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VANGUARDIA INEXPLORADA

II

 

Emiliano González

Primera parte

 

En “La isla de los torturadores” (1933) de C. A. Smith, el rey Fulbra, contemplado por la máscara dorada de su enemigo el rey Ildrae, fallece con la Muerte Plateada, luego de perder un anillo mágico protector. Una barca real ha llevado al rey Fulbra a la isla, poco después de toparse con una galera de vela rota, episodio basado en Láis de Corinto, del modernista español Cristóbal de Castro, en que Timón, un hombre que ha profanado el templo, es llevado en una trirreme negra a la Isla de las Profanaciones, para ser injuriado y comido por las águilas, como Prometeo. La isla del cuento de Smith se llama Ucastrog: un recuerdo de Castro, el autor que lo ha inspirado.

La Muerte Plateada es metáfora de la lepra, pues en “La marca de la bestia” de Kipling el hombre de plata es el leproso, hecho que va a dar al cuento de Antonio de Hoyos, “El hombre de plata”. En “El rey de la máscara” de Valle Inclán, el rey con corona de papel y cetro de caña, de “bufonesca faz de  cartón”, es un cadáver. El cuento está en Jardín umbrío (1920). El rey de la máscara de oro, el personaje del cuento de Schwob con ese título, ha vivido siempre en la mentira, ha sido engañado por sus súbditos enmascarados y su propio rostro oculto y leproso le sugiere la cara oscura de la luna, que es cruel. Se saca los ojos y la sangre cura la lepra, pero él muere. El rey leproso de Las mil y una noches es curado por un médico que luego es calumniado y decapitado. En el poema de Nervo “Condenación del libro”, el libro “esconde / bajo el oro leve y trémulo del verso / la dolosa podredumbre de las criptas blanqueadas”. Este poema se basa en el cuento de Schwob y también en el de Las mil y una noches, pues en éste el médico, antes de perder la cabeza, promete que su cabeza cortada responderá a todas las preguntas cuando el rey lea la décima página de un libro. Como el libro está envenenado, el rey (injusto) muere.

El padre de Hamlet muere envenenado con un beleño que le causa lepra. En un cuento anterior al de Schwob, “La turquesa”, de la primera mujer de Darío, Stella, un marqués desfigurado por la viruela usa una máscara de oro.

El rey leproso reaparece en La náusea de Sartre, autor influido tal vez por Roberto Arlt, que hace aparecer al rey leproso en “El traje del fantasma” (1933). Dice Mirta Arlt a propósito de El  criador de gorilas, libro de Roberto: “La imaginación despliega entramados como visiones alucinantes de una pipa de Kif”. Una máscara de oro es hallada junto con “el verdinoso y mutilado rostro de un rey” en “Tlön,  Uqbar, Orbis Tertius” de Borges.

En La copa del rey de Thule de Villaespesa, libro en que abunda la palabra “oro”, está el negro Otelo, “loco de celos”, montado en un caballo árabe. La relación entre la poesía árabe y la locura, en los escritos de Lovecraft, se origina en Orlando furioso, pues son árabes los versos que provocan la locura de Orlando. Estos versos, traducidos por Lope de Vega al castellano, dicen: “Fuentes, aguas y hierbas deste soto / de amor testigos; cueva y sombra helada, / aquí gozó de Angélica Medoro.”

Orlando ha entrado en una gruta, fatigado por el calor, haciéndonos recordar el diálogo “Fedro” de Platón. Pero al leer los versos se vuelve loco, rompe y deshace las peñas de la gruta, enturbia con ramas, troncos y piedras las aguas del arroyo a que da origen la fuente, tira las armas, arroja la ropa quedando desnudo, arranca los árboles, mata a pastores, aldeanos y animales. Convertido en “hombre salvaje”, dominado por el furor, es idéntico a Tristán, cuando es desdeñado por la reina Isolda. El investigador Diego Clemencín relaciona a Orlando  con Tristán en sus Comentarios al Quijote (1823). La atmósfera lovecraftiana es anticipada por Doré en un dibujo para el Quijote en que monstruos marinos, tentáculos y serpientes se unen a una araña gigantesca.

