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LA MÚSICA DE LA NOCHE

 

Blanca Daniela Sauno García

 

 

Hoy, al caer la tarde, la ciudad todavía reposa, achaparrada, misteriosa y murmurante. Viéndola desde lejos sobresalen los campanarios de la Catedral y se perfilan las torres de otras iglesias, el sol está en el ocaso.  Mientras oscurece, las calles son pintadas de contrastes con la ambarina luz de farolas y la clara luz de luna, que acarician sus frías paredes de piedra. De a poco, en pequeñas bandadas, se van poblando las calles del Centro Histórico y así se llenan las plazas de locales y de turistas. Se oye cómo crece el barullo de las voces. Los negocios abren sus puertas: bares, cafés, restaurantes, teatros, karaokes y antros. Los coches, combis y autobuses van de allá para acá, mientras zumban y rugen. Pronto, los claroscuros de la noche hacen que la ciudad se vea aún más barroca, más amontonada; se vuelve más dinámica y ruidosa.

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Es difícil caminar por los Portales que rodean Plaza de Armas, sorteando las mesas y sillas que abarrotan el paso de restaurantes y cafés bien llenos de gente. Algunos jóvenes deambulan vestidos de soldados virreinales: con alarde de galantería reseñan los recorridos y las obras que se presentan esta noche. Jóvenes vestidas con pomposos vestidos trazan diligentes rutas alrededor de la plaza, atravesando los portales. Ellas están cazando público, con gran soltura de voz y palabra convencen a turistas de comprar boletos; les invitan a las representaciones de leyendas, unas que datan de los tiempos de la Colonia. Ya casi terminan de vender los boletos para la función de esta noche.

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Tratando de situarse en un buen lugar, llega una joven con una bocina, un teclado, un micrófono y se planta cerca del territorio de las doncellas del virreinato; ellas se lo permiten porque esta noche apenas se dan abasto para entretener a tantas personas. Mientras tanto, en los portales que están sobre la calle Allende, llegan un hombre y una mujer con una bocina, un micrófono y una lista de canciones de amor. Al mismo tiempo, en la Cerrada de San Agustín, una joven chelista y un violinista tocan su música. Frente a esta cerrada hay un sitio, en la plaza, donde llegan dos performers: uno de ellos caracterizado como el monstruo de una famosa novela de Stephen King, que se convierte en estatua viviente y revive con una moneda.

Son cerca de una veintena de artistas urbanos los que deambulan por la noche, en el Centro, y son varios los lugares donde se sitúan. Están en la Cerrada de San Agustín, en la Calzada Fray Antonio de San Miguel, en Plaza de Armas y también en el Jardín de las Rosas. Una de las doncellas virreinales que vende boletos ha terminado su jornada, camina por la calle Guillermo Prieto para llegar al recinto donde hoy hay función. Siguiendo esa misma dirección se llega a la plaza del Jardín de las Rosas. Hay, a un costado de la plaza, un par de café-bares con mesas exteriores, donde una joven canta.

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Como otras artistas urbanas de la ciudad, utiliza una pesada bocina que carga de un lado a otro. La cantante también es acompañada por su mascota, una perrita que la espera pacientemente mientras hace su acto. Esta artista se llama Dyanne Juliette, aunque es más conocida como “la chica ópera”: una mujer joven cuyo rostro nadie reconoce de día, porque de noche porta un antifaz que tiene un velo que le cubre la boca. En conversación con la cantante, ella narra sobre su propia historia, propuesta y motivos para hacer arte.

Esta artista tiene la idea de llevar su música a todas las personas que quieran escucharla, lleva la ópera a la calle con el afán de hacer accesible a todos los públicos un tipo de música considerada “culta”. La ópera llegó a México en 1711, destinada a ser tocada en el salón del Virrey Fernando de Alencastre Noroña y Silva; se abriría al público un siglo después (CHIRINO, 2020). Durante el siglo XIX  fue estandarte de un proceso civilizatorio (HAMMEKEN, 2018, 51), ayudó a proyectar una imagen que México requería mostrar. Por ello es interesante lo que hace Dyanne, porque trabaja con un arte que ha sido “elitista” y lo vuelve público.

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Una artista urbana trabaja a la intemperie, esto significa una gran exposición a todo tipo de público que muchas veces no viene con la predisposición de escuchar. Por ello, una artista urbana no siempre encuentra su público y está expuesta a todo tipo de reacciones positivas, negativas e indiferentes. Es importante que una artista alcance su público y que disfrute de su arte, porque al final tendría que tratarse de eso, del placer de apreciar aquello que nos gusta oír, mirar, y/o contemplar. Por ello surgen dudas sobre qué es lo que llaman “buen gusto” o “música culta”, porque a lo mejor sólo son términos pretenciosos.

¿Qué nos gusta escuchar? ¿Qué podemos escuchar? Porque no tiene que ser ópera para ser arte y no tiene que ser “culto” para que nos guste. Pero a lo mejor el rechazo a este tipo de música tiene que ver justo con eso, con la percepción de que es música pretenciosa. Las barreras para disfrutar del arte están hacia los dos lados: el prejuicio de que hay música chatarra, que no vale la pena escuchar, y el prejuicio de que es un arte pretencioso, que nada tiene para decirle al público de a pie. Pero por eso el arte sale a nuestro encuentro, usa como vehículo a artistas como Dyanne y nos encuentra en la calle o en una sala de conciertos, en un museo, en un bar o en nuestra casa o detrás de un PC o donde sea.

Ella canta y su voz es amplificada sobre las otras voces de la gente que charla mientras ella hace música; a ratos se vuelve un sonido de ambientación, de fondo, en una escena de la vida de alguien más. Pero casi a diario su música sale al encuentro de oídos que no sabían que necesitaban escucharla, de esas personas que encontraron esas palabras que no las sabían perdidas, esas notas que suenan un poco como recuerdo.

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AQUÍ puedes seguir el canal de YT de «la chica ópera».

 

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Blanca Daniela Sauno García

Estudié Historia del Arte en la ENES UNAM Campus Morelia. Anterior a eso, cursé Teatro en la UMSNH.

He actuado poco, porque actualmente me dedico a titularme en HA.

Me encanta el arte, es un alivio que exista una forma tan bella de evadirse.

Amante de lo distópico, misterioso y fantástico.

@blankuizz

puquipsy@gmail.com

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