y es que la flor, fecundada por la abeja, es símbolo sexual. Quienes la deforman (como Proust en Sodoma y Gomorra, 1923) la vuelven homosexual. En la Edad Media, el verde se vuelve el color del diablo y Algernon Blackwood, en su cuento sobre el avispón egipcio, hace aparecer a un anglicano que relaciona al verde con el mal. Michelet afirma que Paracelso, el gran médico del Renacimiento, lo ha aprendido todo de las “buenas mujeres”: las brujas. Los venenos (el beleño y la belladona por ejemplo) son remedios cuando son aplicados exteriormente o tomados en pequeñas dosis. La “hierba de las brujas”, mezclada con hidromiel, cerveza, sidra o licor de pera, hace bailar a la gente una danza sexual, “mas no epiléptica”. En la Edad Media, la mujer pagana, que encarna a una divinidad y que por ende aplica una capacidad en el mundo, es sustituida por la mujer diabólica, que ocupa el lugar de Dios y hace daño al mundo. Durante el Renacimiento, los intentos de extender el humanismo, abarcando a las clases populares, son impedidos por la Inquisición. Debido a unos cuantos deformadores del paganismo, de la época antigua, todo el paganismo se ve deformado, abusa de su poder y luego es castigado por los cristianos: todo humano que pretende ser pagano genuino es castigado en la Edad Media y después.

En general, el culto de Diana es inocente al ser humanista. Sin embargo, Frazer en La rama dorada (1890) señala que hay una deformación: el culto de Diana Nemorensis, en que el sacerdote inocente es considerado cruel como el cazador Acteón y sacrificado. Yo observo que de esta deformación proviene la idea del sabbath o aquelarre, unida a la deformación de Dionysos que implica Sabazius el frigio.

Michelet observa que el odio medieval por la flor es también odio por el cuerpo desnudo, natural y sexuado como la flor, a diferencia del alma, divina y asexual, vista como la suprema pureza.

Los “curiosos olores” que acompañan a los colores en la tercera edición de El Renacimiento de Pater no son precisamente de flores.

Precursor de Lovecraft en varios libros, M. P. Shiel redacta, en lenguaje arcaico y barroco, propio de la época del argumento, “La oscura suerte de un tal Saúl”, relato que describe la vida de un hombre, apresado por la Inquisición, que va a dar a una isla desierta cuando naufraga el barco que lo llevaba al calabozo, y que bebe en una cueva la leche amarga de unos botones de mezcal (peyote), logrando sinestesia, felices trances y visiones de flores extrañas, muy coloridas y placenteras. Pasa años desnudo, envuelto en sus cabellos y en su barba, soñando, mientras su alma se une con el rugido de una cascada. El cuento de Shiel, relacionado con el modernismo hispanoamericano, incluye alusiones a las perlas negras de Cuba y México, que nos recuerdan los primeros poemas de Nervo, y a ciertos arcoíris infernales que nos llevan al arcoíris devorado por los gusanos en “Xélucha”, prosa poética de Shiel, publicada en 1896, con un fragmento en que la princesa Egla, en un baño de malaquita, encuentra ahogado al sibarita Cosmo. El fragmento influye sobre Darío, que escribe “A Margarita Debayle” versos incluidos en Poema del otoño (1910).

Darío hace lo posible por recuperar las flores sinestésicas de Tieck y la flor azul de Novalis cuando, en “El reino interior” de Prosas profanas, dice que en un sueño “se ven extrañas flores” y afirma que son “de la flora gloriosa de los cuentos azules”. Sin embargo, nos recuerda también al clavel verde cuando describe a los príncipes afeminados que representan a los Siete Pecados Capitales. El modernismo queda definido por los poemas de Prosas profanas y los ensayos de Los raros, que proponen originalidad, identidad clara y libertad, oponiéndose al irracionalismo nietzscheano de libros como La raza futura de Lytton. El llamado “orgullo modernista” (al que alude el crítico A. T. Rioseco) es en realidad un tipo de irracionalismo que a veces llega a colarse dentro del modernismo, pero que no define al movimiento. En “El reino interior”, el alma femenina de Darío busca la posibilidad de realizarse en la literatura y se vuelve la Bella Durmiente, y su alma masculina afeminada se vuelve príncipe ambiguo que ama a la virtud femenina para curar su defecto, y en eso es igual que el príncipe del poema “El país del sol”. Por medio de la irrealidad, el poema previene el mal en la vida real. Otro poema, “Sonatina”, nos muestra a una princesa triste que desea al príncipe y se basa en la fantasía de una mujer influida por el hashish en Los paraísos artificiales de Baudelaire. El hashish (celebrado por Darío en “Serenata”, poema leído en 1882 ante Doña Mercedes, la esposa del presidente de Nicaragua) se vuelve luego tema de otros modernistas.