Los celos de Menelao, unidos a la cólera de Aquiles, definen la Ilíada; los celos y la cólera se unen después en un solo personaje, Orlando, determinando cuentos sobre celos, realistas o fantásticos. En “Felicidad” de Katherine Mansfield, la protagonista (una mujer feliz de treinta años, tierna pero anti-sensual) se da cuenta al final de que su marido le es infiel con una amiga que antes ha aumentado su felicidad, compartiendo con ella la belleza de un peral, amiga que su marido ha fingido detestar. La sexualidad es necesaria para que el matrimonio no fracase. En el cuento de Mansfield, la mujer, loca de celos, siente que pierde marido, amiga y peral (símbolo de su felicidad). ¿Qué va a suceder…? La autora nos deja en la incertidumbre.

“El balcón”, del uruguayo Felisberto Hernández, el espíritu del lugar –una casa abandonada– reside en el balcón, que se suicida por celos. El animismo del cuento es surrealista. Los objetos adquieren alma en sus relaciones con las personas y provocan horror cuando se ven sacados de sus funciones cotidianas o de sus significados comunes: el objeto se confunde con la persona… recordándonos un cuadro de Remedios Varo.

En el cuento “Continuidad de los parques” del argentino Cortázar, el personaje de una novela se sale de ésta y acuchilla al lector, siguiendo las instrucciones de su amada, que antes se ha encontrado con ese lector, pues él la ha imaginado al leer sobre ella y ella ha vivido eso como una relación con él, provocando los celos rabiosos de su amante. Los personajes imaginarios se han vuelto reales y uno de ellos, el amante, mata al lector. El argumento influye sobre el director de cine Antonioni, que lo une con el argumento de “Las babas del diablo”, también de Cortázar, para dar origen al filme Blow-up.  En “Las babas del diablo”, un fotógrafo descubre, gracias  a una foto que ha tomado, la complicidad de una mujer con un homosexual que trata de conseguir a un adolescente.

En “En automóvil” del cubano Rubén Martínez Villena, un super-hombre, aparentemente triunfador, que ha deformado el deporte, propiciando un carácter macho y posesivo, se suicida matando a su esposa y a su rival, chocando su auto contra el de ellos, y realizando –según el autor– una cópula mecánica y macabra. Por lo visto, este tipo de cuento es el equivalente literario del blues musical, y critica el suicidio y el asesinato, como los libros Bay City Blues (1938) de Raymond Chandler, Mexico City Blues (1959) de Kerouac y Neon City Blues (2000) de quien esto escribe.

Yo tuve premonición de mi lectura de la novela corta y detectivesca de Chandler al mencionar las piernas de oro y plata de la pelirroja Vicky: en el capítulo “Pelirroja” de Chandler hay una vendedora de cigarros con una boca que brilla “como un cartel de neón”. Cuando escribí Neon City Blues yo conocía solamente el libro de Kerouac, de poesía improvisada, moderna versión de la poesía de la romántica Staël, que en su novela Corinne (1807) señala hacia el poema en prosa y el verso libre.

La condesa tatuada (1924), novela de Carl van Vechten sobre una mujer de cincuenta años enamorada de un joven de diecisiete, incluye dos fragmentos al final que yo incluyo al principio de mi “film de horror” La muerte de Vicky M. Doodle: uno sobre una mujer en bicicleta y otro sobre “una barra de luz salpicada de danzantes motas de polvo…” El primer fragmento está en la página 146 y el segundo en la página siguiente. Un tatuaje de calavera va surgiendo poco a poco en la nalga izquierda de Vicky, sin que ella se percate. Este fragmento de mi film es premonición de mi encuentro con la portada de la novela de Van Vechten: el tatuaje de la condesa: una calavera negra con una mariposa azul encima.

 

Continuará…

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AQUÍ puedes leer «El balcón» de Felisberto Hernández.

AQUÍ puedes leer «En automóvil» de Rubén Martínez Villena.

AQUÍ puedes leer «Continuidad de los parques» de Julio Cortázar.

AQUÍ puedes leer «El traje del fantasma» de Roberto Arlt.

AQUÍ puedes leer «Felicidad» de Katherine Mansfield.

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Emiliano González

Autor de Miedo en castellano (1973), Los sueños de la bella durmiente (1978, ganador del premio Xavier Villaurrutia), La inocencia hereditaria (1986), Almas visionarias (1987), La habitación secreta (1988), Casa de horror y de magia (1989), El libro de lo insólito (1989), Orquidáceas (1991), Neon City Blues (2000), Historia mágica de la literatura I (2007) y Ensayos (2009).

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