STOPMOTION
la maravillosa pesadilla de Robert Morgan
Israel Yerena
Existe una deliciosa e hipnótica magia en el arte del movimiento cuadro por cuadro, una técnica casi sobrenatural al ser testigos de cómo objetos inanimados cobran vida y que, en las manos correctas, también puede ser un arte bellamente monstruoso. Quien no lo crea está obligado a mirar Stopmotion (2023), el primer largometraje de terror a cargo del maestro Robert Morgan.
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La hija de una legendaria directora de filmes stopmotion se ve obligada a terminar la última película de su madre cuando ésta cae gravemente enferma. Lo que en un inicio es un reto personal por demostrarse que es capaz de crear algo por cuenta propia, se convierte en una horrible pesadilla cuando las marionetas de la joven se levantan en su contra en un una realidad cada vez más fragmentada por la locura.
Robert Morgan se ha posicionado como un director de culto entre los fans del terror gracias a sus cortometrajes insanos llenos de sadismo, body horror, carne, tramas retorcidas y atmósferas oscuras. Elementos que, por supuesto, están presentes en su primer largometraje, mismo que se posiciona ya como una de las mejores cintas de terror de 2024.
A través del uso del liveaction combinado con el stopmotion, Morgan nos trae una historia, que si bien no es innovadora ni arriesgada al presentar algo que ya se ha visto muchas veces, logra ser tanto entretenida como siniestra. La cinta no será un parteaguas en el género, pero sin duda es uno de los mejores trabajos de este artista quien, por fortuna, sale glorioso en su debut.
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El filme presenta un buen ritmo y entra de lleno en el terror psicológico, pues desde el inicio presenciamos la tormentosa vida de Ella Blake (Aisling Franciosi), una mujer frustrada cuya mente poco a poco se irá derrumbando a través de las oscuras fantasías que la acechan.
Lo que no se derrumba en ningún momento es el suspenso y la atmósfera inquietante que Morgan crea —y mantiene— desde el primer hasta el último minuto. Como dijimos, aunque su trama llega a ser predecible y no aporta nada nuevo, sí es capaz de mantener la atención del espectador hasta el final. Principalmente porque es una historia sencilla y visualmente exquisita.
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Robert Morgan
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Esto último es, por supuesto, el punto fuerte del filme, ya que el sello turbio de Morgan está plasmado en todas las secuencias en movimiento cuadro por cuadro que vemos. Al igual que sus cortometrajes, aquí también opta por mostrar una belleza grotesca en sus marionetas y los movimientos de las mismas.
Esto da como resultado que, al combinar dicha técnica con acción en vivo, se cree una estética casi morbosa. Si a esto agregamos un leve toque de body horror, podemos decir que Morgan nos entrega no su mejor trabajo en lo que lleva de carrera, pero sí una película obligada para todos los amantes del horror.
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Carlos Israel Yerena Cruz
Amante de los temas tabúes, lo retorcido y lo bizarro, desde muy temprana edad -cuando apenas era un pequeño Ghoul– encontró en el género de terror un refugió en el cual depositar y liberar todos aquellos deseos perversos que crecen hasta en la mente más pura. Sin importar la vertiente, ya sea literaria o cinematográfica, el horror es un género que lo ha sumergido en un mundo que le ha enseñado que, a veces, la belleza más extrema se encuentra en las obras más grotescas.
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