Las “flores extrañas” y perfumadas que son apreciadas por el caballero afeminado, antes de internarse en el mundo subterráneo, en la novela decadente Bajo la colina de Beardsley, influyen sobre Darío o bien éste muestra afinidad con el artista inglés, pues los libros de Darío aparecen a fines de 1896, el mismo año en que la novela de Beardsley es publicada (en enero). Beardsley compara la mano del caballero con la de una marquesa, y en su libro Darío compara sus propias manos con las manos de un marqués. La nota wagneriana es acentuada en la primera versión de Bajo la colina, pues Tannhäuser aparece como el abate Fanfreluche y Venus como Helen en la segunda versión (1896), que es la de la primera edición del libro. Un año antes, en El gran Dios Pan con portada de Beardsley, Helen es presentada como diabólica hija de Pan, y años después, es presentada como autora de “El libro verde” por Machen. La hija (engendro monstruoso) provoca suicidios y luego la autora se suicida para no dar a luz un engendro monstruoso. Ambrose, que se refiere a este suicidio para alejar a unos muchachos de Helen, es parodiado en el cuento “La santidad de Azéderac,” de Clark Ashton Smith, pues el religioso hermano Ambrose, “mojigato maricón”, es enviado al pasado con una droga roja, para evitar que denuncie al hechicero Azéderac, un hombre en contacto con dioses monstruosos. Aunque Ambrose trata de volver al futuro, con una droga verde, no lo logra y se queda en el pasado, con Moriamis, una misteriosa hechicera de ojos ambarinos.

El maricón se ve auxiliado de lejos por el macho en las deformaciones de Eleusis. En la novela La raza futura (1873) de Bulwer Lytton, el machismo de los seres altos sale a relucir. Los hongos malsanos de “La casa evitada” de Lovecraft son emblemas de la deformación de los misterios de Eleusis, y se basan en los hongos de “La caída de la casa de Usher” de Poe y en los hongos de “Una voz en la noche” y Los botes de Glen Carrig (1907) de Hope Hodgson. El hongo gigante de fuego de La casa en el confín de la tierra (1908), novela de horror cósmico de Hope Hodgson, prefigura a la bomba atómica. Poe en su cuento, al incluir opio y viajes subterráneos, necesariamente describe la deformación de Eleusis. Recordemos la tarta de amapolas para el Cancerbero, en la Eneida.

Durante el viaje de hongos, las hojas vistas en sus más mínimos detalles implican el fenómeno llamado “macropsia”, en que las cosas se ven más grandes de lo que son. Este fenómeno se ve simbolizado por medio de imágenes bastante exageradas. La esposa del lestrigón es alta “como la cumbre de un monte” y provoca miedo. De ella provienen la mujer alta de Alarcón, símbolo de la muerte, la niña gigante de Swift, rara y tierna, y la giganta de Baudelaire, comparable con una montaña. Toda madre vista por el niño es gigantesca.

Pierre Versins, en su enciclopedia de la utopía publicada en 1972, menciona el libro de Jules Lermine Casa tranquila (1885), en que un alimento artificial hace crecer a una niña de tal modo que a los cinco años está lista para casarse. Este libro anticipa El alimento de los dioses (1904) de Wells, en que los gigantes, maltratados en la niñez, se alejan de la gente de estatura normal y hacen su propio mundo. En “La raíz de Ampoi” de Clark Ashton Smith, el tema del gigantismo es abordado de manera baudeleriana y decadente. Los seres prehistóricos bajo el volcán Sneffels de Viaje al centro de la Tierra (1864) de Verne provienen de los restos prehistóricos sobre el volcán Etna de El rapto de Proserpina (396 a. C.) de Claudiano, autor de la frase “La necesidad es la madre de la invención”. En el poema de Claudiano, los seres prehistóricos son explicados de modo supersticioso como colmillos de gigantes y huesos de grandes serpientes.

Al final del poema Ceres arroja su sombra sobre el mar y la luz de sus antorchas alcanza Italia, Libia, la distante caverna de Escila, cuyos perros ladran al no haber sido llevados al silencio por el horror. Los poemas “Sombra” y “Silencio” de Poe se inspiran en este final de Claudiano.

En uno de los Hongos de Yuggoth de Lovecraft hay un gran pitón helado y petrificado por el tiempo. Recordemos que Yuggoth es Plutón, planeta no descubierto pero sí sospechado por el astrónomo Lovecraft. El gran pitón se basa en los huesos de grandes serpientes de Claudiano. M. P. Shiel también recuerda a Claudiano cuando se refiere a la erupción del Vesubio y a los ictiosauros de esmeralda en el poema en prosa “Xélucha”, y al ser prehistórico vivo, en ambiente volcánico, en el cuento “La oscura suerte de un tal Saúl”.

