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LA OSCURIDAD COMO FORMA DE EXPRESIÓN

100 AÑOS DE NOSFERATU

 

Lord Crawen

 

Dedicado a quienes dan su vida por contar la historia sobre un vampiro…

1922…

El mundo en aquel entonces había sobrevivido una guerra mundial y una pandemia. El entorno político no se aquietaba, se movían aguas de restricción en conjunto con guerrillas en algunos países. Alemania comenzaba su reconstrucción material y social.

Los tiempos eran difíciles y oscuros.

Bajo esta atmósfera, algunos directores de teatro (y posteriormente de obras cinematográficas) comienzan a retomar sus trabajos, valiéndose de recintos teatrales, cámaras fotográficas y, por supuesto, de guiones interminables de literatura gótica. A través de las imágenes, el expresionismo alemán en la cinematografía surge como un elemento de apoyo en la era oscura de aquel entonces. Filmes, ahora tomados como referentes de muchas otras películas rodadas por directores de la actualidad, que podían verse en algunos teatros y que posteriormente saldrían al mundo para sumir a los espectadores en la tristeza, el terror y en la misma penumbra que se había creado.

De entre todas estas obras emerge una de las criaturas míticas del continente europeo, que vaga por toda la zona, alojándose en Rumania o Hungría, perpetrando los mitos y leyendas de los padres a sus hijos, retumbando en los abismos para intentar darse a conocer.

Bram Stoker, un cuentista irlandés, había terminado su obra literaria cumbre titulada Drácula. No pudo ver, desafortunadamente, lo que dicha obra crearía en el mundo post apocalíptico.

Bram Stoker, por Aidan Hickey

Para Murnau, la oportunidad estaba sobre la mesa entre las páginas de aquel libro. La proeza de un joven, el amor a una mujer, el estigma de un cazador y la incomprensión de la criatura de la noche: el vampiro.

Murnau comienza el rodaje del filme sin tomar en cuenta un detalle de suma importancia: los derechos de autor. Aunque Bram Stoker pudiese haber dejado dicho que la obra se rodara, los intereses de la viuda Stoker no eran los mismos y solicitó a Murnau detener la filmación o atenerse a las consecuencias de una demanda.

El mito del vampiro estaba por desaparecer, sin mostrarse al mundo en la pantalla grande. Pero Murnau tenía otros planes. La película, exhibida para algunos y un misterio para otros, llegó poco a poco a todos los rincones de la tierra junto con otras obras del expresionismo alemán que en su tiempo no vieron la luz en las salas de cine.

Nosferatu emerge de la pantalla. Asombra a los hombres y hace temblar a las mujeres y niños. Arrastra su sombra por las paredes y se oculta en su sarcófago durante su viaje en barco. Dueño de la noche, pero temeroso a la luz del sol.

A diferencia de la novela de Stoker, Murnau tuvo que hacer bastantes cambios para no alterar los derechos a los cuales debía atenerse el director para no ser censurado (sí, desde siempre ha existido la cultura de la cancelación). El filme fue titulado Nosferatu. No se versa sobre una criatura vampírica, pero sí de una criatura nocturna que se alimenta de sangre humana. Mina y Jonathan Harker son eliminados de dicha historia, pero se centra en una pareja de jóvenes que serán víctimas constantes de la criatura. Vlad “Dracul” Tepes es sustituido por el conde Orlock. El resto del filme tendrán que verlo ustedes (aunque posiblemente lo hayan hecho más de una vez).

Si bien la cantidad de diferencias sobre la obra llevó a Murnau a experimentar un guion diferente (y pese a los recursos mínimos de las grabaciones en aquel entonces), Nosferatu se transformó en una película de terror de culto para las generaciones de todo el mundo. Y el conde Orlock, junto a Drácula y otros vampiros literarios, se convirtió en un referente de la estirpe vampírica y uno de los primeros en asomar su rostro a la pantalla grande.

 

Han pasado 100 años ya desde que esta historia se construyó y el linaje de terror se ha incrementado.

Cabe mencionar que los vampiros son un importante referente en filmes de todo corte o género. Nosferatu ya tuvo un remake en 1979, utilizando la tecnología de cámaras de video a color y sonido envolvente. Aunque el efecto no fue el mismo y no aborda el terror, se agradece el intento de llevar el filme a las nuevas generaciones.

Para el año 2000 (un milenio en el que se vaticinaban todo tipo de apocalipsis), E. Elias Merhige, un director estadunidense, nos contó a través de un filme su verdad sobre lo ocurrido en 1922 cuando Murnau decidió crear Nosferatu. Su verdad, dicho sea de paso excepcional y atrapante, fue titulada La sombra del vampiro. Nos cuenta la obsesión del director Murnau por filmar a toda costa las mejores escenas de terror de la época, valiéndose de un actor muy extraño llamado Max Schreck, que sólo trabaja de noche. El rodaje de las escenas de Schreck se vuelve tedioso a raíz de que este ser oscuro comienza a perder la cordura estando cerca de los humanos. El final es apoteósico y aterrador.

Vampiros van y vienen en todos los formatos. Desde criaturas aterradoras como el conde Orlock, marionetas como el conde Contar, caricaturas como Ernest, el señor Burns en una readaptación de Drácula por Bart Simpson y Mona la vampira hasta adaptaciones cinematográficas (sin contar los que brillan con la luz del sol). Ergo, de una cantidad indescriptible de historias y novelas que extienden el universo de estas criaturas, cada uno de ellos se ha quedado en nuestras mentes y (¿por qué no?) en nuestra sangre.

La cultura del vampiro ha evolucionado a grados impresionantes. Para muchos, criaturas que vagan entre nosotros y que han sobrevivido al paso del tiempo; inmortales, a final de cuentas.

Orgulloso, el conde Orlock se resguarda en lo más profundo de su castillo, viendo cómo el resto de su estirpe triunfa en todo los ámbitos de la cultura popular. A 100 años de protagonizar su propia historia de horror, espera nunca sea olvidado y que la noche traiga más historias de vampiros para nuestro universo de terror, bombardeado con realidades que nos restan un poco más de vida.

Y mientras entrevisto al conde Orlock (que esa es otra historia para contar), les invito a rememorar su historia, apoyar al cine independiente y, sobre todo, a no abandonar las oscuras salas de cine: aún hay monstruos que quieren contar sus historias.

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Jezreel Fuentes Franco (Lord Crawen) nació el 29 de junio de 1986 en la Ciudad de México. Estudió Ingeniería en Comunicaciones y Electrónica en el Instituto Politécnico Nacional. Su pasión por la literatura y la música lo lleva a formar parte del taller de creación literaria impartido por el profesor Julián Castruita Morán y Alejandro Arzate Galván. Participante de Concursos Interpolitécnicos de Lectura en Voz Alta, Declamación, Cuento y Poesía. En 2014 es finalista del Concurso Interpolitécnico de Declamación. Participó en 4 obras de teatro de improvisación, las cuales fueron presentadas en los auditorios de la Escuela Superior de Ingeniería Textil y en el Cecyt 15. Ha realizado ponencias en eventos de «Literatura del horror” en el auditorio del centro cultural Jaime Torres Bodet. Actualmente publica en El nahual errante y Sombra del aire, ambas revistas de corte virtual.

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