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OWEN

EL ESCRITOR DESOLADO

 

Miguel Lupián

 

Como señalé anteriormente, estas reseñas servirán como transición al contenido habitual de la columna, pues fueron los últimos libros que leí en aquellas tierras lluviosas.

En esta segunda (y última) fase te contaré sobre Thomas Owen (1910-2002).

Thomas Owen

Thomas Owen

De nombre real Gérald Berlot, se le considera, junto a Jean Ray, pilar de la literatura fantástica belga. De hecho, fueron amigos, compartieron el mismo gusto por la literatura weird y hasta escribió un cuento, “At Bernkastel Cementary”, donde ambos son los protagonistas.

Además de escritor, Owen fue abogado criminalista, crítico de arte y director de una planta de harina.

La primera vez que leí sobre este autor fue en los maravillosos ensayos de Emiliano González que publica en Penumbria (aquí y aquí):

En el cuento del belga Thomas Owen, “La rata Kavar”, incluido en el libro del mismo título, un relojero elabora una muñeca-alcancía que sería también caja musical… si él lograra llenarla. Pero eso su hijo siempre se lo impide, pues le roba. En la época de la escritura de “Rudisbroeck”, adquirí el libro de Owen, pero no lo leí. En 2011, al fin, llegué a leerlo. El personaje relojero se ve anticipado por mi cuento, así como la muñeca y la relación del hijo con el padre. Sin embargo, en mi cuento es distinta esa relación, ya que no es cruel. Un cuento mío, inmediatamente anterior a “Rudisbroeck”, titulado “La cita”, tiene un narrador imaginario que en un sueño se siente como una rata amenazada por los gatos. En el cuento de Owen hay parecido entre el relojero y la rata y entre el hijo y el gato, y el vientre de la muñeca sangra, lo cual se ve anticipado por mi poema “Ceremonia”, en que una muñeca “sangra rocío”. En el cuento de Owen, la música surge de la sangre.

Después de leer “La rata Kavar” leí “Bella de vida”, del mismo autor, cuento en que una joven misteriosa le salva la vida al narrador, una vez en la infancia y otra en la juventud, y él espera que se le aparezca antes de la muerte. En mi cuento “El hombre embozado”, un hombre aparece tres veces en la vida de la narradora, primero asustándola en la infancia, luego salvándola en la juventud y finalmente siendo su verdugo en la vejez. En mi cuento hay influencia inconsciente de Carroll, pues el hombre embozado es primero sorpresivo y luego siniestro, como el conejo de Alicia. En el cuento de Owen, la joven que salva al narrador es reconocible por una cicatriz y por una sortija. En el mío, el hombre es reconocible por estar embozado. En el cuento de Owen, la joven salva al narrador de una caída y en el mío el hombre salva a la narradora de una caída. En el cuento de Owen, la joven ha sido conocida por el padre del narrador (como lo atestigua una foto dentro de una caja musical, caja que nos recuerda la muñeca-alcancía del cuento anterior).

En el cuento “Retrato de un desconocido”, Owen describe al profesor Sardou, un filólogo convertido en brujo, que muere penetrado por el cuerno de un unicornio. En esto Owen muestra la influencia de Crowley, y más específicamente de la Bestia, que en “Himno a Pan” dice que ha nacido para morir “en el cuerno del unicornio”. De nuevo hay relación con mi libro Los sueños de la bella durmiente, en que es citado Crowley (interpretando el papel de George Archibald Bishop), y en que son mencionados un unicornio empotrado en la pared y un libro imaginado por Beardsley, una “plaquette” para la domesticadora del unicornio. En el cuento de Owen, el brujo ha guardado los secretos terribles de “Belial, Bestia, demonio de la pederastia, venerado en Sodoma”.

