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LA CORNAMENTA DEL CIERVO

SERÁ EL PUENTE ENTRE TRES MUNDOS

Alicia M. Mares

 

“El ciervo parpadeó y dirigió su mirada a Sademasa, Kazumaru la siguió. En ese instante, se dio cuenta que el arco de su tío no apuntaba al ciervo sino a él. Entonces el ciervo saltó directo hacia él en un intento desesperado por escapar. La flecha salió disparada, el ciervo se estrelló contra Kazumaru y los dos cayeron al valle debajo del risco.”

Shikanoko, el Hijo del Ciervo

Así comienza el lazo de vida y muerte que une a Kazumaru con un ciervo, la figura simbólica angular de su vida, pues estará siempre ligado a este animal por la magia y el destino.

En esta novela de Lian Hearn, El emperador de las ocho islas (Alfaguara, 2017) —ambientada en un Japón feudal donde todos los demonios, espíritus y mitos siguen vivitos y coleando—, a Kazumaru se le conocerá a partir de entonces como Shikanoko; es decir, el Hijo del Ciervo.

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El cervatillo

Y es el hijo del Ciervo, al menos de forma figurada, desde la primera página de la novela.

Cuando era niño, su padre fue misteriosamente asesinado por los tengu —una especie de aves de rapiña que eran consideradas deidades— y, en un esfuerzo por protegerlo, lo dejó oculto en un lecho semejante al de un cervatillo. Desde entonces comienza su historia de orfandad y la novela ocupa las primeras páginas para mostrar su transición hacia la hombría.

La muerte del Ciervo

Acontece poco después de que el tío de Kazumaru, Sademasa, intenta matarlo para que la propiedad de Kumayama quede en su poder. El muchacho, que es el legítimo heredero, cae de un risco y se da por muerto, pero en realidad es escudado del impacto por el ciervo, que queda malherido.

Luego, Kazumaru mata al ciervo para evitarle la agonía, le retira las astas y lo desolla para cubrirse con su piel. Esta acción denota un simulacro de la transformación verdadera que vendrá después. Por el momento, tras la muerte del ciervo, Shikanoko conserva su piel para mantenerse con vida.

Pronto, acechado por un lobo de poderes misteriosos, el muchacho acaba en la choza de un hechicero que lo embruja y, en contra de su voluntad, usa su cuerpo y la cornamenta del ciervo para construir una máscara.

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Su resurrección

La máscara es un cráneo pintado por sangre y fluidos seminales, humeado por incienso, en donde unos labios y lengua de cuero curtido, pintados de cinabrio, hacen juego con astas tan pulidas que parecen de obsidiana. Estamos hablando de un objeto tan ritualístico que de verdad es brujería.

Pestañas de mujer, cuencas vacías y una confección tan artesanal como mística producen así una máscara de ciervo, la principal herramienta de Shikanoko a lo largo de la novela.

Al ponérsela, obtiene los sentidos del ciervo… Aunque no todo es lo que parece: si bien el baile sagrado y la máscara son vínculos poderosos entre el mundo de los animales, los humanos y los espíritus —y permite a Shikanoko espiar a través de ese objeto mágico que huele a bosque primigenio—, hay cosas que también pueden ver de regreso.

Su destrucción

No ahondaré en la trama de la novela, pues El emperador de las ocho islas posee un conflicto intrincado, donde clanes y señoríos se disputan en guerras (de las cuales Shikanoko se entera poco). Pero la figura del ciervo es, repito, angular:

  • En vida, el ciervo alerta a Kazumaru/Shikanoko de que su tío lo quiere matar y se interpone entre él y la flecha. En vida, encubre el hecho de que la flecha no acertó y por ello no van tras Kazumaru y puede seguir para hallar su destino.

  • En muerte, su piel lo protege del frío y la cornamenta su vuelve el rasgo más distintivo de la máscara que luego le dará poder a Shikanoko, pero también lo pondrá en el radar de personajes más poderosos que él.

  • Su destrucción al final acontece cuando Shikanoko no actúa de su propia voluntad, sino a partir del comando de otro. Es cuando se pone en duda su fe, su lujuria y sus principios —¿realmente puede matar a un niño?—; hasta los animales se ponen en su contra, incluyendo al ciervo.

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Lian Hearn

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Una metamorfosis solo de espíritu

El instante en que Shikanoko comienza a pensar como un político, un hombre de guerra pragmático y ambicioso, que obedece las órdenes de un amo, todo se vuelve en su contra y él casi muere. Como consecuencia, la máscara se fragmenta (aunque sospecho que de forma temporal; tendré que leer la siguiente novela para averiguarlo).

Pero, por lo mientras, Lian Hearn retoma la dualidad hombre-bestia, un hito narrativo común en el folclore de la cultura humana y le da ciertos giros interesantes (aunado a que la transformación no es literal, pues solo los instintos, la mirada y la sabiduría del ciervo se transmiten, no su forma como tal).

Resalto el hecho de que la máscara es tanto un método de transformación como un canal para comunicarse con seres de otros planos; aparte de una entidad que solo reconoce a Shikanoko como el hombre que puede utilizarla. Cualquier otro será destruido.

Solo puede usarla aquel hombre cuya vida y muerte nunca se separarán de la de vida y muerte del animal: el Hijo del Ciervo. Y quizás al final del camino, después de terminar sus venganzas pendientes, le corresponde ejecutar una metamorfosis completa.

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Alicia Maya Mares (Ciudad de México, 1996)

Graduada del 12º Máster en Creación Literaria de la Universidad Pompeu Fabra y correctora de estilo en formación. Trabaja como redactora en una agencia digital. Ha publicado en la sección “Piensa Joven” del Heraldo de México, en las revistas Marabunta, Colofón, Origami y Efecto Antabus, y le lee su columna de revista Palabrerías a sus seis gatos. Creció al lado de un árbol de jacaranda.

Twitter: @AliciaSkeltar

Facebook: @AliciaMaresReading

Instagram: @aliciamayamares

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