Los gigantes de Orlando furioso, de las novelas de caballerías y de los cuentos de hadas provienen de los cíclopes y de los lestrigones antropófagos de Homero. ¿Transformaciones del padre visto por el niño? Sí, pero también macropsia. El viaje psiquedélico, en que la manifestación de la mente propicia el contacto con el espíritu del lugar y con el del cosmos, se ve deformado por Bulwer Lytton en su novela La raza futura, hasta implicar un viaje psicodélico, en que la manifestación de la locura propicia el contacto con el espíritu del caos, y en que la megalomanía de Bulwer Lytton alcanza todo su esplendor, anticipando la creencia de Maupassant en el Horla.

La deformación de los mundos de Verne y de Carroll puede verse en la novela La raza futura, que describe la fuerza “vril” y que incluye hongos gigantes mezclados con la República de Platón vista como utopía: el gobierno es aristocrático y los habitantes del lugar son arios (de alta estatura) que desprecian la poesía y aman la música. Tienen prohibidas la historia y la ficción, pues nadie quiere recordar el mal ni prevenirlo. Finalmente, implican el exterminio de la raza humana que vive en la superficie del planeta. En el interior de la tierra, todas las muertes se ven acompañadas de hornos crematorios. Lytton observa que la luz “vril” vuelve más brillantes los colores de las flores. Entre éstas hay “flores extrañas”. El libro de Lytton es publicado el mismo año en que aparece El Renacimiento de Pater. Cuando Pater elimina las flores extrañas, éstas quedan adheridas para siempre a la novela de Lytton, sin el significado que Pater les había dado y jugando un papel secundario, ya que a Lytton lo que más le importa es el brillo de los colores. La luz “vril” mueve autómatas y permite volar, pero también puede destruir ciudades enteras.

Un grupo místico nazi, la Logia Luminosa o Sociedad Vril, surge en 1930, en Berlín, con influencia de Lytton y contactos teosóficos y rosacruces. El “vril” es una energía eléctrica que sirve a los Jefes Secretos, con poderes sobrehumanos, para llevar a los elegidos a una formidable mutación. Como en el futurismo, la electricidad es usada para fines reaccionarios. La Logia Luminosa tiene relación con el grupo nazi llamado Thule. Este nombre designa a la Atlántida y prueba la veracidad de mis sospechas sobre este continente perdido, cuyo gobierno es el mismo que describe Platón en la República, como lo demuestra el Timeo, diálogo semi-destruido en que la República es criticada y la Atlántida es descrita.

Volviendo al tema de Charly, podemos decir que otro Charly es Aleister Crowley, discípulo de Swinburne que recomienda los libros de Carroll, describe su propia Atlántida y es encerrado por un tiempo en el manicomio, tomado por nietzscheano.

Otro Charly es Ken Kesey, que después de una iluminación con LSD en un manicomio –parecida a la descrita por Fredric Brown en su cuento “Ven y enloquece”– se vuelve uno de los iniciadores del movimiento subterráneo, amando a las flores y tratando de transformar a los Hell’s Angels (amantes de los colores) debido a su amigo Neal Cassidy, que influido por los libros El inmoralista y Corydon de Gide (en que el autor une a los anti-sociales con los homosexuales) se desnuda entre los Hell’s Angels, propiciando los crímenes del concierto de Altamont, en que Charlie Watts y Carlos Santana son obligados a jugar el papel de Charly, donde Grace Slick es la Alicia asustada del grupo, recordando seguramente a Lautréamont.

A veces las mujeres juegan el papel de Charly (siendo especies de Charlottes o Carlas), como lo muestra la autora Vivian Lash, que a pesar de no haber tenido experiencias psiquiátricas se ha visto envuelta en situaciones locas. Su novela inédita Busca al ratón blanco y su afición por Swinburne y Algernon Blackwood la aproximan a nuestro tema.

Finalmente, yo mismo he sido Charly, pues tuve una experiencia psiquiátrica por accidente, descrita en mi Autobiografía, y mi tío abuelo Carlos de la Torre, amigo de los modernistas, y su roedor gigante, el Megalocnus rodens, se vieron deformados. En mis escritos pueden verse los recuerdos de Swinburne y de Becú, así como de otros autores decadentes.

 

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Emiliano González

Autor de Miedo en castellano (1973), Los sueños de la bella durmiente (1978, ganador del premio Xavier Villaurrutia), La inocencia hereditaria (1986), Almas visionarias (1987), La habitación secreta (1988), Casa de horror y de magia (1989), El libro de lo insólito (1989), Orquidáceas (1991), Neon City Blues (2000), Historia mágica de la literatura I (2007) y Ensayos (2009).