En el cuento “La noche en el castillo”, un capitán hace el amor con una baronesa que se convierte en un esqueleto. Una variación de este tema es otro cuento, “¿Amanda, por qué?”, en que la joven lectora que ha hecho el amor con un autor de literatura fantástica es en realidad una muerta. Una variación de este cuento es “La reja”, en que una joven, Anne, conocida por el narrador, es en realidad una vampiresa, pues su cadáver es hallado intacto varios años después de su muerte. El rostro “color pergamino” del tío de Anne me hace recordar mi cuento “Beata Beatrix”, en que la piel de Elizabeth adopta “una rigidez de pergamino”. De hecho, mi cuento es premonición de mi lectura de este otro cuento, pues me refiero a un pájaro que sale del ataúd, y Owen alude a un pájaro que se posa sobre una rama cuando la cabeza de la joven vampiresa, en el ataúd, es cortada por su tío. El pájaro persigue al narrador hasta el final del cuento. El cadáver de Elizabeth, en mi cuento, se descompone rápidamente, y lo mismo ocurre en el cuento de Owen. Este cuento se ve seguido de otro, titulado “El samaritano extraviado”, sobre un pequeño pájaro, perseguido por un gavilán, y un joven herido y muerto. Este último es colocado dentro del cofre del coche, que al ser abierto muestra al pequeño pájaro muerto, con una sortija que tiene los mismos números que el joven tenía en un brazalete. Al convertirse en pájaro, el joven ha sido víctima de un gavilán, cuyos picotazos han sido como golpes de piolet o de martillo puntiagudo. La mención del piolet me recuerda el piolet de Anna, la mujer decapitada de mi cuento “El hombre embozado”. Curiosamente, la joven vampiresa decapitada de Owen se llama Anne.

“El espejo” es sobre una muerta que habita un espejo… “¿trágico o mágico?”, se pregunta Owen. Y vemos que después de ser mágico el espejo se vuelve trágico, pues la muerta que lo habita se siente sola en el más allá, quiere que su amante la acompañe, se desnuda para atraerlo y logra matarlo, haciéndolo caer desde un lugar alto. El espejo, que es al principio “agua sombría y misteriosa”, se vuelve después fatal, y recordamos “El amigo de los espejos”, cuento de Rodenbach en que el protagonista, enloquecido por las mujeres que ve en los espejos, trata de alcanzarlas y se rompe la cabeza contra un espejo.  Un cuento, “El espejo de las alucinaciones”, de Daniel Mallinus (también belga) tiene un argumento similar. Un argumento de un cuento de mi personaje Garret, “El gabinete de los espejos”, es premonición de mi lectura de “El reloj”, un cuento de la autora inglesa Patricia Squires, en que un hombre predice que la vida de su mujer se detendrá cuando se detenga el péndulo de un reloj, y la predicción resulta cierta. El argumento de Garret gira alrededor de péndulos de relojes que se detienen cuando se detiene la vida de un anciano, mas de pronto funcionan de nuevo. El cuento de Squires está en El fantasma en el espejo, un libro de la biblioteca Marabout, de la misma colección de los autores belgas que he mencionado. El libro en su edición inglesa es de 1972.

Ligotti destaca su “prosa íntima y meditabunda” y suele comparársele con Poe y Buzzati.

Con todas estas coincidencias y recomendaciones, era mi obligación buscar su obra.

Sin embargo, se ha traducido muy poco al inglés (y en español, hasta el momento, no he encontrado traducción alguna).

Una de las pocas traducciones es The Desolate Presence, a cargo de Ian White, que reúne una vasta colección de cuentos. Sin embargo (otra vez), ya está descontinuado y sólo se encuentra en sitios de subastas a precios exorbitantes.

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Afortunadamente encontré una copia en la Biblioteca Nacional de Escocia (NLS).

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The Desolate Presence and other uncanny stories (W. Kimber, 1984) incluye 22 cuentos, repartidos de la siguiente forma:

Nueve (“Two of a Kind”, “Modelled in Pure Wax”, “The Sparrowhawk”, “15.12.38”, “The Blue Coat”, “A Dead Butterfly´s Wing”, “The Desolate Presence”, “My cousin” y “The Castellan”) de La cave aux crapauds (1963).

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Tres (“The Girl in the Rain”, “The Hunter” y “The Passenger”) de Cérémonial nocturne (1966).

