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SCORN

ENTRE LA CARNE Y EL METAL

 

Uriel Velázquez Bañuelos

 

Viajar por estos mundos es abrir la mente. Gracias a la especulación se obtienen nuevas formas de percibir el espacio exterior como también el interior. Pues la expresión de nuestras emociones, mayormente, se ven plasmadas en distintas ramas del arte y conocimiento que abriga nuestra cultura. Pero no podemos partir sin un mapa o un conocimiento previo, pues llegaríamos a perdernos o sentirnos insensibles ante un nuevo mundo. Antes de iniciar nuestro viaje, imaginemos la siguiente situación:

En una habitación grande, pequeña o mediana, como usted guste, hay una mesa con dos sillas y una ventana. Yo puse sobre la mesa algo de lasaña y vino. Hay jazz de fondo para acompañar. Ya usted puede cambiar los platillos o lo que guste, pero tenga en mente que dos personas se sentaran ahí para entablar una conversación. Una de ellas, es el artísta H.R Giger, influenciado mayormente por otros grandes como Salvador Dalí, Howard Phillips Lovecraft y Alfred Kubin. Giger nos ilustra una sexualidad biomecánica: ese enlace entre la naturaleza con lo mecánico y viceversa.

Y quien se sienta frente a él es el artista Zdzisław Beksiński, quien debe sus influencias a los alrededores de su mundo, lo de las postguerras y los destinos inoportunos en su familiar. Lo exterior e interior convergen en lo fantástico y desesperanzador en sus imágenes. También, hay cierta influencia onírica en sus cuadros.

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Pronto, el médico alienígena y el arquitecto topográfico fantástico se dan cuenta que entre sus artes hay una extraña similitud, como si una pintura estuviera unida a otra mediante un hilo rojo e invisible. Cada una muestra la cara de un apocalipsis o de un mundo fuera de esta Tierra presente y sueños futuros.

Y entonces, desde la ventana, aparece un tercero que escuchó todo. Se va de ahí sin ser visto y al llegar a su casa reúne a un equipo de personas y plasman el resultado de aquella platica. La suma de aquel ejercicio mental es Scorn, un videojuego desarrollado por Ebb Software y lanzado el 14 de octubre de 2022.

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Scorn es un videojuego que nos transporta a otro mundo donde no existe un lenguaje humano como tal. Ni palabras, ni voces, sólo actos. Incluso la noción del tiempo es tan relativa como el camino espiritual que plasman los murales, que debemos de seguir por mero instinto. Existe tecnología, pero no parte de una programación matemática. Todo lo que vemos, sentimos y usamos es la fusión entre la carne y el metal. Es todo un viaje antropológico que recomiendo ir con el libro de arte en mano, pero también con la mente abierta para buscar nuevos significados.

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El espacio que recorremos es un sendero en constante obstrucción por materia orgánica. Nosotros nacemos en lo que los desarrollares llamaron Genesis Wall. Un muro construido con carne, órganos y revestimiento uterino, donde escuchamos las pisadas viscosas y atestiguamos cómo otros han perecido apenas salir de lo que parece ser un vientre inflado. A pesar de ser un proceso asexual de nacimiento, hay un paralelismo con la imagen de un bebé que es sacado del vientre de su madre. También hay un cordón umbilical que pacta la unión de dos seres. Además, hay un algo que pulsa, simulando un corazón.

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Partimos solos por un páramo desolado hasta llegar a unas instalaciones. Tanto nuestra piel como las herramientas, estructuras y otros seres están al revés. Es decir, sus órganos están expuestos, haciendo más difícil la distinción entre cuándo inicia lo mecánico y cuándo lo orgánico. Es una fusión que causa dolor, placer y cierto asco por los sonidos viscosos.

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Otra característica que cumple con el campo semántico de este mundo es la del parásito. Tras ver toda esta vinculación a nuestros alrededores, que incluso llega a ser amorfa, llega a nosotros un ser que nos recuerda al sexo desmesurado, que trae consigo enfermedades y miseria. Penetra en nuestro cuerpo, se sube a nuestras espaldas y se nutre gracias a nuestros órganos. Crece poco a poco. Pero, conforme avanzamos, vemos que esa contaminación y plaga alberga otros espacios. Y el parásito, lejos de ser una molestia, se convierte en esa extensión del cuerpo que nos ayuda, una herramienta más. Aquí la filosofía cambia. Ya no es el “¿Dónde comienza la materia organiza y dónde comienza la máquina?”, es más bien el “¿Qué parte del cuerpo es de nosotros mismos y qué otra es la de él?”. El desenlace es algo que tienen que ver usted mismos tras explorar Scorn.

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¿Pero a dónde nos llevan nuestros pasos por esta senda de soledad y angustias? Tal como todos los caminos llevan a Roma, en Scorn todos los caminos conducen a Polis, una ciudad que nos recibe con un estilo gótico y monumentos a la unión de dos seres. Ya no hay esa sensación de estar dentro de algo vivo, sino en un palacio espiritual. Murales, monumentos y algunos rituales tecnológicos nos van retroalimentando esa sensación del entendimiento mediante el sexo y el progreso mutuo. Pero no hay nadie quien nos reciba. Es una escena desoladora, dejándonos con más dudas que respuestas

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Hay más cosas por explorar en Scorn: estructuras y monumentos con formas fálicas o vúlvicas, más lugares y criaturas que acechan e interpretaciones a lo no dicho mediante las palabras. Incluso se pueden hallar referencias literarias, como la similitud con el cuento de “No tengo boca y debo gritar” de Harlan Ellison. Pero eso ya corresponde a lo que encuentre cada viajero. Scorn, a pesar de ser un recorrido breve, es un viaje que no podré olvidar, y menos luego de entender la transcendencia de aquella cultura que, sin palabras, llega a conectarse para ser algo más que cuerpo y máquina.

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Este mundo nos hace ver que las fusiones son posibles. Se puede volver a la sala anterior, juntar a dos artistas y hacerlos que platiquen de sus obras. Sólo no olvides espiarlos por la ventana y contarnos después ese secreto en forma de arte.

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Uriel Velázquez Bañuelos (Guadalajara, 1998)

Nerd y amante de los gatos.  Se ha juntado con muchos grupos literarios de géneros especulativos, pero nunca a una party de calabozos y dragones para tirar los dados. Y en verdad se muere por interpretar un bardo. Estudia la licenciatura en Escritura Creativa de la Universidad de Guadalajara y también El arte del discurso del maestro Cantinflas.

Cuando no lee ni escribe, le dedica un montón de horas a los videojuegos. Lo puedes ver por ahí de repente en el Lol, en Instagram posteando historias o ya de plano en una que otra revista/antología literaria.

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