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LA SOMBRA QUE HABITA LOS CUERPOS DE

WILLIAM KENTRIDGE

 

Iliana Vargas

 

 

Un grito entonado que poco a poco se va descifrando como aria de ópera. Una agudísima voz de mujer que empieza a mezclarse con otros sonidos, otras voces entonadas que en realidad enlazan sílabas que enarbolan un poema/dos poemas/tres poemas al mismo tiempo: la trompeta irrumpe: el trombón irrumpe: la cinta irrumpe: no hay una realidad lineal: la linealidad se quiebra porque la realidad se quiebra porque la misión del Hacedor es hacer notar que la realidad no es unidimensional. La realidad es un circuito de sombras, de figuras//gis//grafito que se apoderan del papel, y del papel, además, se apodera algún otro mecanismo cinético: una bicicleta que está conectada a una bocina cónica, como un megáfono, una bicicleta que puede ser montada por un extraterrestre para llegar a alguna parte del otro cosmos, porque el planeta no es un planeta de agua, sino una pléyade de islas diminutas habitadas por otras islas que forman constelaciones. Habitar un baile de sombras sobre esa bicicleta serviría para dar un tirón a la noche que se quedó cerrada sobre sí misma. Y las múltiples especies de entidades que habitan el desierto se quedan atrapadas en los visores, los frascos repletos del reflejo de otros seres que han pasado por ahí, por el cosmos que es el estudio del Hacedor de las siluetas de papel // de cartón de tinta // de música // de aire.

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Se entra [yo entro] al movimiento como la imagen que gira sobre la superficie de vidrio para proyectarse en un cilindro < = > espejo que la estira, la contrae, la esfuma y la difumina para contar la historia: acaso un avión perdido en el cielo violáceo sobre la tundra y sus zorros-hombres; acaso un hombre que ha escapado de la guerra –voraz como tundra- porque prefiere adoptar la animalidad de un zorro y envolverse en una piel aurirrója:::pelambránte:::suavenívea:::piel de un fuego que oxida todo rasgo de florecimiento rapaz. [La douleur] se escucha [la douleur de la peu, trop rouge à cause de l’incendie de la nuit qui brûle sur la tête pour nous raconter un secret: le secret de la naissance de la parole]* se escucha muy lejos, desde alguna parte de la sombra que retiembla en el cuerpo [mi cuerpo] de quien mira un pájaro de tinta, perdido entre un árbol y otro y otro árbol de tinta: la tinta es el universo de la línea//figura y la línea//palabra. No hay imagen sin palabra y es muy probable que aquello que se escucha más lejos, entre el crujir de lo que se adivina celuloide, sea también un estruendo de voz que nace de una línea/palabra de otra línea/hombre(dibujo)animado. La línea en realidad es un hilo que une el extremo izquierdo del trueno que brota del ojo inquieto en una pantalla negra y el extremo derecho del trueno que brota del cuerpo de un mutante trompetacordeón.

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>>¡Hey, mutante! ¡Déjame ver qué se siente chillar como rinoceronte de algún pantano enlamado de musgo negro! ¡Hey, mutante! ¡Trágame y convierte mi cuerpo en tiras y tiras y tiras de sonidos que van y vienen, van y vienen en la corteza de un árbol eterno!<<

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Pero el mutante se me queda mirando con su ojo de trompeta y sólo me responde con un estruendo de ánimas oscuras. Estruendo del rostro que se desdobla en tres dimensiones porque una no le basta para morderme el sueño que llevo colgando en procesión desde hace años. No importa que nos hable o que me hable: de cualquier forma la voz es muy clara [no sólo en mi cabeza]: oigo/veo cómo Looking at the sun significa Looking at the sun y entiendo que demasiada luz en los ojos me llena el cerebro de un resplandor que me ayuda a enfocar el juego de las dimensiones: yo habito una; tú habitas dos; ellos habitan tres, pero los tres nos movemos al mismo tiempo y sólo vemos una dimensión habitada por tres dimensiones en las que además cabe lo que los otros personajes en cada una de ellas están mirando.

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Los planos // las visiones. Avanza el tropel de máquinas y teclean un nombre para el caballo que se sostiene sobre sus ramas-patas. Pero no me lo dice. No dice el nombre y a cambio me da un enigma: UNDO/UNSAY/UNREMEMBER. Un ojo que no está dentro del cuerpo, sino en el color, en la figura, en el agua que se desborda desde dentro del cuerpo y llega hasta este ojo que habla: No ver//No decir//Pas de désir: El ver se reduce a lo que entra y sale del ojo sin ser visto // El decir se reduce a lo que se cruza con el lenguaje sin ser dicho // Le désir se reduce a lo que se queda en el sueño sin ser vivido. El movimiento es inminente. Si no hay movimiento no hay juego, no hay cuerpo, no hay agua, no hay umbrales que se rompan con un telescopio para llegar a otros umbrales. Hay que moverse. Hay que salir de la noche, de lo visto, de lo dicho, del sueño para lanzarme lanzarte lanzarnos al trazo y ser el trazo que hunde la punta de fierro en la placa de bronce y ser la curva-taza / la curva-plato / la curva-pájaro/ la curva-trompeta mutante/ la curva-rostro / la curva-muerte / la curva líneamoebius líneamoebius líneamoebius que satura la placa//el espacio y entonces otra vez: nada.

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Pero entonces el espacio gira y se abre como capullo en plena metamorfosis: como si supiera que ha de hacer una cabriola final, el Hacedor se ve a sí mismo, es tragado por sí mismo, es dicho por sí mismo entre la imagen y el canto de la sombra/árbol, la sombra/bañera, la sombra/cafetera, la sombra del hombre exiliado por su propia especie. Explosión de la carne en la tinta. Explosión de la voz a través de los filtros azules, rojos, cientos de grises que se convierten en el verdadero color de la sangre. Explosión // Furia. Explosión // Rastro. Explosión // Fortuna para inventar África una y otra vez desde la sombra de alguna ciudad árbol vertebrada por sueños y hombres que se han tragado toda la luz de un cuarto oscuro.

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El dolor, el dolor de la piel, demasiado roja a causa del incendio de la noche que arde sobre la cabeza para contarnos un secreto: el secreto del nacimiento de la palabra.

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Todas las fotografías fueron tomadas por Iliana Vargas.

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iliana_abril_015Iliana Vargas cree que nació en la ciudad de México en 1978, pero su condición de híbrido entre monstruo//fantasma le dice que no ha terminado de llegar a este mundo. Vagabundea, lee, escucha, cuestiona, se autocuestiona, imagina y se autoimagina. Ha escrito libros que, como ella, hibridan los bordes de su naturaleza narrativa: Joni Munn y otras alteraciones del psicosoma (Conaculta/Fondo Editorial Tierra Adentro, 2012) y Magnetofónica (Ediciones y Punto, Averno, 4, 2015). Sabe que saltará por la ventana cuando se canse de ficcionar.