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Cuatro (“The Sow”, “The Black Ball”, “A Real Chinese Puzzle” y “The Death of Alexis Balakine”) de La truie (1972).

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Dos (“Her Dear Departed Husband” y “The Passing of Doctor Babylon Esohmann”) de Pitié pour les ombres (1973).

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Dos (“A Night in the Cháteau” y “Portrait of an Unknown Man”) de Le rat Kavar (1975).

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Y dos (“The Park” y “The Equivocal Informant”) de Les maisons suspectes (1978).

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Todos ellos publicados en la fantástica editorial Marabout (Bruselas), con las portadas más increíbles del mundo.

En “Two of a Kind”, dos tipos se salven milagrosamente cuando su tren se descarrila. Uno de ellos, el extraño, le dice al otro que tiene poderes y le toca la barbilla; éste enloquece y lo internan, donde encuentran que su corazón está lleno de agujas. Al recuperarse, decide escribir sobre ello, pues descubrió que su situación probablemente se debía a un ritual ofrecido a Baphomet. Entonces el extraño aparece de nuevo para advertirle que no escriba de ello, o sufrirá las consecuencias. En “Modelled in Pure Wax” un artista vagabundo descubre que en las catacumbas de la iglesia que le dio asilo existe una ciudad de cera. En “A Dead Butterfly´s Wing” un tipo regordete se da cuenta que sólo pesa 2.9 kg. Prueba en otras básculas, obteniendo el mismo resultado; hasta que descubre que su ropa pesa exactamente 2.9kg. En “The Desolate Presence” (que le da título a la colección) un viajero encuentra una casa abandonada, pero al asomarse por la ventana ve un rostro. Entra… la casa, efectivamente, está vacía, aunque a lo lejos ve una cama con alguien enfermo. Cuando se acerca, todo desparece… sólo hay un libro. Mientras lo hojea, escucha un ruido. Se asoma a la ventana y ve a un viajero alejándose. Entiende que ha tomado su lugar… Se convirtió en el ocupante de la casa olvidada, la casa de la presencia desolada.

También encontramos primas que se convierten en brujas, vampiros con manos de patas de pollo, fantasmas de chicas suicidas, cazadores de vampiros, manicuristas que cercenan manos, marranas que a media noche se transforman en mujeres desnudas, bolas negras que al aplastarlas sus restos te invaden hasta convertirte en otra bola negra, fantasmas de mujeres lectoras, sueños mortuorios…

En “Her Dear Departed Husband” el fantasma de un esposo asesinado regresa a casa para ayudarle a su mujer a deshacerse de su cuerpo (cortándolo en trozos), pero, al ser escritor, no resiste la tentación de escribir un cuento sobre esta experiencia. El cuento se publica y la policía obliga a la esposa a aceptar el asesinato. En “The Park” los padres obligan a su hija a ya no regresar a casa por el parque que tanto le gusta, pues se rumora que ronda un pervertido. La chica se arma con un cuchillo y continúa cruzando el parque, hasta que se topa con “el búho”, quien la aborda para ofrecerle dulces… La chica le encaja el cuchillo y, mientras lo ve desfallecer, alguien por detrás la arrastra hacia los arbustos. En “The Equivocal Informant” un tipo, por cuestiones de salud, se retira a su casa de campo en Perutz. Su mujer lo visita cada fin de semana, pero un vecino le dice que ha visto a su mujer entre semana, en un bar de escritores. La esposa lo niega. El tipo se vuelve loco de celos y decide buscar el lugar… pero sólo encuentra escombros calcinados. Un vagabundo le cuenta que hace varios años llegó un hombre celoso para disparar contra el amante de su mujer e incendiar el lugar…

Como bien apuntó Ligotti, la prosa de Owen es sutil, pausada, refinada, meditabunda… Construye muy bien su atmósfera, enrarecíendola poco a poco hasta sumergirte en sus mundos delirantes. Sus cuentos son cortos, pero contundentes, llenos de esa imaginería fantástica muy difícil de encontrar en nuestros días. Además, comparte con el propio Ligotti la máxima que «estar vivo es una pesadilla».

