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TETSUO

el hombre de hierro

 

Juan Manuel Díaz

 

Tetsuo, el hombre de hierro de 1989 es la primera cinta del director japonés Shinya Tsukamoto, una obra delirante de bajo presupuesto y en cuya estética está en sí misma la propuesta visual: el blanco y negro —así como las muchas veces imágenes desenfocadas— concuerdan con la locura de lo que se narra. En suma, Tetsuo, el hombre de hierro cuenta la manera en que un salaryman[1] se transforma en un ser hecho de metal después de haber cometido un crimen. Al mismo tiempo, un personaje con un fetiche por el metal lo persigue hasta la confrontación final.

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La cinta tiene referencias al cine y las series japonesas conocidas como tokusatsu: producciones que hacen un fuerte uso de efectos especiales, desde el género de monstruos gigantes o kaijus hasta franquicias de súper héroes japoneses como Super Sentai (de la cual los famosos Power Rangers son una adaptación al mercado estadounidense) o el también popular Kamen Raider. Es particularmente notable que al inicio de la cinta aparece una cortinilla con el título Futsou Saizo no Kaijin (Monstruos de tamaño normal), el cual es una referencia al título de su primer corto de 1986 donde trata temas similares, pero al mismo tiempo es una serie de cintas donde personajes experimentan transformaciones monstruosas. Podríamos pensarlas como versiones torcidas y grotescas de El joven manos de tijeras o de los Power Rangers. A mi parecer, lo que hace Tsukamoto es mostrar la otra cara de la moneda de la sociedad japonesa y de su espectáculo; llevar los efectos especiales para mostrar caras ocultas y terribles de lo que se esconde en las calles.

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Visualmente, Tetsuo es una locura: la aceleración en las tomas —rayando en la poca estabilidad— y sus motivos de horror corporal hacen que no sea una cinta fácil de ver. Recuerda el horror corporal de Cronenberg, particularmente hay una relación con la transformación de la carne en máquina en Videodrome a tal grado que bien podría ser una continuación. Desde los primeros minutos vemos a un personaje abrirse la piel con un pedazo de metal para introducirse una barra de hierro y la incomodidad no se hace esperar.

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Tetsuo es un experimento visual muy interesante que, desde mi punto de vista, inaugura un nuevo cine de género que dará pie a cintas como Battle Royale de Kinji Fukasaku y, de manera más amplia, al género del cyberpunk japonés muy presente en el anime de la década de los 90. Además, la cinta tiene un humor particular: hay una búsqueda por el ridículo y la exageración en las actuaciones. Hay momentos abiertamente farsescos que se contraponen con el horror y el asco de ciertas secuencias; sin embargo, no desentonan. La propuesta visual tiene que ver mucho con la exageración en todo sentido. Hay momentos sexuales que son seguidos por el asesinato de una mujer con un pene que se ha convertido en un taladro. Todo esto nos lleva a preguntarnos: ¿Para qué? ¿Cuál es el sentido de lo que estamos viendo? Pues bien, me parece que de fondo hay una alegoría en contra de la vida capitalista japonesa.

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La reflexión del salaryman que se convierte en máquina, del cuerpo sustituido por elementos artificiales y la piel rota por el meta me parece una abierta declaración sobre el proceso capitalista japonés. Una alegoría en la que un oficinista deja de pensar en términos de bien y mal y sustituye su mente por procesos maquínicos. La televisión y las pantallas —igual que en Videodrome de Cronenberg— fungen como una ventana a la mente y a los recuerdos de los personajes. Como si el director nos quisiera indicar que la pantalla es nuestra nueva conciencia. Casi como si nuestros recuerdos no existieran a menos que aparecieran en una pantalla. Reflexiones muy adelantadas a los comentarios tecnológicos de Black Mirror.

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En suma, recomiendo la película para quienes estén interesados en el horror corporal — pensemos en Cronenberg— o en las formas violentas de la ciencia ficción. Regresando a mi punto inicial: los encuadres y la rapidez en las tomas y montaje hacen que la cinta no sea fácil de ver, inclusive algunas personas podrían marearse y sentir asco en algunos momentos en los que la piel se transforma en metal; sin embargo, la incomodidad es parte de su apuesta estética. Si el público quiere ver un cine japonés distinto y revolucionario para la época, los invito a ver Tetsuo, el hombre de hierro.

[1] Trabajador de empresa, un oficinista; lo que en México llamaríamos “GodÍnez”.

 

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AQUÍ la pueden ver.

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Juan Manuel Diaz de la Torre

Tengo 36 años y nací en la Ciudad de México un 11 de octubre de 1985. Ese día fue viernes y debí nacer a las 6 de la mañana, pero llegué hasta las 8. Tal vez por eso me gustan los viernes y dormir hasta tarde. Soy escritor de poesía, cuento, novela y viñeta, aunque mi trabajo diurno es ser profesor e investigador. En realidad, creo que mi chamba es comunicar: sin importar que sea una reflexión en forma de cuento, un análisis de una película o algún apunte sociológico, lo único que hago es comunicar.

 

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