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EL JARDÍN DE JUEGOS

ANTES DEL BIEN Y DEL MAL

 

Amaranta Castro

 

Hay una tendencia a clasificar ciertas películas con propuestas estéticas dentro del conocido subgénero del “art house horror”: filmes que evocan a la apreciación y abstracción de ciertas escenas o conceptos que se plantean, mas allá de la intensidad en el terror u horror que pudieran provocar. Sin entrar en la controversia, me gusta pensar que la película de The Innocents (2021) se caracteriza porque se centra en la perspectiva nietzscheana acerca del bien y el mal.

Escrito y dirigido por Eskil Vogt, es un filme contemplativo cuya trama se centra en un grupo de niños en un suburbio de Oslo que al momento de iniciar su interacción comienzan a desarrollar habilidades especiales como la telequinesis y la telepatía. Esta particularidad es presentada por Ida y su hermana mayor con autismo, Anna.

La atmósfera se construye a partir de un suburbio que pareciera estar deshabitado y en el que los adultos adoptan un papel pasivo para la historia. Acostumbrados a un mundo adultocentrista, nos sentiremos desterrados de nuestro lugar imperante y deberemos seguir con cautela los indicios que refuerzan la trama: la maldad como lugar en el que habitamos desde la infancia, la violencia que subyace entre padres, madres e hijos, la cual incuba una crueldad que no sabe cómo contenerse, el miedo a la muerte y a ser incapaces de dominar el mal. Hay en el filme una intensión de mostrar el mal como un juego al que se llega por curiosidad, lo cual se manifiesta cuando Ida y Ben avientan a un gato por las escaleras. El final de esta escena aniquila nuestra sensibilidad, no tanto por la crudeza de lo que observamos (lo poderoso del filme está en los dilemas que nos propone) sino porque nos enfrentamos a la ausencia de consternación, de remordimiento ante el dolor ajeno.

Eskil Vogt afirmó en una entrevista que los niños están antes del bien y del mal, lo cual significa que en la infancia no somos poseedores de dichos conceptos. Sin embargo, recordemos que Nietzsche afirmaba que existían acciones malvadas en la naturaleza humana. El filme abunda en esta idea con escenas que detonan la perversidad, como el momento en que Ben le demuestra a Ida que es capaz de romper los huesos de otro niño con tan sólo desearlo.

Ben es capaz de controlar a otras personas con la finalidad de lastimar, y aquí es cuando como adultos pensamos que es momento de que alguien lo detenga. Sin embargo, encontraremos que la propuesta del filme es evidenciar el abismo entre el espacio de la infancia y el espacio de los adultos, y al mismo tiempo exhibir la violencia entre ambos mundos. Si bien hay momentos en que ambos espacios dialogan, pareciera ser que son los niños quienes están a cargo de los adultos. Desde homicidios hasta infanticidios, el filme de Vogt nos interna en un ámbito privado, entre los largos días de verano de Oslo y en medio de un espacio que pareciera estar entre la nada.

Puede ser que nos descubramos a nosotros mismos siguiendo el filme desde la perspectiva de nuestra infancia, arrinconándonos en nuestros miedos más íntimos. La fuerza del filme no se apoya en efectos o miedos gratuitos, su virtuosidad está en presentar una historia sencilla, que se desarrolla en un espacio común como lo es la habitación de una casa. Ahí donde deberíamos sentirnos en resguardo, se manifiesta la posibilidad de que aquellos con los que habitamos se vuelvan contra nosotros, y tal vez nos dejen morir a nuestra suerte.

 

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Amaranta Castro

Estudió Estética y Filosofía del Arte. Cursó el diplomado en Creación literaria en la Escuela de Escritores SOGEM. Primer lugar en la categoría de Poesía en el 10º Festival Internacional de Escritores y Literatura, San Miguel de Allende, Guanajuato (2015). Ha publicado en diversas revistas y periódicos nacionales. Fue becaria del programa de Innovación artística (IMACP, 2018) con el libro Voces de los árboles. Recientemente algunas de sus poesías fueron seleccionadas en el libro de escritoras contemporáneas mexicanas Romper con la palabra. Estudia Lingüística y Literatura Hispánica.

IG: @_amantine_

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