Es una verdadera lástima que sea prácticamente imposible conseguir sus libros. Por lo pronto, aquí puedes leer “The Rat Kavar” en inglés y, mientras preparo una pequeña selección traducida, este cuento dedicado a Lovecraft:

UNA EXPLICACIÓN

Thomas Owen

Trad. del inglés: Miguel Lupián

Lo que menos me gusta de Lovecraft es su amor por los gatos. Lo que me asombra es su habilidad para soñar, imaginar, inventar; su visión, su premonición de la infinidad del universo, su sentido de ansiedad y de terror, su pánico ante lo inconmensurablemente desconocido, siempre presente en los límites de la percepción humana, siempre informe, gelatinoso, terrorífico, escapándose cada vez que nos acercamos.

Lo que me deleita es la parte mágica de su delirio verbal, rico en palabras forjadas con la belleza de su consonancia y con el conjuro de su arquitectura sonora. Nyarlathotep, Inquanok, Kadath… O forjadas simultáneamente en Babilonia, entre los indios Chickasha y el espacio intersticial.

Lo que me divierte es aquella ocasión en Oklahoma cuando conocí a Randolph Carter. Viajé con él hasta Nueva Orleans. Para mí, este Randolph Carter parecía de esos con cerebro vegetal, futuro habitante de un cometa radiactivo; aunque su apariencia lo hacía ver como el típico granjero, rascándose el trasero y deseando ver, en el barrio francés a orillas del Mississippi, los enormes senos de Rita Alexander, también conocida como la “chica champagne” y “señorita Goldfinger”…

“Tu nombre es famoso”, le dije a este hombre sencillo, sin pretenciones, cuya esposa escribía recetas para el Arcadia Post.

“Soy ese hombre famoso”, respondió, masticando un palillo de dientes. “Hijo de Edmund Carter, el hechicero (de Salem, por supuesto)”, sonrió, “y precursor de Pickman Carter, que en doscientos años regresará de las hordas mongólicas de Oceanía”.

Temblé con asombro al escuchar esas palabras salir de tan vulgar boca.

“¿Lovecraft?”, le pregunté, afectado con las más intensa emoción. “¿Ese nombre significa algo para ti?”

El hombre bajó la mirada y meditó por unos segundos. Luego, con voz grave, dijo: “Escuche bien. Él me dijo (él o Ward Phillips Warren o a lo mejor los dos son el mismo, quién sabe): ¡Carter, por el amor de Dios, baja esa piedra y sálvate si puedes! ¡De prisa, deja todo y escapa! ¡Es tu única oportunidad! ¡No preguntes y haz lo que digo!

Eso me revolvió algunos recuerdos. El hombre lo supo y se aprovechó de mi ansiedad y desasosiego. En Brennan´s, donde comimos una papa flameada con el mejor ron de San Juan Bautista, me dijo claramente: «¡Curioso e irracional escritor! ¿Para qué intentar entender? ¿Para qué intentar mantener algo que sólo estaba de paso? Howard Phillips murió por acercarse demasiado al portal donde Azathoth, el demonio sultán, farfulla coléricamente en la oscuridad”.

Manoteó con impaciencia y desesperanza, tirando el vaso con agua helada que le acababan de servir.

“¡Imbécil!”, gritó. “¡Está muerto!”

Se levantó y salió del bar tambaleándose, atrayendo miradas de sorpresiva tristeza.

Me quedé sentado, congelado por una dignidad impasible.

Un mesero negro me trajo otro vaso de agua helada.

*

Publicado originalmente en el número 12 (dedicado a Lovecraft) de Cahiers de I´Herne en 1984.

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En 2012, Tartarus Press re-editó The Desolate Presence, bajo el título The House of Oracles (que incluía siete cuentos más), pero también está agotado.

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yoscaryMiguel Antonio Lupián Soto

Ex alumno de la Universidad de Miskatonic, feligrés de la iglesia Cthulhiana y devoto de San Lemmy.

mortinatos.blogspot.mx

@mortinatos

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