Seleccionar página

LA CASA DE ADELA

EL MONSTRUO COMO PRESAGIO

 

Amaranta Castro

 

 

El monstruo y lo monstruoso constituyen una manera en que Occidente ha pensado los límites de lo físico y lo mental. Es cierto que el monstruo ha formado parte de una historia del estudio médico de lo deforme, lo anormal, los elementos y rasgos donde se da una falla en la naturaleza. Sin embargo, el monstruo también ha sido el ser fantástico que habita en el imaginario del ser humano y se coloca como el aquel que amenaza precisamente por su lejanía y misterio.

Esta condición amenazante lo coloca cerca de una de sus definiciones, tal como lo menciona Héctor Santiesteban: el monstruo es, ante todo por sus cualidades físicas, un signo, un elemento que anuncia desastres y peligros para una comunidad. Así, el ser que amenaza lo hace desde una perspectiva temporal, una calamidad que está por venir. Quizá la medicina permita dilucidar y explicar los teratinos y señalar las cualidades y rasgos desde los cuales se constituye la anormalidad, pero esto no es el foco del problema; éste surge como una amenaza, como una sombra que se acerca.

*

*

Es común que el monstruo, al escapar de lo límites de lo posible impuestos por la naturaleza, aparezca como un ser intangible e indescifrable. Es el caso de lo que sucede con la literatura fantástica del Romanticismo. En el siglo en que la ciencia comienza a abarcar el imaginario popular del ser humano, donde la Ilustración concibe una nueva manera de explicar y racionalizar los sucesos del mundo, es cuando surge una contrarréplica en el campo literario. El monstruo (más precisamente el fantasma) y lo antinatural comienzan a habitar el espacio que el mismo ser humano habita. Las historias de casas embrujadas se convierten en la norma por donde el imaginario escapa a la racionalización científica.

Monstruo (se puede observar en la litografía “Arachne” de Doré), un ser que, si bien mitológico, es representado como un teratino —en la definición de Santiesteban—: un ser que apenas parece humano, conservando extremidades y posturas que escapan a la lógica de los seres vivos.

*

*

Sin embargo, la litografía que más se acerca a describir lo monstruoso de un espacio es “Abthorpe Manor” de Felix Kelly. En esta ilustración se puede observar la manera en que lo anti-natural irradia desde el espacio. El monstruo como signo aparece en las construcciones monstruosas, así no es tanto un ente deforme sino un presagio de eventos funestos. Las obras de Kelly exploran en diversos momentos las construcciones como lugares amenazantes. Pero una exploración un poco más atenta, vemos otro elemento en las obras de Kelly y lo que intenta comunicar. En sus pinturas sobre espacios sombríos se encuentran necesariamente árboles.

*

AQUÍ puedes ver más obras de Kelly.

*

De manera similar, al acercarnos a las atmósferas de los cuentos de terror percibimos los elementos naturales que plantea la atmósfera. En muchos sentidos, los elementos del género literario mencionado conservan aún el interés de mostrar al lector sucesos que no pueden comprenderse. Estos elementos remiten constantemente a los elementos naturales. No es casualidad que en la historia de Mariana Enríquez —antes de entrar a la casa que conmociona a los niños— se mencione un jardín quemado, muerto. Es la primera vez que se anuncian los sucesos que van a ocurrir. En esta descripción del cuento de la autora, lo que debería seguir el ritmo natural como lo es la vegetación se encuentra, aparentemente, en otro tiempo:

“Hacía frío en ese jardín. El pasto parecía quemado. Arrasado. Era amarillo, corto: ni un yuyo verde. Ni una planta. En ese jardín había una sequía infernal. Y al mismo tiempo era invierno”.

Pareciera que la casa es un ente que absorbe la vida que puede darse a su alrededor —de la vegetación en este caso— y funcionaría como una especie de tránsito entre dos dimensiones o tiempos distintos sobrepuestos en un solo lugar. De esta manera, la vida y lo que trasciende sus límites estarían imbricados en una relación desconocida desde la perspectiva del lector. En esta perspectiva podría entenderse la manera en que la casa o, mejor dicho, el espacio adquiere voz. Lo que por definición no tiene una personalidad (pues es un espacio para habitar) adquiere el carácter de Otredad, como lo menciona David Roas cuando reflexiona sobre la literatura fantástica y las características de las narrativas posmodernas. La casa adquiere un carácter híbrido entre un ente desconocido y un ente imposible. Es decir, la casa es un monstruo, una anormalidad.

*

Mariana Enriquez

*

Se tienen, a partir de lo señalado, dos elementos esenciales al pensamiento de lo monstruoso y dos maneras paralelas de acercarnos al cuento “La casa de Adela” de Enríquez. El monstruo como lo deforme y el monstruo como presagio (el destino de los niños que pareciera acompañarlos hasta su vida adulta; recordemos el suicidio de Pablo, la mutilación de su brazo y como pareciera que este evento es un “saludo”, un mensaje de un más allá). Sin embargo, se puede pensar en una tercera perspectiva donde lo monstruoso aparece en la obra: el espacio como algo antinatural.

Adela se presenta desde el inicio como una niña con una deformidad que ahuyenta a la mayoría de los niños. Desde el punto de vista médico —al menos, al comienzo de la fisiología como ciencia—, ella representa al monstruo. Lo que puede causar terror. No sólo por su deformidad, sino por su misma personalidad (un gusto particular por historias sobre miembros mutilados y amputaciones) y su cuidado personal. En concreto se puede hacer hincapié en los gustos de la niña por las historias de miedo y por los dientes demasiado amarillos que describe la narradora.

*

Ilustración de Florencia Nogués

*

Pero la historia da un salto y no se concentra en la deformidad física de la niña. Esta singularidad es la que la hace conectar con los dos niños que la acompañarán en el desarrollo de la historia. Así, la casa abandonada cumple el papel de depositario de las fantasías de los niños y, al mismo tiempo, como el ente amenazante que los atrae en forma silenciosa. Lo antinatural es contrario al orden de la vida, y con ello arrastra a lo desconocido a aquello que se le acerca. La vegetación en un primer momento y la tranquilidad de los niños posteriormente.

Otra perspectiva importante en el pensamiento acerca del monstruo puede entenderse por su oposición a lo que no resulta desconocido. En este caso, Santiesteban nos recuerda que el concepto de anormalidad continuamente utilizado en los estudios de fisionomía se empleaba para referirse a aquellas desviaciones del orden de lo conocido, lo cual incluye rasgos étnicos. Lo monstruoso es también aquello que al hablar nos es ajeno. El lenguaje que emplea no corresponde a nuestro idioma. Es aberración de lo distinto.

*

*

En este pensamiento cabría preguntar: ¿qué transmite el zumbido que parece hacer la casa y sólo puede escuchar la narradora? Podría entenderse a la manera de un idioma o una lengua que no pueden ser comprendidas por un ser vivo. Un zumbido del cual el lector sólo tiene noticia de forma indirecta. No se observa lo desconocido, no se puede compartir la experiencia de lo que sucede dentro de la casa. Es algo que no puede entender quien no lo experimenta. Lo monstruoso, entonces, sirve también como demarcación.

Resulta importante analizar las posibilidades del concepto de monstruo o monstruoso a partir de la literatura escrita en América Latina, ya que puede problematizarse un concepto que ha ocupado un gran espacio en la historia de la literatura y resulta ser apropiado en las condiciones actuales de la región.

**

AQUÍ puedes leer “La casa de Adela”

****

Amaranta Castro

Primer lugar en la categoría de Poesía en el Festival Internacional de Escritores y Literatura de San Miguel de Allende. Ha publicado en diversos periódicos y revistas. Sus poesías fueron seleccionadas en la obra de escritoras contemporáneas mexicanasRomper con la palabra (Eon, 2017) y participó en la antología peruana Microrrelatos de horror escritos por mujeres (Luna Negra, 2022). Autora del libro Bosque Camaleón (Crisálida, 2022).

IG:_amantine_

¡COMPÁRTELO!

Sólo no lucres con él y no olvides citar a la autora y a la revista.